Este artículo de Uma Dhital se publicó originalmente en Nepali Times. Global Voices reproduce una versión editada, como parte de un convenio para compartir contenido.
Nepal es conocid0 por sus populares festivales de Dasain, Tihar (Deepawali) y Chhath, pero también por organizar su propio festival internacional de jazz en Katmandú: Jazzmandú. El nombre es una combinación de las palabras «jazz» y «Katmandú», la capital del país.
Desde su creación en 2002, el evento ha crecido con la presencia de nuevos y prolíficos artistas de todo el mundo que llegan a Katmandú para ofrecer su talento y experiencia en la singular atmósfera que ofrece el valle. La variedad de escenarios elegidos refleja la diversidad étnica y cultural de Nepal, y presenta artistas internacionales.
Este año, Jazzmandú continuó mostrando una síntesis del poder de la música y su habilidad de acercar a la gente. El vibrante ritmo africano de Plurism, la delicada y emotiva voz de Lucile Chriqui y la energía de Samundra band en su homenaje a la música folklórica de Nepal, reflejaron la diversidad de este género musical.
El concierto para los alumnos de St. Xavier's School en Jawalakhel fue una oportunidad para que los estudiantes se acercaran a disfrutar del jazz. En Katmandú hubo conciertos en distintos escenarios: en Jazz Upstairs se presentó el artista internacional Palouse Forro, en Electric Pagoda el grupo neerlandés Under The Surface interpretó su música electrónica experimental, y el grupo suizo-sudafricano Faku tuvo un show en el ambiente intimista que ofrece EDN en Sanepa.
El Jazz Bazaar, en el centro turístico Gokarna Forest, ofreció a los asistentes una muestra cautivante de Jazzmandú, con la presencia de todos sus participantes, mientras que el histórico hotel Baber Mahal fue testigo de la rica tradición de la música brasileña. La penúltima jornada en Yalamaya Kendra, en el suburbio de Patan de Katmandú, fue la culminación de la semana, en la que artistas locales y extranjeros hicieron una fusión mágica de la música clásica nepalí con el jazz.
El festival atrajo a una audiencia diversa de residentes, turistas y extranjeros. La embajadora adjunta de la Unión Europea, Joëlle Hivonnet, dijo: “Jazzmandú mejora año tras año. Si bien no atrae figuras de renombre internacional como los festivales de Montreux o Marciac, logra traer artistas en ascenso y abarca estilos variados. En lo personal, me gustan las bandas que mezclan instrumentos nepalíes y occidentales».
El cuarteto Lucile Chriqui, nueva figura formidable del jazz francés, describió su experiencia de la cultura nepalí en Jazzmandú como única: «Sentimos que estábamos de gira, pero en una sola ciudad».
La banda tocó en un concierto a beneficio pro fondos para las víctimas de quemaduras del hospital Sushma Koirala Memorial. “Fue maravilloso tocar para una causa tan importante. Nos dimos cuenta del poder de la música como herramienta para conectarnos», dijo Chriqui.
El grupo quiere llevar a París la energía especial y la cordialidad que recibieron de los voluntarios nepalíes, que los inspiró a intentar conectarse más con los turistas que visitan su propio país, y también rescatan el singular ritmo de vida de Kathmandu, especialmente comparada con París, donde «una hora parece un minuto».
Chriqui espera continuar su experimento con sonidos inspirados por el timbre de los instrumentos tradicionales nepalíes. «Tal vez me lleve a casa un cuenco cantarín», agregó con una sonrisa.
Este festival musical, pionero en Nepal, cumplirá 20 años en su próxima edición. Su cofundador, Navin Chettri dijo: “Al principio nos recibieron con cierta reticencia y confusión en relación con el jazz, pero ahora ya no hay necesidad de explicar nada. Jazzmandú puso al jazz y a Katmandú en la escena mundial».
Consultado sobre los planes para los 20 años, Chettri contestó con un enigmático «no daré pistas».
Jazz en Patan
En contraste con otras veladas de Jazzmandú, donde los artistas están convocados para actuar de forma separada, el evento Jazz en Patan, el 7 de noviembre, celebró un intercambio cultural entre el jazz y la música clásica nepalí, con la participación de músicos de todo el mundo.
Esta meticulosa fusión de repertorios, junto a la celebración de diversas culturas, abandona y transgrede el género para crear un sonido espiritual y meditativo, descripto por la audiencia como «fundamental», «único» e “incomparable”.
La velada en Yala Maya Kendra iluminada con faroles creó un ambiente cálido para un público que dejó su estrés y su apetito de lado, y permitió que el profesionalismo, la destreza técnica y la libre expresión de las bandas fueran lo único importante de la noche.
El artista Sisonke Xonti subrayó el privilegio de haber actuado nuevamente frente a una audiencia en vivo, mientras que Nick Aggs describió al público como «el mejor de Jazzmandú”.
“Para celebrar el sonido singular de cada músico, es necesario que haya un sentimiento recíproco de cercanía y respeto entre el artista y su audiencia», agregó Aggs.
El público «realmente nos escuchó y se conectó», dijo la cantante Lucile Chriqui. Y agregó: «tanta energía y tanto amor representan la verdadera esencia de Jazzmandú, que es conectar con la gente y demostrar que la música es un lenguaje universal y divino».
Los asistentes participaron de un fenómeno trascendental: alguien asombrado por la habilidad de los artistas para interpretar tantos instrumentos voces, resaltó la «inexplicable» conexión que sintió con todos los presentes en la centenaria plaza Rana en Patan.
La noche terminó con una gran ovación y el público abandonó el concierto aun procesando la magia del espectáculo. Jazz en Patan tuvo una audiencia multicultural que celebró la unión de la humanidad y se convirtió en un evento que es necesario presenciar por lo menos una vez en la vida.