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En esta ocasión, presentamos perspectivas sobre las comunidades queer de Pakistán gracias a los investigadores Fatima Zaidi y Ali Osman. Veremos cómo las narrativas de extrema derecha de Estados Unidos y Rusia se replican en Pakistán, y cómo las comunidades pakistaníes de género no conforme intentan recordar a sus conciudadanos que las khwaja siras están arraigadas en la historia religiosa, política y cultural de la región.
En urdu, el término khwaja siras se refiere a las personas que no se identifican como hombres o mujeres, sino que pertenecen a un tercer género que a menudo se presenta como «un alma femenina atrapada en un cuerpo masculino«. El término también incluye a las personas travestis o que en general no están conformes con el modelo binario estricto. Se les llama hijras en otros lugares del sur de Asia. Se usarán los términos khwaja siras, transgénero y queer indistintamente.
En Pakistán, viven cerca de medio millón de personas transgénero, pero el número podría ser mayor. Debido a la creciente discriminación social y legal suelen vivir en comunidades cerradas en ciudades grandes bajo el cuidado de un gurú (persona mayor), hablan entre ellos en su propia lengua distintiva, y para salir adelante mendigan en las calles, trabajan en mercados informales, bailan en bodas y baby showers, y ejercen trabajo sexual. Los habitantes de Karachi, Lahore o Islamabad pueden pasarse toda la vida viendo a los khwaja siras desde lejos, pero sin interactuar nunca con ellos.
En 2018, Pakistán aprobó una de las leyes más progresistas para las comunidades de género no conforme, les permitió cambiar su género a «X» en sus documentos. Sin embargo, tras meses de campaña de grupos religiosos conservadores y partidos políticos, el máximo tribunal religioso de Pakistán anuló en mayo de 2023 aspectos destacados de esta ley y afirmó que las personas trans ponían en peligro el modo de vida islámico. La comunidad transgénero ha presentado un recurso ante el Tribunal Supremo, que, si falla a su favor, podría tener potestad para revocar la decisión del Tribunal de la Sharia.
Este video muestra un baile khwaja sira. Video del cineasta y conferencista Sheba Saeed en 2020.
Muchos pakistaníes afirman que los khwaja siras son contrarios al islam, pero estas comunidades queer se identifican en gran medida como sufíes místicos y practican rituales chiítas.
Por cierto, el clérigo chiíta iraní ayatolá Jomeini sancionó las cirugías de cambio de sexo en una fatwa de 1987. «Esto podría ser un reconocimiento tácito de que la comunidad de los khwaja siras pertenece a la secta chiíta, aunque debemos verlo en el contexto iraní», afirma Fátima Zaidi, que procede de una familia chiíta.
Sin embargo, el grado de aceptación por parte de los musulmanes chiítas mayoritarios de los khwaja siras como miembros de su comunidad religiosa varía en función del nivel de conservadurismo dentro de la familia. «La mayoría de las veces, la comunidad no interfiere», afirma.
Los musulmanes chiítas son una minoría en Pakistán, con un 15% o más de la población. Muchos sunítas no los consideran musulmanes, y los chiítas sufren a menudo persecución. La principal objeción jurídica al veredicto contra los trans del Tribunal de la Sharia sostiene que los jueces no tuvieron en cuenta el pensamiento chiíta.
Además de su identidad religiosa, la importancia histórica y cultural de los khwaja siras en el sur de Asia es un aspecto de esta comunidad que a menudo se pasa por alto. Esto se debe en parte a que los sistemas educativos de la región han borrado su mención en las clases de historia, afirman nuestros investigadores.
«La actual comunidad trans de Pakistán tenía una situación social superior en el sur de Asia precolonial, incluso durante el gobierno de los emperadores mogoles musulmanes, lo que implica que habían sido aceptados en las sociedades islámicas», afirman nuestros investigadores. «La comunidad afirma que su mención en las antiguas escrituras hindúes, budistas y jainistas es prueba de que han existido en la región durante siglos». Los estudiosos y las comunidades queer del sur de Asia coinciden en que su persecución tiene sus raíces en la dominación colonial británica de 1858.
Los khwaja siras servían como consejeros en las cortes de los emperadores mogoles y eran las únicas personas a las que se permitía entrar en las zonas reservadas a la reina y a los miembros femeninos de la familia real. Hoy sufren discriminación y violencia letal.
Cómo se mueve esta narrativa en línea
Hina Baloch es una de las activistas hijra más notorias de Pakistán. Aquí tuitea un vídeo de khwaja siras que participan en el «Parcham Kushai» (izado de la bandera de Hussain), ritual chiíta, antes del mes religioso de Muharram. Según Baloch, el ritual se está llevando a cabo en una mansión histórica de un barrio donde viven desde hace siglos.
El tuit da a entender que la comunidad trans de Pakistán sigue los rituales y tradiciones islámicos con el máximo respeto, que invitan únicamente a los gurús (ancianos) a participar en ellos..
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La reacción conservadora contra la «vulgaridad y los valores antiislámicos» de las comunidades queer es sólo un lado de la historia. Ha surgido una nueva narrativa antitrans muy influida por el discurso de extrema derecha en Estados Unidos y Rusia. Destaca mucho la seguridad de las mujeres cis en las escuelas (o en los baños) y en que las mujeres transexuales son «hombres que se hacen pasar por mujeres» u «homosexuales«.
En Pakistán, la mayoría de los centros de enseñanza superior son mixtos, pero algunos atienden exclusivamente a mujeres. «El argumento para tener instituciones separadas para las mujeres se basa en el pretexto de darles un espacio ‘seguro’ para acceder a la educación. Desde esta perspectiva es que hay que considerar la resistencia a permitir la entrada de transexuales en las universidades femeninas», afirman nuestros investigadores. La mayoría de estas estudiantes proceden de familias conservadoras y religiosas.
La tolerancia para permitir la entrada de personas transgénero en universidades sólo para mujeres se considera una agenda occidental impuesta en Pakistán, país fundado sobre principios islámicos. Sin embargo, esta narrativa da cabida a anécdotas e ideas transfóbicas de legisladores de extrema derecha rusos y estadounidenses.
«El argumento básico es que Rusia es un país histórico y poderoso, y si no permite este tipo de iniciativas en su país, ¿por qué deberíamos hacerlo nosotros como país musulmán?», afirma Ali Osman. «Es una narrativa trasplantada de Occidente».
Cómo se mueve esta narrativa en línea
En un tuit, la famosa diseñadora de moda paquistaní Maria Butt se pronunció en contra de que se permita la admisión de mujeres transexuales en universidades exclusivas para mujeres.
Afirma que la medida limitará aún más los espacios seguros para las mujeres en el país y añade un breve video del senador estadounidense Tom Cotton que habla de un supuesto incidente en el que un transexual violó a una niña.
La mayoría de los comentarios en la publicación apoyan el argumento de Butt. Sin embargo, algunos usuarios la acusan de «importar la transfobia occidental», mientras que otros le han pedido que respalde su argumento con estudios y pruebas adecuados.
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¿Qué sigue?
En enero de 2024, habrá en Pakistán elecciones generales de alto nivel, las primeras tras la destitución del primer ministro Imran Khan en 2022. Sin embargo, una parte de la comunidad transexual teme no poder votar si no recibe su documento de identidad. El veredicto del Tribunal Shariat prohibió el marcador de género «X» en la documentación nacional.
«En este momento, nuestra mayor preocupación es si nuestros documentos de identidad tendrán el marcador de género correcto. Si es así, ¿cómo podremos ejercer uno de los derechos fundamentales por los que tanto hemos trabajado?», se pregunta Sheema Kermani, del grupo de derechos Tehreek-e-Niswaan.
Las siras khwaja persisten en su empeño de destacar sus derechos humanos, su identidad religiosa y su patrimonio cultural ante sus conciudadanos de Pakistán.