
Imagen de Arzu Geybullayeva
Kizil Goncalar (Capullos rojos) es una nueva serie de televisión turca que trata sobre la vidasde Levent (Özcan Deniz), médico kemalista laico, y Meryem (Özgü Namal), mujer profundamente arraigada en su secta religiosa. Sin embargo, eso no es todo. La serie además trata de los distintos cultos religiosos de Turquía, un tema más bien sensible en un país donde hay 30 comunidades y sectas religiosas, según investigaciones.
A nadie sorprendió que como resultado, luego del estreno del primer episodio el 18 de diciembre, el programa está en apuros. Indignados espectadores pidieron a los productores cancelar la serie, y pintarrajearon con pintura negra los carteles de la calle. Los medios afines al Gobierno acusaron al programa de ser islamofóbico y, más recientemente, se anunció la cancelación de los permisos de rodaje de los siguientes episodios de la serie.
Hedef gösterilmişti
Şişli'de ‘Kızıl Goncalar’ afişine boyalı saldırı!https://t.co/RYNSRAUffq
— Cumhuriyet (@cumhuriyetgzt) December 22, 2023
Su objetivo: atacaron con pintura el cartel de Capullos rojos en Şişli.
La serie la protagonizan Özcan Deniz y Özgü Namal. RTÜK inició una investigación sobre la serie Capullos rojos, que trata sobre la vida comunitaria y familiar laica. El cartel de la serie fue atacado con pintura, y desde hace días, el programa es blanco de los medios cercanos al Gobierno. Por eso, la comunidad de İsmailağa pidió que lo cancelaran. Tras el incidente señalado por Cumhuriyet, los carteles en cuestión fueron retirados y en su lugar se colgó un anuncio de una marca de cuidado de la piel.
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Era el objetivo. En Şişli (barrio de Estambul) salpicaron de pintura el cartel de Kizil Goncalar.
El Consejo Supremo de Radio y Televisión aseguró estar al tanto de todas las quejas de los espectadores. El presidente del consejo, Ebubekir Şahin, dijo “se está llevando a cabo un riguroso proceso de escrutinio de FOX TV (canal donde se emitió el programa)”. Esta no es la primera vez que un canal de televisión de Turquía recibe penalidades por un programa de televisión.
Una de las sectas religiosas que más estuvo presente en el tema es Ismailağa Brotherhood (Hermandad Ismailağa). Es una de las comunidades más extensas que representan la tradición naqshbandi en Turquía, con más de 100 000 miembros y simpatizantes. Según el diario de Turquía Milliyet, alrededor de 4.5 millones de personas están afiliadas con distintas comunidades naqshbandi, y un 7,2% está vinculado con la comunidad Ismailağa […] También se conoce como “Çarşamba Cemaati”, en referencia a su principal y sagrado barrio de Çarşamba, en el distrito de Fatih de Estambul. La hermandad es tan apreciada por el gobierno actual que, en junio de 2022, el presidente Recep Tayyip Erdoğan asistió al funeral del fundador de la Hermandad İsmailağa, Mahmut Ustaosmanoğlu, y dijo que era un hombre de “eterno conocimiento y sabiduría”. El presidente también publicó un vídeo del funeral a través de X, antes conocido como Twitter.
La hermandad es especialmente estricta con las mujeres. En primer lugar, no deja que las niñas estudien y les imponen numerosas restricciones. En 2017, el canal de televisión de la Hermandad mostró imágenes pixeladas de mujeres sin velo en la cabeza durante un anuncio de servicio público del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social. Según el portal de noticias en línea Diken, “también se cree que no debería haber actrices en producciones propias o extranjeras. A la fecha, no se ha mostrado ningún rostro femenino en el canal”.
En diciembre de 2022, la Hermandad estuvo en el foco de atención por un escándalo de novias infantiles que sacudió Turquía. El escándalo fue sobre uno de los miembros de la hermandad, Yusuf Ziya Gümüşel, además fundador de una fundación afiliada, que supuestamente casó a su hija de seis años (conocida solo por sus iniciales H.K.G.) con un hombre de 29 años hace 18 años. Los periodistas Timur Soykan y Murat Agirel fueron los primeros en dar a conocer la historia, y aportaron pruebas de que la niña había sido objeto de abusos sexuales desde los seis años. Los periodistas enfrentaron una campaña en su contra, y algunos incluso instaron a las autoridades a iniciar una investigación sobre los reporteros y juzgarlos ante un tribunal.
El programa también refleja un poco de esta situación. En el primer episodio, uno de los miembros de la secta llama “infiel” a una de las mujeres con velo que es maestra en una escuela religiosa. El episodio también mostraba lo común que son la violencia hacia los niños y el matrimonio con menores de edad.
Pero la serie da un giro dramático cuando Meryem, que a su vez fue novia infantil, se resiste a que su hija Zeynep sea obligada a casarse con el hijo del jefe de la orden.
Las reacciones a las críticas al programa no se hicieron esperar. En un artículo de opinión para el periódico Gazete Duvar, la periodista Aylin Dağsalgüler escribió: «Si Capullos rojos va a seguir contando las historias de niñas casadas a una edad temprana, niñas que no van a la escuela, menores que sufren abusos, si va a seguir contando las historias de Maryam y su hija, lo que deberíamos debatir es por qué estas cosas no pueden evitarse en el ambiente político del país».
“Estas historias (de violencia, matrimonios precoces) son habituales en las familias religiosas”, afirmó Ayse Cavdar en entrevista con DW Turquía. “Los que dicen que esto está mal significa que también es su propia opinión. De lo contrario, ¿por qué no querrían que se viera? Es porque saben que está mal. Pero no pueden cambiar nada porque así lo exige la hegemonía dentro de la religión”, afirmó Cavdar.
El escritor Abdullah Naci escribió en X que le costaba entender la reacción negativa al programa. “Amigos, las personas religiosas, al igual que las laicas, también comen, se enamoran, a veces engañan a sus cónyuges, a veces mienten. Y que existan quienes no hacen nada de esto, no cambia la realidad ni obliga a los guionistas a tener en cuenta a estos últimos”.
En una entrevista reciente, el productor de la serie, Faruk Turgut, afirmó que el programa refleja la realidad de las sectas en Turquía. “Es la realidad de Turquía. El enfrentamiento entre laicos y religiosos. Es la realidad sociológica de Turquía”, afirmó el productor. Por su parte, la productora del programa, Gold Film, hizo público un comunicado a través de X que afirmaba que ni el programa ni los personajes se basaban en personas u organizaciones reales, y que todo era ficción.
“Nuestro objetivo es mostrar cómo, por un lado, un grupo que abusado de sus juicios de valor, causa estragos, mientras que otro grupo, con visiones del mundo diferentes, encuentra un lenguaje común en la vida con buenas intenciones en el fondo. Nuestra serie pretendía ser un espejo del segmento de una sociedad que consigue convivir a pesar de todas sus diferencias”.
En un país profundamente dividido entre ciudadanos laicos y musulmanes devotos, el programa tocó una fibra sensible. La cuestión sigue siendo si, esta vez, un programa puede marcar la diferencia en la sociedad. A la vista de las reacciones, probablemente no.