Hasta el aire en Moldavia parece temblar de nervios por agresión rusa en Ucrania

Hotel Nacional demolido en el centro de Chisinau con los colores de la bandera ucraniana. Foto: Meta.mk, usada con autorización.

Este artículo de Boјan Blaževski se publicó originalmente en Meta.mk. Global Voices reproduce una versión editada en virtud de un acuerdo de intercambio de contenidos con Metamorphosis Foundation.

Se respira una gran tensión en el aire de la capital, Chișinău. Protestas, campañas de desinformación y medidas restrictivas sin fundamento económico son apenas algunas de las tácticas que el Moscú oficial está haciendo en el caso de Moldavia.

Un viejo edificio en ruinas recibe a los pasajeros que llegan al aeropuerto de Chișinău. Por su tamaño y su interior, recuerda abrumadoramente al antiguo edificio del aeropuerto de Skopie. Inmediatamente después de la entrada del pequeño edificio hay un inusual control de pasaportes. Dos policías de fronteras están de pie en el puesto de control, supervisados por una tercera persona vestida de civil. Junto al mostrador, hay dos policías de unidades tácticas armados hasta los dientes. Moldavia declaró estado de emergencia inmediatamente después de la invasión rusa de Ucrania, y los ecos de esta guerra se sienten nada más llegar a la frontera de este pequeño país de Europa Oriental.

Delante de mí hay unos 20 pasajeros, y la policía fronteriza de este mostrador, uno de los pocos, separa a siete para controles adicionales y los escolta a las salas especiales. La frase mágica –que soy periodista– cambia aparentemente la expresión del policía fronterizo, que enseguida advierte en mi pasaporte el rastro de mi visita a Ucrania: el sello del aeropuerto kievita de Boryspil. Tras preguntar amablemente por el motivo de mi estancia en Moldavia y dónde me alojarían, me ponen el sello en el pasaporte que me permite entrar al país.

Mihail me espera a la salida del control de aduanas del aeropuerto. Es mi chofer hasta el hotel. Me pide disculpas por no haber podido dejar su ato delante del aeropuerto, ya que está estrictamente prohibido estacionar allí, y además hay muchos taxis. También me explica que el estacionamiento de acero del aeropuerto está lleno de vehículos con matrícula ucraniana, así que tampoco pudo estacionar ahí.

Desde el inicio de la agresión rusa, Ucrania se ha quedado sin tráfico aéreo con el mundo, y el punto de vuelo más cercano para muchos ciudadanos ucranianos es Chișinău. La ciudad costera de Odesa, con más de un millón de habitantes, está a menos de 200 kilómetros.

«Ahora hay un millón de ciudadanos ucranianos en Chișinău. Huyeron de la guerra y ahora están empezando a comprar apartamentos en la ciudad», explica Mihail.

El número de refugiados ucranianos sigue creciendo, explica Mihail, lo que retrata la gravedad de la situación en la que se encuentra Moldavia. Sin embargo, datos de ACNUR muestran que hasta el 15 de octubre de 2023, Moldavia recibió 111 338 refugiados oficialmente registrados procedentes de Ucrania, de un total de 964 796 personas que habían cruzado la frontera de Ucrania tras el inicio de la agresión rusa total el 22 de febrero de 2022. Alrededor de 120 000 de los refugiados que cruzaron la frontera no son ciudadanos ucranianos, son ciudadanos de otros países, principalmente rusos que huyen del reclutamiento en el Ejército ruso. La mayoría de estos refugiados no permanecieron en Moldavia. Fuentes de ONG dentro del país estiman que unos 100 000 refugiados viven actualmente en Moldavia.

Estas cifras, si son correctas, son dramáticas para un país que, en el último censo de la Oficina de Estadística de Moldavia, en 2014, tenía menos de tres millones de habitantes registrados. Este enorme aumento de la población tras la invasión rusa de Ucrania es visible en todo Chișinău.

Pero, el optimismo de Mihail no decae. Explica que Chișinău es una ciudad extraordinariamente segura, hay paz en Moldavia, y solo las sirenas de las ambulancias perturban el ambiente tranquilo de la ciudad.

Interminable turbulencia política

Frente a las tranquilizadoras reflexiones de Mihail, la tensión se palpa en el aire de Chișinău. En noviembre de 1990 estalló una guerra en esta antigua república soviética entre el Gobierno moldavo y las fuerzas separatistas de Transnistria, apoyadas por el Moscú oficial. La tregua se alcanzó el 21 de julio de 1992, lo que condujo a establecer un territorio algo ocupado en Moldavia mediante la creación de la república no reconocida internacionalmente de Transnistria (Pridnestrovie en ruso).

En el centro de Chișinău pueden verse aún hoy monumentos del periodo soviético, inscritos en moldavo y ruso. Fotografía: Meta.mk, usada con autorización.

En la actualidad, Transdniéster es una república autoproclamada, apoyada por soldados y equipos militares rusos. Las autoridades moldavas de Chișinău no controlan de facto ni una décima parte de su territorio internacionalmente reconocido. Una preocupación adicional para las autoridades moldavas es la agresión militar de Rusia en Ucrania y la posibilidad de que Rusia ataque Moldavia.

En varias ocasiones en el último año y medio, el presidente proeuropeo del país, Maia Sandu, declaró que Moscú oficial pretende dar un golpe de estado para derrocar al gobierno democráticamente elegido de Moldavia. Protestas, campañas de desinformación y medidas restrictivas sin fundamento económico son sólo algunas de las tácticas que Moscú oficial ha estado aplicando contra Moldavia en este último periodo.

La pobreza de los ciudadanos moldavos puede verse en cada esquina de Chișinău; Foto: Meta.mk, usada con autorización.

En octubre, antes de las elecciones, estos fueron algunos de los temas. Por primera vez desde la agresión militar a Ucrania en febrero de 2022, Moldavia organizó elecciones locales el 5 de noviembre. Estas elecciones se consideran una prueba de confianza para la coalición liderada por el Partido de Acción y Solidaridad de la presidenta, Maia Sandu, frente a algunos partidos de la oposición prorrusa. Un mes antes de las elecciones, cuando estuve en Moldavia, la campaña electoral se desarrollaba a toda velocidad en la capital.

«¿Puede ser mejor?», en rumano y ruso – cartel publicitario del bloque político prorruso de socialistas y comunistas en Chișinău, Moldavia. Foto: Meta.mk, usada con autorización.

La guerra tiene la misma cara en todos lados

El centro de Chișinău alberga la ecléctica estructura del Museo Nacional de Historia de Moldavia. En octubre, acogió «Ecos de la guerra: exposición fotográfica de Siria a Ucrania«, del fotógrafo sirio Omar Sanadiki, que presentaba las consecuencias de las guerras en estos países.

Algunas de las fotografías de la exposición de Omar Sanadiki. Foto: Meta.mk, usada con autorización.

Sanadiki nació en Damasco. La guerra en Siria le obligó a informar sobre las ciudades devastadas desde su infancia. A mediados de 2023 tuvo la oportunidad de visitar Ucrania y ver los horrores de la agresión rusa. La exposición combina el material fotográfico de ambas guerras, de forma innovadora, presenta parejas de fotografías que muestran el terror de las guerras en Siria y Ucrania. Sin leer los pies de foto, es imposible reconocer dónde fueron tomadas. La maestría de Sanadiki permite ver las atrocidades de la guerra simplemente mirando las fotografías de las ruinas de Ucrania, y se puede pensar que está entre las ruinas de Siria, y viceversa.

«Por desgracia, todo empezó con la guerra sobre la que no quería informar, pero me vi obligado a hacerlo», dice Sanadiki sobre informar desde su Siria natal.

Sanadiki dice que optó por presentar no solo la destrucción y los daños, sino también las almas de los sobrevivientes.

Con diversas emociones, Omar Sanadiki se dirige a los invitados en la inauguración de su exposición. Foto: Meta.mk, usada con autorización.

«Siempre soy compasivo con estas personas, conmiserativo. En algunas fotografías no aparecen personas, sino sus almas», dice Sanadiki.

El embajador de la Unión Europea en Moldavia, el diplomático letón Jānis Mažeiks, señaló que estaba en un acto al que no tenía muchas ganas de asistir.

«Ojalá no tuviera que aprenderme los nombres de lugares como Raca, Bucha, Irpin, Mariupol, pero he tenido que aprenderlos, igual que ustedes», dijo Mažeiks. «Estas fotografías son historias de barbarie, documentan el mal, pero también documentan la humanidad y el estilo de vida en estos lugares tan poblados».

«Además, estas fotografías son un recordatorio de estar en el lado correcto de la historia. Creo que podemos estar orgullosos de que la Unión Europea y Moldavia juntas estuvieron en el lado correcto de la historia cuando comenzó la guerra en Siria y la agresión rusa –que no fue provocada– contra la soberanía y la independencia de Ucrania», añadió Mažeiks.

En la exposición, Mažeiks expresó su deseo de que Moldavia se convierta en un Estado miembro de la Unión Europea en el futuro. En junio de 2022, este país de la antigua URSS se convirtió en candidato a la adhesión a la Unión Europea. Pero las respuestas a la pregunta de cuándo se convertirá Moldavia en Estado miembro de la Unión Europea deben buscarse en las autoridades moldavas, que tienen que concluir las reformas y los cambios que los ciudadanos deben buscar. Simplemente, el futuro de Moldavia está inextricablemente ligado al desenlace final de la guerra en Ucrania y a la resolución de la cuestión abierta de establecer la soberanía de Moldavia sobre la región separatista de Transnistria.

Em 2023, como en 2022, los ciudadanos de Moldavia tienen que elegir entre seguir siendo un satélite periférico en el mapa imperial del Kremlin o convertirse en Estado miembro de la Unión Europea.

Inicia la conversación

Autores, por favor Conectarse »

Guías

  • Por favor, trata a los demás con respeto. No se aprobarán los comentarios que contengan ofensas, groserías y ataque personales.