
Protesta en solidaridad con el pueblo palestino, São Paulo, Brasil, 17 de noviembre de 2023. Las pancartas dicen: ‘Fin al bloqueo en Gaza’ y ‘Cese el fuego ahora‘. Foto de Rovena Rosa/Agência Brasil, con usada con autorización.
Este artículo es de Simón Rodríguez Porras y se publicó originalmente en The New Arab el 9 de noviembre de 2023. Global Voices reproduce una versión editada como parte de un acuerdo para compartir contenido.
En noviembre de 2023, miles de personas salieron a las calles en Buenos Aires, Ciudad de México, São Paulo, Santiago, Bogotá y otras ciudades latinoamericanas para protestar contra el ataque genocida de Israel al pueblo de Gaza, y demandaron el cese del fuego y el rompimiento de relaciones diplomáticas con los sionistas.
El 31 de octubre, el Gobierno de Bolivia rompió relaciones diplomáticas con Israel, luego de la masacre del campo de Jabalia. El mismo día, los Gobiernos de Colombia y Chile llamaron a consulta a sus embajadores. Honduras hizo lo mismo el 3 de noviembre.
El Gobierno de Brasil, que en un principio se mantuvo distante de la situación, se vuelve cada vez más crítico de Israel a medida que pasan las semanas.
«Lo que vemos ahora es la locura del primer ministro de Israel, que quiere eliminar la Franja de Gaza», dijo el presidente de Brasil, Luiz Inácio «Lula» da Silva el 27 de octubre, dos días después de llamarlo «genocidio» por primera vez.
El 15 de octubre, la delegación brasileña del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas propuso una resolución bastante discreta en la que recomendó «pausas humanitarias» y obtuvo 12 votos a favor, mientras que Rusia y Reino Unido se abstuvieron y Estados Unidos hizo uso del veto. Israel respondió con la suspensión del traslado de 34 ciudadanos de Brasil desde Gaza hacia Egipto, medida que el Partido de los Trabajadores de Brasil calificó de discriminatoria. Finalmente, 32 ciudadanos brasileros fueron rescatados el 12 de noviembre.
El Gobierno mexicano, que generalmente se mantiene neutro sobre la guerra en Palestina, se expresó críticamente sobre los ataques indiscriminados de Israel en Naciones Unidas a finales de noviembre. Mencionó que «las represalias se oponen a la ley internacional» y demandó un cese inmediato y a largo plazo de las hostilidades.
Incluso el Gobierno argentino, que suele inclinarse por Israel, emitió un comunicado el 1 de noviembre en el que afirma que «nada justifica la violación de las leyes humanitarias internacionales ni la obligación de proteger a la población civil en conflictos armados».
Como era de esperarse, Israel respondió con una condena al apoyo de Bolivia al «terrorismo» y la «sumisión al régimen iraní», y acusó a Colombia de «antisemita».
A lo largo de la historia, Israel supo tener buena relación con las dictaduras corruptas de la región, como Pinochet, Trujillo y Somoza. En 2021, Honduras mudó su embajada a Jerusalén durante la gestión de Juan Orlando Hernández, hoy encarcelado por narcotráfico en Estados Unidos.
Bolivia rompió sus relaciones diplomáticas con Israel en 2009 y lo llamó Estado terrorista en 2014, pero durante el gobierno de facto de Jeanine Añez en 2020 se retomaron las relaciones diplomáticas con el Estado israelí. Ahora, Bolivia ha unido fuerzas con Venezuela y Cuba como el tercer país en la región en romper sus relaciones diplomáticas.
El Gobierno de Nicaragua rompió las relaciones con Israel en 2010 y las retomó en 2017. Desde de su giro dictatorial en 2018, las relaciones se mantienen.
El 27 de octubre se aprobó una resolución de la Asamblea General de Naciones Unidas que pedía la tregua humanitaria. Los únicos Gobiernos que votaron en contra fueron los de Guatemala y Paraguay, mientras que Haití y Panamá se abstuvieron.
El 2 de noviembre, Gabriel Boric y Gustavo Petro, presidentes de Chile y Colombia respetivamente, asistieron a una conferencia en Washington y dijeron que sus preocupaciones sobre los crímenes de Israel con Biden han aumentado.
Tres días antes, el presidente de Colombia había expresado:
Se llama Genocidio, lo hacen para sacar el pueblo palestino de Gaza y apropiársela.
El jefe del estado que hace este genocidio es un criminal contra la humanidad. Sus aliados no pueden hablar de democracia. pic.twitter.com/WjRpGKBKPs
— Gustavo Petro (@petrogustavo) 1 de noviembre, 2023
Israel suspendió las ventas de armas a Colombia a mediados de octubre, luego de que Petro comparó los métodos sionistas con los del régimen nazi.
En las últimas décadas, Colombia ha sido uno de los principales clientes militares latinoamericanos de Israel. Esto tuvo un rol importante en la represión de las guerrillas y movilizaciones sociales, la creación de grupos paramilitares de ultraderecha y la exterminación del partido de izquierda.
Además de Corea del Norte, los únicos Estados que no tienen mayoría musulmana que no tienen relaciones con Israel están en América Latina. Esto destaca la importancia estratégica de la región para la posibilidad de formar un bloque internacional antiapartheid.
Pero los problemas no solo son consecuencia del apoyo de la ultra derecha a Israel, en especial por parte de organizaciones evangelistas fundamentalistas.
Los Gobiernos de centro-izquierda de la «marea rosa» han apoyado abiertamente a Palestina, pero en muchos casos, sin tomar acciones concretas de solidaridad ni disminuir las importaciones militares de Israel, tal como hicieron los gobiernos de Lula y Dilma en Brasil.
Los gobiernos de la marea rosa de Brasil, Argentina y Uruguay firmaron el Acuerdo de Libre Comercio entre el Mercosur e Israel en 2007, negociado tras la invasión de Israel del Líbano. Los acuerdos con la empresa estatal israelí de agua Mekorot para asesorar en sistemas de distribución de agua altamente privatizados en Latinoamérica, han sido una característica de gobiernos de ambos lados del espectro político.
Sin embargo, el principal obstáculo para lograr un quiebre diplomático y económico con Israel, cuyo papel en la región ha sido de complicidad abierta con dictaduras y represión de disidencias, es el papel hegemónico desempeñado por el imperialismo estadounidense en América Latina. La ruptura con Israel supone un desafío directo a este sistema.
Ante esta situación, el emergente movimiento de solidaridad latinoamericano debe tener una visión clara y promoverla con autonomía e independencia. En Chile, donde está la mayor colonia iraní de la región, el gobierno de Boric se rehusó a autorizar la marcha en Santiago en rechazo a los ataques de Israel.
Estas ambigüedades e inconsistencias de Gobiernos que afirman estar a favor de la causa palestina deben confrontarse. Las declaraciones contra los crímenes israelíes son necesarias, pero no son suficientes; se necesitan medidas concretas con urgencia. Es hora de intensificar la demanda de romper relaciones con Israel.
Es urgente promover resoluciones en sindicatos, centros de estudiantes, cuerpos gubernamentales, y organizaciones populares y sociales que condenen el apartheid israelí y el genocidio, tal como otros ya han hecho.
Siguiendo el ejemplo de la Federación de Trabajadores del Carbón de Colombia, que aprobó una resolución en la que llama al Gobierno a «suspender los cargamentos de carbón colombiano y de cualquier metal o minerales a Israel como una medida de presión para pedir por el cese inmediato del fuego».
Tomamos el llamado de los sindicatos palestinos para boicotear todas las exportaciones militares. De acuerdo con la recomendación de la Universidad de Birzeit, las universidades deben exhortar a sus respectivos Gobiernos a suspender relaciones con las instituciones académicas israelíes.
Siempre que sea posible, establecer capítulos locales de la campaña internacional de Boicot, Desinversión y Sanciones contra Israel y Espacios Libres de Apartheid. Que se articule la defensa del pueblo palestino con la denuncia del papel de Israel en Latinoamérica, como socio de dictaduras y agente auxiliar del imperialismo estadounidense en la supresión de los derechos democráticos.
Ante cada paso de los Gobiernos, que se exija el siguiente. Si están a favor de un cese del fuego humanitario, que se exija pedir un cese al fuego. Si se retira a sus embajadores para consultas o se califica las acciones israelíes como crímenes de guerra, violaciones del derecho humanitario internacional o actos genocidas, entonces que se exija la ruptura de relaciones diplomáticas y económicas.
Si, como en el caso de Bolivia, rompen relaciones diplomáticas, que exijan que también corten acuerdos económicos y comerciales.
Lamentablemente, la tendencia regional no muestra un gran aumento en las acciones independientes de la clase trabajadora y los sectores populares. El peso de la hegemonía estadounidense en la región sigue siendo significativo.
A pesar de todo, debemos aprovechar audazmente cualquier brecha, cualquier oportunidad, y exigir lo necesario para aislar y derrotar el colonialismo, el apartheid y la ocupación militar de Israel. Si no es ahora, ¿cuándo?