Protestas espontáneas en Rusia son extremadamente peligrosas, aunque en Daguestán no se detienen

Captura de pantalla tomada del sitio web RussiaPost. Tomada con autorización.

Después de que aproximadamente 2000 jóvenes asaltaron un aeropuerto en Daguestán, Rusia, en un intento de «no permitir la entrada de refugiados israelíes» pues el avión proveniente de Tel Aviv había aterrizado allí el 29 de octubre, muchos se quedaron buscando razones específicas para este «pogromo»

Como muchos medios ya han escrito, hay una larga historia de «judíos de montaña» que viven en Azerbaiyán y en la región del norte del Cáucaso en Rusia, historia en la que también han experimentado pogromos y antisemitismo. Sin embargo, hay otras razones, además de la historia del antisemitismo, que también han contribuido a lo que sucedió en el aeropuerto de Makhachkala.

Valery Dymshits, etnógrafo del Centro de Judaísmo de Petersburgo, escribió al respecto para Russia.Post. Esta es una versión editada, con autorización de RussiaPost.

El antisemitismo (como otras fobias similares) no es una ideología, sino un elemento latente en la conciencia. Es algo así como la microflora cotidiana, que se vuelve patógena tan pronto como el organismo anfitrión se debilita. No les agradan las personas de otras religiones y extranjeros, se cuentan mitos desagradables sobre los vecinos étnicos, pero por el momento, todos viven en paz, se visitan mutuamente y asisten a bodas; luego llega una crisis y resurgen viejos prejuicios.

Lo peor es cuando un estallido así ocurre en una sociedad que no se ha modernizado por completo (esto es precisamente el norte del Cáucaso), cuando la masa de la población rural aún se está trasladando a las ciudades. Los recién llegados conservan prejuicios tradicionales, mientras pierden controles y equilibrios tradicionales, ya no bajo el control de las autoridades tradicionales. Están desorientados, exigen una parte del pastel de la ciudad pero no saben cómo tomarlo. Son pobres, a menudo desempleados, bajo la influencia de predicadores radicales, jóvenes, fácilmente movilizables, etc.

El problema en estas sociedades es el rápido crecimiento de las capitales, ya que solo allí las personas pueden acceder a recursos que no llegan a la periferia. Makhachkala es una de estas ciudades. En los últimos diez años, la población ha crecido un 50%, y alcanza los 600 000 habitantes. Junto con los suburbios cercanos, ahora alberga a casi un millón de personas, casi un tercio de la población total de Daguestán.

El rápido crecimiento de la ciudad también se debe a una tasa de natalidad más alta que el promedio nacional. Muchos jóvenes se han mudado recientemente a la ciudad. Esto hace que sea más fácil encontrar a 2000 vándalos agresivos.

¿Qué querían los pogromistas?

La identidad étnica o religiosa a menudo genera reacciones emocionales intensas. La solidaridad por alguien con las mismas creencias es una emoción entendible, pero no tiene relación alguna con el pogromo. Las protestas pacificas son una forma legitima de una acción política en conjunto, lo que no sería para nada fuera de lo común en Daguestán, Donde la mayoría absoluta es musulmana y se solidariza con los palestinos. Pero la situación tomó un rumbo diferente.

«En Daguestán, la población tiende hacia la acción directa. En la segunda mitad de 2022, cuando el Kremlin anunció la movilización, Daguestán fue la única región en el país que tuvo una reacción fuerte y violenta».

No fue un hecho aislado. Cada vez que se interrumpe suministro de electricidad y gas a diferentes localidades en Daguestán — algo frecuente por los problemas de infraestructura —la gente organiza acciones masivas y bastante agresivas. No estoy diciendo que los pogromistas del aeropuerto de Makhachkala fueran las mismas personas que protestaron contra la movilización de 2022, pero tales reacciones son parte de la cultura política local.

Hay pas protestas en apoyo al pueblo de Gaza en todo el mundo, hasta en Europa y Estados Unidos. En países musulmanes, como Turquía, son especialmente extendidas (por cierto, la manifestación de un millón de personas en Estambul también fue en un aeropuerto). Las acciones, siempre y cuando sean no violentas, son legítimas. Los habitantes de Makhachkala también tenían el derecho de hacer su propia manifestación a favor de Palestina y contra Israel con consignas fuertes. Estudiantes en prestigiosas universidades estadounidenses también se están manifestando en apoyo a Gaza con carteles que son, por decirlo de alguna manera, políticamente incorrectos

Jóvenes habitantes de Makhachkala, agitados por información sobre la guerra en la Franja de Gaza y noticias de manifestaciones masivas en apoyo a los musulmanes palestinos en todo el mundo, decidieron protestar espontáneamente. Las protestas espontáneas en la Rusia actual son extremadamente peligrosas, pero en Daguestán, como se señaló anteriormente, la práctica continúa.

La multitud fue al aeropuerto pues regularmente llegan aviones desde Tel Aviv. La lógica era clara: la insatisfacción con Israel debería mostrarse específicamente a los israelíes que probablemente estén en este vuelo. Al principio, todo fue drástico, espontáneo, pero no violento. Las redes sociales ayudaron a la rápida movilización.

«Que no haya refugiados israelíes en Daguestán»

Fue en ese momento cuando factores particulares de Daguestán y Rusia hicieron notar su presencia. No llegó mucha gente a la plaza frente al aeropuerto, —según informaron los medios, menos de 2000— pero todos eran hombres jóvenes. Una peculiaridad de la región es que las mujeres y los hombres mayores no van a tales eventos; estos últimos mantienen un equilibrio entre el islam tradicional y las costumbres locales. El público del islam radical es principalmente joven. En el aeropuerto, la multitud se agitó. Simplemente estar allí parados y gritar era aburrido; se exigía una demostración activa de fuerza e ira, y la multitud se lanzó hacia el campo de aviación.

¡Gracias a Dios, no hubo linchamiento de pasajeros; todos estuvieron a salvo, pero apenas se evitó una tragedia! Debemos alegrarnos por aquellos cuyas vidas estuvieron en peligro y sobrevivieron, y por todos, ya que la sangre hace una situación irreversible.

El lema «No dejaremos entrar refugiados israelíes a Daguestán» no surgió de la nada. Surgió a partir de la suposición de que los «judíos de montaña» que viven en Israel querrían enviar a sus mujeres, niños y ancianos —quienes no pueden luchar y sufren por los bombardeos— a donde vivían antes de la repatriación, con parientes, con amigos. No sé si esto fue realmente así, pero tal suposición no parece absurda. En Daguestán, la gente se había acostumbrado a los israelíes: venían regularmente para bodas y funerales, y simplemente de visita. Ahora, con el conflicto, la multitud exigía no permitir que los enemigos de los musulmanes —judíos e israelíes— ingresaran a su país musulmán.

¿El pogromo en el aeropuerto estuvo inspirado por alguien?

En mi opinión, esta es la más insensata de las ideas que circulan en redes sociales y en los. El régimen constantemente afirma ante la población: la gente no tiene intervención; no pueden hacer nada sin titiriteros detrás de escena; cualquier protesta es organizada por enemigos. El presidente ruso Vladimir Putin y el jefe de Daguestán, Sergei Melikov, han afirmado que el pogromo en el aeropuerto de Makhachkala fue inspirado por los servicios de inteligencia estadounidenses. Mientras tanto, otros alegan lo mismo, solo que era el Kremlin el que estaba detrás.

Tiene que no importarte las personas, sin importar si piensas que son buenas o malas, para pensar que no harán nada sin no las incitan las autoridades. Esta es la óptica colonial: el salvaje noble en su estado natural es acogedor y amigable hasta que alguien le enseña cosas malas. Puedes pensar que una persona está haciendo algo mal, puedes odiarla por eso, pero no puedes dejar de verla como una persona que toma sus propias decisiones, buenas o malas, y debe responsabilizarse por eso.

Claro, las autoridades —nacionales como locales— tienen la responsabilidad política de todo lo que sucede en el país y en la región.

Sin embargo, el incidente no es culpa directa de las autoridades. Son los menos interesados en tales excesos porque a) constantemente hacen alarde de la «armonía religiosa» en Rusia; b) están «combatiendo el nazismo», lo que se ve incómodo ante el telón de fondo de los pogromos; c) están tratando de desarrollar el turismo en Daguestán y han invertido mucho dinero en eso; d) quieren salvaguardar su monopolio de la violencia. En mi opinión, lo que sucedió es negligencia, no malicia.

Las autoridades se percataron y reaccionaron muy seriamente, hasta la declaración de Putin al día siguiente del pogromo, a pesar de que él no habla en cualquier ocasión. Aunque las palabras sonaron amenazadoras, los resultados han sido modestos. En total, 15 alborotadores fueron condenados a ocho días de arresto administrativo, a pesar de que el aeropuerto estuvo paralizado durante dos días y varios policías resultaron heridos. Por expresiones pacíficas de protesta en una escala incomparablemente menor en Moscú y otras ciudades, los activistas han recibido sentencias de prisión reales. Claramente, las autoridades persiguen dos objetivos: explicar que esto fue malo y no provocar nuevas protestas.

Debemos esperar que las medidas tomadas tengan efecto y que lo sucedido quede como un episodio local- De lo contrario, la centenaria historia de los judíos en el Cáucaso podría llegar a su fin rápidamente.

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