Los recién nacidos y sus madres son vulnerables al cambio climático

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Este artículo se publicó con el apoyo de la Beca de Periodismo de Justicia Climática del Caribe, colaboración entre Climate Tracker y Open Society Foundations.

Existe una relación entre el cambio climático y la lactancia materna. Para entenderla, es importante reconocer la potencial neutralidad de carbono de la lactancia materna, y considerar a las mujeres y a los recién nacidos como grupos vulnerables dentro de las sociedades. Esta consideración debe incluir políticas y legislación que los protejan de los impactos del cambio climático, y también las medidas necesarias para ayudarlos a adaptarse al clima siempre cambiante mientras construyen lazos y se involucran en la alimentación madre-hijo.

Catherine Parker Toms, doctora en salud pública de Florida. Foto de Climate Tracker, usada con autorización.

En una entrevista en el podcast Caribbean Climate Calabash, la doctora en salud pública Catherine Parker Toms, líder del programa Green Cars for Kids con sede en el sur de Florida, explicó: «Los niños son los más vulnerables (88%) al impacto climático;  esto es a nivel mundial». El riesgo incluye la exposición a la hambruna, la sequía, los tornados y los huracanes. El aumento del impacto climático también afecta a las embarazadas, «en especial cuando se trata de calor extremo», que, por supuesto, se siente más en los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo (PEID) como el Caribe, región cercana al ecuador.

Un estudio de 2020 del doctor  Bruce Bekkar, doctor en salud de la mujer y militante del clima, y sus colegas mostró la relación entre la exposición de las embarazadas al calor y la contaminación del aire, y el parto prematuro, los bebes nacidos con bajo peso y los bebés que nacen sin vida. Los hallazgos mostraron la necesidad de reconocer a las madres y los recién nacidos como grupo vulnerable, al igual que los enfermos, ancianos y discapacitados, ya que son mucho más susceptibles que una persona promedio.

«Sabemos que las mujeres embarazadas están en riesgo y el calor las hace vulnerables a sufrir deshidratación», dijo Parker Toms. Mantenerse hidratados es tan importante para la madre como para el bebé, ya que «puedes ayudar a mantener a tu bebé hidratado [a través de la producción de leche]. Cuando tienes esa comunicación constante con tu hijo y surge esa necesidad de amamantar, recordarás con más frecuencia dar cantidades adecuadas de líquido a tu bebé a través de la leche materna. Por eso, es muy importante generar resiliencia como persona ante el cambio climático y proteger a tu bebé».

Luego explicó que la relación de emisiones de carbono del sector de fórmula infantil con el cambio climático es intensiva en energía y produce residuos perjudiciales para el ambiente, sin mencionar la gran cantidad de desmonte que se realiza para facilitar el pastoreo de ganado y las emisiones de gas de los propios animales. En comparación, la lactancia materna no requiere producción artificial para alimentar a los bebés, además de tener beneficios naturales para la salud nutricional de la madre y del bebé: es «la forma perfecta de la naturaleza de garantizar la continuidad de la vida y asegurarse de que el bebé esté protegido».

El informe destacó que, entre sus múltiples beneficios, la lactancia materna no utiliza «tanta agua» como la fórmula y «no origina desperdicios, de papel, metal o plástico, ni tampoco de leche». Además, cuando las mujeres están amamantando, no menstrúan, lo que elimina la necesidad de productos de higiene como tampones o toallas sanitarias, que no son ecológicos.

Simeca Alexander-Williamson, consultora jamaicana en lactancia. Foto de Climate Tracker, usada con autorización.

En el mismo podcast, la consultora jamaicana de lactancia Simeca Alexander-Williamson estuvo de acuerdo en que las madres y sus recién nacidos son vulnerables, y aludió al hecho de que la lactancia materna es mucho más neutral en carbono que otros métodos de alimentación. Sin embargo, agregó una perspectiva más amplia. «Creo que muchos otros rubros han decidido aprovecharse de las madres», dijo, en referencia a la fabricación de pañales. La producción de pañales contribuye a que se acumulen residuos plásticos, que a su vez producen niveles más altos de contaminación y emisiones de carbono en la atmósfera.

«Sin embargo, hay mucho más en juego», continuó Alexander-Williamson. «Para hacer una verdadera diferencia, el Gobierno tiene un papel muy importante en cuestiones como el permiso de maternidad y las políticas para apoyar a las madres lactantes. Sí, la lactancia materna contribuye a la reducción de tu huella de carbono, pero cuando tienes que volver al trabajo y [tienes] que pensar en sacar y almacenar la leche materna, hay mucho más en juego». Muchas madres usan bolsas de plástico para almacenar la leche extraída, aunque algunas ahora están cambiando a contenedores reutilizables. De todos modos, enfatizó, «todavía tienes que seguir usando recursos que usan carbono para asegurar la alimentación de tu bebé».

Para «apoyar la lactancia materna», dijo Alexander-Williamson, «hay que tener en cuenta que debemos hacer nuestra parte con políticas que lo permitan, porque todo suma y una persona no puede hacer la diferencia. Tiene que ser un esfuerzo colaborativo en que el Gobierno, las organizaciones de acción climática y la comunidad de madres trabajen juntos para garantizar la sostenibilidad y la justicia social o climática para una comunidad tan vulnerable».

Observando cómo las compañías fabricantes de fórmulas «se lanzan con toda su fuerza» durante períodos clave como la temporada de huracanes, la consultora de lactancia explicó: «Suelen deshacerse de lo que tienen vencido porque quieren que creas que necesitas tener fórmula en exceso para que, si ocurre un desastre, tengas suministro para darle a tu bebé».

Por el contrario, «organizaciones como La Liga de la Leche te dirán que tienes la leche justo ahí naturalmente [para amamantar]. No tienes que hacer nada. Así que, pase lo que pase, una vez que tu bebé está contigo, esa es la mejor fuente. Se trata de no subestimar la capacidad de la madre para creer que puede. Realmente comienza desde ahí. Sí, hay razones médicas por las que una madre no puede amamantar, pero si la empoderamos y la hacemos creer desde el primer día que puede, será muy diferente. El empoderamiento viene de decirle que puede, y también de crear el entorno para apoyar esa capacidad», agregó Alexander-Williamson.

Este llamado a la acción llevó a otra discusión sobre las políticas activas en Jamaica y Estados Unidos que se centran en la lactancia materna y el cambio climático. Aunque Jamaica ha tomado medidas para facilitar más tiempo de unión para madres, padres e hijos con permisos de maternidad remunerados y políticas recién introducidas de permisos de paternidad, actualmente nada respalda a las madres y a sus recién nacidos frente a un clima que cambia violentamente y ahí es donde entra la defensa.

«Esto es algo que cada uno de nosotros puede hacer de diferentes maneras», dijo Parker Toms, en referencia específica a la legislación estadounidense como la ley de protección a madres y bebés contra el cambio climático, subconjunto de Black Maternal Momnibus Act, que se implementó como respuesta al hecho de que Estados Unidos tiene la tasa de mortalidad materna más alta entre los países de altos ingresos. Las estadísticas muestran que la tendencia empeora, con la tasa de mortalidad materna en 2021, un 89% más alta que la tasa en 2018.

Según Parker Toms, las disposiciones en esas leyes «realmente pueden establecer conexiones entre la vulnerabilidad de los bebés, las mujeres embarazadas y el clima», y ofrecen un modelo para la creación de legislación igualmente receptiva en Jamaica y otros países del Caribe. Sin embargo, el primer paso es reconocer que, al igual que cualquier otro grupo vulnerable, las madres y los recién nacidos merecen justicia climática.

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