En Azerbaiyán, transporte público no recibe bien a pasajeros transexuales

Imagen de Arzu Geybullayeva

Los activistas LGBTQ+ de Azerbaiyán están dando la voz de alarma porque los miembros de la comunidad queer de Azerbaiyán –especialmente las mujeres trans– se sienten cada vez menos bienvenidos en el transporte público y a menudo sufren incidentes de acoso. Se ha convertido en un lugar donde proliferan miradas transfóbicas, acoso y amenazas de violencia. Sin embargo, los expertos afirman que estos incidentes denunciados son sólo la punta del iceberg.

Historias de acoso

Karmen, de 19 años, sufrió acoso sexual en el metro de Bakú en agosto de 2022. La manoseó un hombre una vez en el tren, y conmocionada por lo que estaba pasando [el hombre siguió frotándose sus partes íntimas después de agarrar a Karmen por la cintura], no llamó ni pidió ayuda. «En cuanto se abrieron las puertas [del tren] en la siguiente parada, me tiré al andén y me alejé sin mirar la cara del hombre. Fue repugnante, sentí náuseas», recordó Karmen en una entrevista con Nafas (aliento) alianza LGBTI de Azerbaiyán, organización sin fines de lucro que trabaja por los derechos LGBTQ+ desde 2012.

Derya, de 34 años, sufrió abusos físicos en el transporte público hace algunos años. Al recordar su experiencia, Derya explica que nadie reaccionó ante lo que estaba pasando. Derya nunca denunció ni se quejó a las autoridades por miedo a represalias. «Es como si así debiera ser. En aquel momento, no había cambiado del todo mi aspecto y parecía más un gay. Pasé por esa experiencia simplemente porque tenía un pendiente», declaró Derya en una entrevista con Global Voices.

Por eso, las mujeres trans prefieren a menudo no usar autobuses ni metros como medio de transporte por razones de seguridad, y usan taxis..

Derya prefiere quedarse en casa cuando no tiene que salir a trabajar y no usa el transporte público en absoluto, aunque cuando lo usa, los taxis son el medio de transporte preferido por Derya. Según Derya, los taxistas son conscientes de que las mujeres trans suelen preferir los taxis y a menudo recurren a los mismos taxistas. Incluso pagan varias veces más de lo habitual por el servicio. «Por eso los taxistas también prefieren trabajar con nosotras. Yo también he recibido ofertas similares, pero en este caso, a menudo pierdo tiempo esperando a que el mismo conductor [termine su trayecto anterior], así que en su lugar, uso Bolt o Uber», explicó Derya.

Hayat Alisoy, de 23 años, también prefiere movilizarse en taxi por el acoso que sufre en el transporte público. En una entrevista con Global Voices, Hayat explica que «la gente usa un lenguaje inapropiado sobre mi aspecto, me ofrece sexo y se comporta agresivamente conmigo. Para proteger mi salud mental y física, suelo transportarme en taxis».

Aunque los servicios de taxi puedan parecer una salida segura, no siempre evitan que haya acoso contra las mujeres trans.

Derya cuenta que, a veces, cuando los taxistas ven que son mujeres trans, cambian de tono y se vuelven inapropiados. Hacen preguntas como «¿Usted no es mujer?». «¿Cuánto cuesta?», etc. Esto me perjudica mentalmente». Cuando esto ocurre, nos quedan dos opciones: callar o hablar, sobre todo cuando se convierte en un patrón recurrente. En el caso de esto último, acaba en conflicto», explica Derya.

En algunos casos, los taxistas enfrentan consecuencias por sus acciones. Tural Yadigar, taxista de Bakú, cuenta que, aunque personalmente no ha tenido problemas con las pasajeras trans, ha sabido por un colega que un taxista de una empresa privada fue amonestado por insultar a una clienta trans y negarse a llevarla. Después de que la clienta se quejó a la empresa y bloqueó al taxista en otras aplicaciones de taxi, su valoración bajó y ya no puede usar la cuenta de la empresa..

Amenazas comunes y calificaciones globales

Según Vahid Aliyev, activista de los derechos LGBTQ+ que sigue de cerca la discriminación y la violencia contra los ciudadanos trans en el país, entre las amenazas habituales que enfrentan las mujeres trans en el transporte público están el acoso verbal por motivos de género, los insultos discriminatorios y ofensivos, la violencia física, la discriminación y el acceso limitado al transporte público. Aliyev señala que, aunque estas cosas son frecuentes, solo se denuncia una mínima parte de los incidentes.

«Este año solo se han hecho públicos uno o dos casos. Los datos concretos sobre acoso son muy limitados, pero eso no significa que no sea un problema; es más, la situación es preocupante», explica Aliyev, y añade que la hostilidad hacia las mujeres trans en el transporte público va en aumento, lo que a su vez afecta negativamente su salud mental general y su acceso a los servicios básicos.

Quienes han sobrevivido a la violencia y el acoso suelen mostrarse renuentes a documentar los incidentes y presentar denuncias por el clima de impunidad que reina en los casos de violencia y acoso ya denunciados, explica Aliyev. «Las personas trans no creen que los organismos encargados de hacer cumplir la ley sean sensibles al problema, se tomen en serio sus denuncias y las atiendan con prosperidad».

Desde el punto de vista jurídico, el acoso en espacios públicos no está tipificado como delito en Azerbaiyán. El abogado Samad Rahimli explica que los autores solo tienen responsabilidad penal en los casos de acoso a menores. En general, hay tres formas de resolver los casos de acoso, señala Rahimli. «La primera opción para tratar el acoso es llevar al agresor ante los tribunales. La segunda opción es considerar el caso de acoso en el marco de una infracción administrativa, si el acoso se produjo en un espacio público, podría considerarse vandalismo de poca monta, y por tanto el autor puede ser considerado responsable de una infracción administrativa. La tercera opción es quejarse a las instituciones que gestionan el transporte público [Agencia de Transporte de Bakú, Metro de Bakú y Ferrocarriles de Azerbaiyán]».

Sin embargo, añade que estos pasos legales son largos, Rahimli sugiere que una solución puede ser considerar el acoso callejero como una infracción y responsabilidad administrativa independiente. «Los organismos encargados de gestionar el transporte público deberían disponer de una guía sobre el acoso para prevenirlo».

Vahid Aliyev está de acuerdo en que sensibilizar a la opinión pública sobre el acoso puede ser una solución, así como aprobar un proyecto de ley urgente contra la discriminación, formar a los trabajadores del transporte público y a las fuerzas del orden sobre sensibilidad y, si es necesario, hacer públicos los incidentes de abusos. «Pero lo más importante es reforzar la protección jurídica para garantizar la seguridad de la comunidad trans en Azerbaiyán», añade Aliyev.

En Europa, varias ciudades importantes, como Londres, Berlín, Viena, Barcelona y Colonia, están trabajando para garantizar un transporte público inclusivo para todos frente a la creciente discriminación de las personas queer que dependen del transporte público.

Por lo tanto, hay ejemplos de medidas a tomar. Pero hasta ahora, no hay signos de voluntad de cambio por parte del Gobierno azerbaiyano. En todo caso, la situación en torno a los derechos y la protección de las personas LGBTQ+ sigue siendo pésima en Azerbaiyán. Así lo refleja un reciente informe de ILGA Europa, organización no gubernamental internacional que aboga por los derechos y libertades de las personas LGBTQ+: Azerbaiyán ha ocupado el último lugar en el Índice Arcoíris de la organización de forma consecutiva durante tres años seguidos.

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