Alex Shah es activista queer azerí de 16 años que tiene como misión romper el prejuicio profundamente arraigado contra la comunidad LGBTQ+ en su escuela. Ha sido un camino complejo, pero tiene la disposición de recorrer un largo camino en pos de la igualdad para la comunidad LGBTQ+.
Una infancia colorida
Uno de los recuerdos más marcados de la infancia de Alex son los espectáculos de disfraces que organizaba cuando tenía pocos años. En su casa debían vestirse como mujer y el vecino de arriba los calificaba según su estilo. «Yo siempre tenía el mayor puntaje», recuerda Alex en uno de sus ensayos personales publicados en julio de 2023 en Minority Magazine, primera revista en línea LGBTI+ de Azerbaiyán.
Sin embargo, era una cuestión de tiempo hasta que disfrazarse o probar los lápices labiales o el maquillaje de su madre le trajeran humillación y burlas.
En casa, su padre golpeaba a su madre por la disposición femenina de Alex, y en la escuela, era el hazmerreír de sus compañeros, a quien no dudaban en humillar, acosar, lastimar y burlarse.
“Sufro acoso desde tercer grado. Siempre resalté. Una vez, alguien orinó sobre mí en el baño de hombres de la escuela por cómo me comportaba. Fue la última vez que usé un baño público», cuenta Alex en entrevista con Global Voices.
El hostigamiento y la humillación continuaron a través de los años, a pesar de que Alex se quejó con los maestros y el director. En cambio, los maestros también hostigaron a Alex. «Si constantemente soy víctima de acosos escolar por parte de mis compañeros y de los maestros, ¿cómo puedo esperar encontrar una solución en la dirección de la escuela? El sistema es homofóbico», dijo Alex.
El acoso escolar es un problema persistente en Azerbaiyán. No hay documentación oficial acerca de la tasa, aunque un informe del Programa para la Evaluación Internacional de Estudiantes (PISA) de 2009 publicado por la Organización para Cooperación Económica y Desarrollo (OECD) destacó que «en Bakú (Azerbaiyán), el 36% de los estudiantes denunciaron haber sufrido acoso algunas veces al mes, comparado con un 23% en promedio en otros países del OECD».
Azerbaiyán no tiene leyes contra el acoso escolar. En 2019, la historia de Elina Hajiyeva, adolescente que se suicidó al saltar desde el tercer piso del edificio de su escuela, impactó a la sociedad azerbaiyana. También despertó una campaña en redes sociales para luchar contra el acoso escolar, rara vez abordado. En el caso de Elina, a pesar de numerosas quejas al director de la escuela, no se hizo nada.
Cuando Elina Hajiyeva se suicidó, las recomendaciones de desarrollar una ley contra el acoso escolar no fueron escuchadas. En cambio, algunas escuelas comenzaron a quitar las manijas de las ventanas e instalar barrotes metálicos para evitar intentos similares en otros estudiantes.
Pero ¿se puede cambiar el sistema? En abril de 2023, Alex se había hartado del hostigamiento en su escuela. «Durante el examen de geografía, mi profesora volvió a regañarme, me dijo que debería ser como el resto de los chicos de mi clase. Uno dijo que quienes eran como yo estaban malditos según el islam y se les debía asesinar. Empecé a llorar y temblar. Mi profesora me dijo que dejara de comportarme como una niña», recuerda Alex.
Con ayuda de su madre, Alex buscó ayuda en la estación de policía local, pero solo encontraron más humillación. Entonces, escribieron una carta de queja al Ministerio de Educación. «Les expliqué en la carta que porque era femenino, era víctima de acoso escolar. En la respuesta, el ministro de Educación me dijo que me hostigaban porque era feminista y que, como estudiante, no tenía derecho a fomentar una ideología. Aunque jamás había hecho tal cosa».
Luego invitaron a Alex a la Procuraduría General. El procurador ofreció investigar y les aconsejó no publicar una declaración oficial. «Escribí un comunicado de todas formas. Me pidieron que saliera de la habitación porque querían hablar con mi madre a solas. Lo que le dijeron le provocó una crisis nerviosa».
“Es como si [las instituciones] estuvieran tratando de eliminar tu voluntad de pelear», explicó Alex luego de otra reunión en la oficina administrativa.
Recién cuando Alex pidió ayuda a la comunidad LGBTQ+ su caso llegó a los medios locales y las cosas comenzaron a cambiar. La profesora de geografía fue amonestada por su accionar y los compañeros de clase que dijeron que la gente como Alex debía ser asesinada recibieron una advertencia.
Existen casos anteriores en los que estudiantes queer se expresaron acerca del abuso y la humillación que enfrentaron en la escuela. En 2021, el entonces estudiante de último año Ali Malikov decidió boicotear su escuela luego de años de sufrir acoso por su apariencia física y por inacción de parte de la administración del establecimiento y el Ministerio de Educación.
Malikov, en el testimonio publicado en su perfil personal de Facebook, detalló el acoso y el abuso que enfrentó en manos de sus compañeros de clase y maestros.
“De alguna manera, en octavo grado, los demás estudiantes de mi escuela descubrieron mi orientación sexual. Me insultaban en los pasillos. Luego, alguien publicó fotografías en las que salgo con maquillaje, revelaron mi dirección y la escuela donde estudiaba. Recibía amenazas. Vivía con miedo en la escuela».
Malikov es ahora activista queer y ayuda a estudiantes como Alex. Fue quien le doi la ayuda necesaria para publicitar su historia con el acoso escolar.
En agosto de 2023, Alex escribió una carta a la administración de su escuela para pedir permiso de organizar una semana de «Concientización contra el acoso» en octubre. En la carta, Alex incluyó una lista de actividades que querían planear: la distribución de material que ayudaría a estudiantes y maestros a entender conceptos como igualdad de género e inclusión, las consecuencias del acoso escolar, el acoso emocional y el daño físico, y otras formas de discriminación. La propuesta fue rechazada.
Falta de legislación
Las leyes actuales en Azerbaiyán no abarcan crímenes de odio por identidad de género u orientación sexual. Según un informe del Instituto Danés de Derechos Humanos, Azerbaiyán no tiene políticas nacionales que protejan los derechos de la comunidad LGBTQ+. Tampoco existen instituciones dedicadas a luchar contra la discriminación por motivos de orientación sexual o identidad de género.
En 2021, el Gobierno fracasó en tomar medidas contra la bloguera Sevinc Huseynova, que atacó abiertamente a miembros de la comunidad LGBTQ+. En su defensa, la bloguera justificó sus acciones como un intentó de «terminar con esta vergüenza». Aunque Azerbaiyán no tenga una legislación contra el acoso, sí tiene leyes contra la incitación a la violencia. Según el Código de Delitos Administrativos, si se encuentra a alguien culpable de incitar odio y la hostilidad en los medios por razones étnicas, religiosas, raciales o sociales, el perpetrador puede enfrentar una multa que oscile entre los 8000 y 12 000 manats (entre 4700 y 7060 dólares), trabajos forzados por hasta dos años o hasta cuatro años de cárcel. En los casos en que estos delitos se cometan con violencia o con amenaza de violencia, el responsable puede ser condenado hasta a cinco años de prisión.
La bloguera Huseynova nunca fue sancionada.
En 2023, los legisladores azerbaiyanos manifestaron su apoyo a una ley homofóbica similar a la aprobada en Rusia en diciembre de 2022. La legislación rusa «prohíbe difundir ‘propaganda’ (que para esta ley también incluye la simple ‘expresión’) relacionada al colectivo LGBTQ+ y el cambio de género entre adultos y menores».
«Aunque Azerbaiyán no incorpore una legislación tan restrictiva, ya existe en la práctica», destaca el activista Miray Daniz en entrevista con Chaikhana Media. “La no aprobación de la ley es solo para preservar la imagen de [Azerbaiyán] en el exterior]», dice Daniz, y añade: «vivimos como si esta ley existiera. Siempre estamos bajo la vigilancia de la Policía y otras agencias gubernamentales. Siempre estamos bajo presión. Casi no existe institución estatal con la que podamos sentirnos a salvo, que nos proteja y nos tenga en cuenta».
En la ausencia de protecciones básicas, el trabajo de activistas LGVTQ+ como Alex y Malikov es limitado en alcance e impacto, dado el ambiente político y social. Esto deja a la comunidad LGBTQ+ vulnerable al abuso y al acoso.
Pero Alex tiene determinación. Quiere estudiar periodismo y convertirse en la voz de quienes son silenciados y marginalizados. «Quiero ser el tipo de periodista que puede tener un impacto. Creo que mi país necesita eso ahora».