Cómo influyó el Caribe en el trabajo doméstico y el «parlamento internacional del trabajo»

Ida Le Blanc, secretaria general del Sindicato Nacional de Empleadas de Hogar (NUDE), en el Congreso de la UITA. Fotografía de Liberty Chee, usada con autorización.

Por Liberty Chee

Este artículo ha sido posible gracias al programa de investigación e innovación de la Horizon Europe de la Unión Europea, en el marco del acuerdo de subvención Marie Sklodowska-Curie 101065330.

«Ni siquiera se daba cuenta de que era trabajadora doméstica porque nadie las llamaba trabajadoras. Decían: trabajas de criada». Ida Le Blanc hablaba con cariño de su madre, quien había fundado el primer sindicato de trabajadoras domésticas en Trinidad y Tobago.

A mediados de este año, tuve la oportunidad de conocer a Le Blanc en el Congreso de la federación sindical UITA en Ginebra. Ha continuado la labor de su madre como secretaria general del Sindicato Nacional de Empleadas de Hogar (NUDE), fundado en 1974. La madre de Le Blanc, Clotil Walcott, eligió NUDE (significa «desnudo» en inglés) pues pensó que sería difícil de olvidar. El sindicato es uno de los primeros en representar al sector en los países en desarrollo.

En el momento de la fundación, Walcott estaba profundamente implicada en el movimiento Black Power del país, que comenzó como un levantamiento estudiantil del Comité Nacional de Acción Conjunta (NJAC) en solidaridad con los estudiantes negros caribeños de Montreal, 48 de los cuales fueron detenidos por protestar contra el racismo en la Universidad Sir George Williams. Estas luchas translocales tuvieron lugar en el tumulto de finales de la década de 1960, influido por el movimiento de derechos civiles en Estados Unidos, la descolonización de África y sentimientos anticoloniales más amplios en el Tercer Mundo.

NUDE nació de la unión de muchos movimientos: las luchas de las mujeres y los trabajadores, así como de quienes impugnaban los legados del orden colonial británico. Su principal objetivo, desde su fundación hasta hoy, es modificar la ley de relaciones laborales para incluir al sector en su definición de trabajadores. A lo largo de los años se han producido cambios parciales, como su inclusión en la ley del salario mínimo y la protección de la maternidad, pero la razón fundacional del sindicato sigue siendo esquiva. «Nadie quiere saber nada de las trabajadoras domésticas. No quieren saberlo porque también tienen trabajadoras domésticas». Le Blanc lamentó la división entre las mujeres de base como ella y las «mujeres de la alta sociedad». Estas últimas están interesadas en la descolonización y la justicia reparadora de los males del pasado. Pero para Le Blanc, el pasado aún no ha terminado. «La esclavitud no se ha acabado, ¿entiendes?». Asentí. «Está en el hogar».

A finales de junio, pude encontrar un ejemplar de la serie de ensayos de Walcott en el Instituto Atria de Ámsterdam. «Defiéndete, dice una mujer» documenta cómo llegó a comprender su «doble explotación» como trabajadora y como mujer mientras trabajaba en una fábrica avícola. Fue publicado en 1980 por el Instituto de Estudios Sociales (ISS) de La Haya, por iniciativa de su compatriota trinitense Rhoda Reddock, que había conocido a Walcott como feminista radical en su país natal, y era entonces estudiante de posgrado en el ISS. En una entrevista en línea, Reddock relató sus primeros encuentros: «Me sorprendió mucho. Me invitaba a su casa, me enseñaba sus libros. Pero nunca fue a la universidad. Yo la llamaría una intelectual proletaria».

Reddock invitó a Walcott a hablar en una conferencia que estaba organizando en La Haya. Allí, Walcott conoció a otras feministas notables, como la supervisora de doctorado de Reddock, la socióloga alemana Maria Mies, y la feminista estadounidense Selma James, de la Campaña Internacional de Salarios para el Trabajo Doméstico. Walcott y James se hicieron amigas rápidamente, reconocieron inmediatamente el vínculo entre el trabajo no remunerado de las mujeres y la falta de reconocimiento del trabajo doméstico. Reddock señaló que Walcott impulsó la ley de trabajo no remunerado de 1995 de Trinidad y Tobago, que permitía contabilizar el trabajo no remunerado en las estadísticas nacionales, lo que convirtió al país en uno de los pioneros, y sirvió de modelo para la Conferencia de Naciones Unidas sobre la Mujer celebrada en Pekín.

Walcott falleció en 2007, el año en que el Consejo de Administración de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) volvió a incluir el trabajo doméstico en el orden del día de la Conferencia Internacional del Trabajo (CIT), medio siglo después del último intento fallido de hacerlo.

El Informe sobre Derecho y Práctica, que comienza con la afirmación de que el trabajo doméstico hunde sus raíces en la historia mundial de la esclavitud y otras formas de servidumbre, se redactó para ayudar a los delegados de la CIT a elaborar un instrumento normativo sobre el trabajo doméstico. Su autora es Adelle Blackett, profesora de Derecho de la Universidad McGill. Tras dos años de deliberaciones en el llamado «parlamento internacional del trabajo«, el Convenio sobre el Trabajo Doméstico (C189) se adoptó en 2011.

En esencia, el C189 reclama el reconocimiento del trabajo doméstico como un trabajo como cualquier otro. Por lo tanto, se le deben aplicar las mismas normas laborales que damos por sentadas: días libres y cobro regular de nuestros salarios, entre otras cosas. Blackett, a quien conocí en los archivos de la OIT, me dijo que esta cuestión le tocaba muy de cerca, ya que su madre había emigrado del Caribe como trabajadora doméstica. Su abuela, Daisy Stoute, también fue empleada doméstica en Barbados antes de la independencia. Blackett había trabajado en la OIT como becaria en 1993, donde escribió el primer estudio contemporáneo sobre la regulación del trabajo doméstico. Más de una década después, se le pidió que fuera la principal experta en el C189.

En 2010, tanto Blackett como Le Blanc asistirían a la CIT en Ginebra para presenciar cómo el trabajo de toda su vida ocupaba un lugar central en esta institución de gobernabilidad mundial. Sobre la experiencia, Blackett dijo: «Fue realmente extraordinario poder participar y ver cómo abordaba los temas un abanico tan amplio de mandantes de todo el mundo». Le Blanc era una de las representantes de las organizaciones de trabajadoras del hogar, en lo que entonces se llamaba la Red Internacional de Trabajadoras del Hogar. Nacida de las luchas por el C189, y fundada oficialmente en 2013, ahora se conoce como Federación Internacional de Trabajadoras del Hogar (FITH): «Tuvimos muchas reuniones porque teníamos que elaborar estrategias. Teníamos que conseguir nuestra convención». El C189 se adoptó tras una votación en la CIT en 2011: 396 delegados votaron a favor, 16 delegados votaron en contra y 63 se abstuvieron. Hasta la fecha, 36 países han ratificado el C189, la mitad en el Caribe y América Latina. Europa cuenta con 10 signatarios, y África con cinco. Filipinas es el único signatario de toda Asia.

El instrumento, aunque de alcance universal, no se originó en un lugar concreto ni en un conjunto específico de actores. Fue impulsado por fuerzas sociales que se forjaron en espacios transnacionales y en las relaciones íntimas de madres, hijas, profesoras y amigas. Estos encuentros están moldeados por relaciones personales y políticas, y nos muestran cómo lo «universal» puede estar -y está- íntimamente interconectado con lo «particular». En estos encuentros enmarañados, las tensiones entre identidades y posicionalidades se han atemperado haciendo causa común.

Para Le Blanc, el CIT era un espacio que facilitaba a la gente acercarse a los ministros de su Gobierno. Ahí estaban físicamente al alcance de la mano. Eso le facilitó el encuentro con sus homólogos, la creación de alianzas y la solidaridad: «Me ayudó a ser valiente. Cuando hablo de las trabajadoras domésticas, hablo con autoridad, porque tienes este respaldo, esta gente que te respalda».

La OIT otorgó al trabajo doméstico el estatus del que carecía, y la participación regular de Le Blanc como delegada también le dio legitimidad como sindicalista y defensora: «Tenía más confianza en mí misma para representar a los trabajadores. Porque cuando representas a trabajadoras domésticas, la gente te mira por encima del hombro. Me libré de ese estigma».

En octubre de 2023, la FITH convocó su cuarto congreso. Le Blanc ha sido elegida miembro del comité ejecutivo en representación del Caribe.

Liberty Chee es una becaria filipina del doctorado Marie Sklodowska-Curie de la Universidad Ca’ Foscari de Venecia. Su investigación actual examina la documentación sobre el trabajo doméstico en el contexto de la Organización Internacional del Trabajo.

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