Entre cuatro paredes: Las reprimidas voces de la paz en Azerbaiyán

Imagen de Alex Shah

En el corazón del sur del Cáucaso, donde colisionan la historia y la geopolítica, la sociedad civil de Azerbaiyán se ha encontrado en el centro de una tumultuosa tormenta. Activistas de derechos humanos, periodistas y disidentes han soportado años de penurias bajo el régimen autoritario de la dinastía Aliyev. Las políticas autocráticas de este régimen han cercenado sus derechos fundamentales, y también los han sometido al lado más oscuro de la opresión.

Es un panorama en el que el simple acto de expresarse con frecuencia conlleva un alto costo, en términos de sacrificio personal y de la presión implacable que enfrentan.

Ilham Aliyev ganó gran popularidad entre la opinión pública azerbaiyana después de que el país obtuvo la victoria en la segunda guerra de Karabaj y recuperó el control sobre territorios que antes estaban bajo control de Armenia.

La victoria ha ensombrecido las actuales dificultades económicas y sociales del país.

Tres años después de la guerra de 44 días y tras la operación militar del 19 de septiembre de 2023 en Nagorno-Karabaj, el presidente Aliyev está decidido a mantener su control del poder. Mediante estrictas políticas autoritarias, el Estado continúa obstruyendo las acciones de la sociedad civil, imponiendo restricciones a los periodistas y sometiendo a los activistas a detenciones ilegales. Se ha despojado a la población de sus derechos a la libertad de reunión, palabra, expresión y organización.

Represión contra las voces emergentes

Poco después, Azerbaiyán declaró que había iniciado operaciones «antiterroristas» en Nagorno-Karabaj en septiembre de 2023, con lo que se desató una ola de sucesivas detenciones de activistas. Periodistas y activistas que expresaron abiertamente sus opiniones contra la guerra y llamaron a la paz fueron reprendidos por sus críticas y enfrentaron detenciones administrativas.

Entre los activistas perseguidos en aquel momento estaba Afiaddin Mammadov. Mammadov fue objeto de múltiples detenciones a lo largo del año por sus persistentes protestas. El 20 de septiembre, Mammadov fue detenido y enviado a prisión preventiva por cargos falsos de vandalismo. De ser declarado culpable, podría enfrentar ocho años de cárcel.

Ahmad Mammadli, miembro de Democracia 18, movimiento político de oposición, activista de derechos humanos y expreso político, declaró a Global Voices que las presiones contra los activistas por la paz no son nuevas y que comenzaron en torno a la segunda guerra de Karabaj, en 2020.

«Desde septiembre de 2020, se han observado detenciones masivas y persecución de activistas de ‘No a la guerra’, que eran contrarios a la guerra. El mismo patrón continuó en los años siguientes, con incidentes similares en septiembre [de 2023]. El objetivo del Gobierno es reprimir y aislar a los activistas políticos y sociales».

Mammadli recuerda cómo él y su movimiento «Democracia 18″ enfrentaron presiones y persecuciones inesperadas tras sus declaraciones a favor de la paz.

«En septiembre de 2022, me detuvieron cuando hacía llamados para que un tribunal internacional procesara a Ilham Aliyev por sus acciones contra los pueblos azerbaiyano y armenio. Estaba a punto de salir del país para seguir mis estudios en el extranjero, pero se prohibió mi salida del país, se violó mi derecho a la educación, fui encarcelado durante 30 días y se inició una causa penal falsa en mi contra, lo que provocó mi suspensión de la universidad», declaró Mammadli a Global Voices.

Desde la guerra de 44 días de 2020, las autoridades han detenido a más de 20 activistas, según la documentación y seguimiento de Mammadli.

El activista LGBTQ+ y bloguero Ali Malikov también sufrió acoso por parte del Estado por su sentir contra la guerra.

«Recuerdo haber recibido cientos de imágenes de cuerpos armenios decapitados desde números de teléfono extranjeros. Enfrenté múltiples intentos de hackeo de mi perfil personal de Facebook. Medios controlados por el Estado y conocidas páginas afiliadas al Estado difundieron mi información personal, me calificaron de ‘proarmenio’ porque estaba en contra de la guerra. Un medio difundió un vídeo mío durante una protesta. El canal de Telegram ‘Xainləri tanıyaq’ [conoce a los traidores] publicó mis fotos personales. Todose debió a mi participación en una campaña de recolección de firmas pidiendo la paz. Más recientemente, el periódico en línea Yeni Musavat publicó mi nombre en su sitio web, afirmó que asistí a un acto que estaba contra la guerra, pero eso no es cierto porque nunca lo fui».

En el contexto de Azerbaiyán, la guerra también desvió la atención de los problemas de derechos humanos del país, afirman los activistas entrevistados por Global Voices. Mientras tanto, el presidente Aliyev consolidaba aún más su poder, y recibió el respaldo de una ferviente base nacionalista. Si en algo estaban de acuerdo el Estado y la oposición era en el asunto de Nagorno-Karabaj. La victoria tras la segunda guerra empoderó a Aliyev; mientras el pueblo se olvidaba de sus agravios, la oposición los utilizó una vez para movilizar su apoyo contra el presidente y el Gobierno. Esto ayudó al presidente Aliyev y su gobierno a reprimir y marginar a los grupos disidentes, incluidos los grupos tradicionales de la oposición, y al calificarlos de traidores, silenciar eficazmente sus protestas y quejas.

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