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A medida que se acerca la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático COP28, que se llevará a cabo en Dubái del 30 de noviembre al 12 de diciembre, el Caribe continúa luchando con una serie de impactos cada vez más intensos producidos por el cambio climático. Según un reciente informe de Global Stocktake, el mundo no va en la dirección correcta y se deben tomar medidas urgentes para corregirlo.
Petchary, bloguera jamaicana y colaboradora de Global Voices, cree que «se necesita un liderazgo enfocado en el Caribe y en otras partes del mundo»:
That leadership needs to drag us back to the straight path, as we seem to be wandering off in different directions. I also feel we are not listening to each other. By ‘we’ I mean all those nations, rich and poor, who will be sitting down from November 30 to December 12, trying to agree.
Ese liderazgo debe guiarnos de vuelta al camino correcto, ya que nos estamos desviando en diferentes direcciones. También siento que no nos escuchamos entre nosotros. Con ‘nosotros’ me refiero a todas esas naciones, ricas y pobres, que se sentarán del 30 de noviembre al 12 de diciembre para tratar de ponerse de acuerdo.
Con estas ideas como base, se publicó una carta abierta dirigida a los líderes políticos de América Latina y el Caribe, firmada por un grupo de organizaciones no gubernamentales, directores ejecutivos, exfuncionarios de Naciones Unidas y activistas, en el sitio web del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF). La carta reconoce que la población de la región enfrenta regularmente las consecuencias de la crisis climática, desde ciclones tropicales hasta inseguridad alimentaria. Se señaló también que América Latina y el Caribe ofrecen «algunas de las soluciones más relevantes para la crisis climática actual gracias a sus ecosistemas naturales, como la Amazonía, el bosque Atlántico […], los humedales o las extensas costas con una rica biodiversidad». Y explica: «Muchos de estos activos nos sitúan en una posición privilegiada para liderar la transición hacia la energía limpia, así como la conservación de nuestra biodiversidad».
La carta también destacó tres cuestiones críticas que requieren la atención de los líderes políticos de la región. Estas «transformaciones», como las llaman los firmantes, responderán a desafíos globales con «soluciones locales innovadoras» y ayudarán a abordar algunos de los problemas más amplios de la región, agravados por el cambio climático, que incluyen «la desigualdad, la pobreza y los abrumadores niveles de deuda».
El resultado que se prevé es que se implementen formas tangibles de acelerar rápidamente la acción climática mundial, para mantener el calentamiento global dentro del límite de 1,5°C según lo establecido por el Acuerdo de Paris y mejorar la cooperación internacional sobre el cambio climático.
Transformación de los sistemas de energía
El objetivo es triplicar la capacidad mundial de energía renovable para 2030, para lograr una descarbonización completa en 2050. Sin embargo, esto requiere un compromiso internacional con fuentes de energía limpia, mientras se eliminan gradualmente los combustibles fósiles, incluida la detención de nuevas exploraciones de petróleo y gas, para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en al menos un 43% para 2030 y 60% para 2035, con respecto a los niveles de 2019.
Está por verse si algunos territorios del Caribe, como Trinidad y Tobago, cuya economía depende de la energía, y el recién descubierto petróleo y gas en Guyana, se adhieran a la iniciativa, ya que la carta considera que esa transformación también depende de «la eliminación de la financiación pública para los combustibles fósiles, incluidos los subsidios». Parte del objetivo es reducir las emisiones de metano de los combustibles fósiles en un 75% en 2030 y aumentar los esfuerzos para reducir las emisiones de metano provenientes de residuos en un 30%. La carta también sugiere acelerar el transporte libre de combustibles fósiles, que es un sector de emisión intensiva, mediante «la mejora de la eficiencia energética […] y haciendo que las tecnologías limpias sean la opción más asequible, accesible y atractiva en todas las regiones para 2030″.
Transformar los sistemas alimentarios y nuestra relación con la naturaleza
El objetivo aquí es garantizar la seguridad alimentaria, aumentar la resiliencia y reducir las emisiones al tiempo que se mejora la producción. Esto requerirá reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos, y aumentar dietas más saludables a base de plantas. Para 2030, la idea es fomentar una agricultura sostenible y resistente al clima que aumente los rendimientos en un 17%, sin expandir la frontera agrícola en los ecosistemas naturales, y reduzca las emisiones actuales de GEI de la agricultura en un 25% con respecto a los niveles de 2020.
La conservación de tierras forma parte de este enfoque, y también la garantía de los derechos de tierras indígenas, la expansión de prácticas de uso de tierras sostenibles y la revitalización de ecosistemas degradados. Los resultados esperados incluyen medios de vida más sólidos y sostenibles, aumento de la biodiversidad y la captura de carbono.
Transformar los sistemas financieros
Esto es fundamental, especialmente en lo que respecta a los efectos sentidos por los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo (PEID), ya que sistemas financieros eficientes pueden mejorar las capacidades de adaptación y responder mejor a las pérdidas y daños.
La carta pide diseñar e implementar mecanismos que permitan liberar la deuda pública a través de «instrumentos innovadores para financiar las necesidades de inversión en infraestructura para la adaptación para 2030 a más tardar, con miras a abordar las necesidades relacionadas con el clima». Entre otras cosas, también solicita transparencia en cuanto a la entrega de los compromisos de financiamiento climático existentes y un adecuado apoyo para un nuevo objetivo financiero global que «supere significativamente» los 100 000 millones de dólares estadounidenses.
Algunos temas adicionales relacionados con la financiación incluyen duplicar, al menos, la financiación de adaptación para 2025, «aumentar significativamente la proporción, cantidad, calidad y accesibilidad de la financiación de adaptación, pérdida y daño», canalizar más recursos al nivel local y garantizar que las políticas gubernamentales estén alineadas con los objetivos del Acuerdo de París para construir resiliencia, limitar el calentamiento a 1,5°C y contribuir a los objetivos ambientales.
Los firmantes, que incluyen a Diana McCaulay, fundadora de Jamaica Environment Trust, Nigel Edwards (director ejecutivo de Trinidad and Tobago Unit Trust Corporation) y Racquel Moses, presidenta ejecutiva de Caribbean Climate-Smart Accelerator, sienten que el propósito de la COP28 es «convertirse en una respuesta dinámica al Balance Mundial […] para que este sea un punto de inflexión a través del cual nuestra capacidad de innovar para un futuro equitativo, con cero emisiones, resiliente y positivo para la naturaleza sea verdaderamente liberada».
Los ojos del mundo, y ciertamente de la región, estarán puestos en Dubái a partir del 30 de noviembre.