Este artículo de Nedžada Avdić apareció originalmente en Balkan Diskurs, proyecto del Post-Conflict Research Center (PCRC). Global Voices publica una versión editada bajo un acuerdo de contenidos compartidos.
Džemil Hodžić era solo un niño cuando a su hermano Amel lo mató un francotirador durante el sitio de Sarajevo. Llevado por el deseo de encontrar fotos de su hermano, fundó la plataforma Sniper Alley en 2019, con la intención de recopilar fotografías, sobre todo de niños que vivieron el sitio de Sarajevo, que duró entre abril de 1992 y febrero de 1996. No obstante, el proyecto Sniper Alley es más que una simple colección de fotografías: es un testimonio de la resiliencia de los sobrevivientes.
El proyecto comenzó por mera casualidad, sin mucha planificación, impulsado por el deseo personal de Hodžić de encontrar fotos de su hermano, su familia o él mismo. En los años posteriores a la guerra, mientras rebuscaba en internet vistazos del pasado, en su interior se comenzó a formar una tormenta. Persuadido por un buen amigo, Hodžić decidió plasmar esta historia en papel y embarcarse en el proyecto. «No sabía que tenía eso dentro, ese amor, esa ira, ese deseo. Todo esto mezclado es lo que forma Sniper Alley», reflexiona Hodžić.
Durante mucho tiempo lo contuvo la idea de que su propia historia individual era irrelevante, un sentir que aún le ronda cuando presenta el proyecto, y le hace difícil hablar en primera persona. A pesar de crecer como niño afectado por la guerra, nunca nadie le había preguntado por su experiencia o por su hermano. Esta existencia silenciada le indujo a romper el silencio y dar voz a su historia.
«Creo que, por pura inercia, he creado una plataforma para que yo mismo, y otros, demos voz a los que ya no tienen», señala y subraya la naturaleza colectiva del proyecto Sniper Alley.
Ciertamente, el proyecto no solo trata del recorrido personal de Hodžić. Más allá de su amor por su hermano muerto, su percepción abarca a todos los niños del sitio de Sarajevo, quienes vieron segadas sus vidas demasiado pronto y quienes sobrevivieron al sitio y a toda su violencia. Con el tiempo, se han multiplicado los motivos personales y los compartidos que hay tras el proyecto. Se han presentado numerosas oportunidades nuevas, y según el proyecto se ha ido disociando en diferentes direcciones, se ha hecho difícil articular una definición rígida. Hodžić lo describe como «un archivo, una base de datos de fotos, experiencias y testimonios de todos los que vivimos los horrores de la guerra, el sitio y el genocidio».
Hodžić observa que el público en general todavía tiene que entender completamente el auténtico significado del proyecto Sniper Alley. En un esfuerzo por ilustrar su impacto, recurre a una simple analogía que subraya el valor de una sola foto, por no mencionar los miles de fotografías recopiladas en este archivo excepcional. En su analogía, Hodžić equipara estas fotos con el estudio de las setas de las mismas regiones arrasadas por la guerra. Al igual que este trabajo tendría una enorme importancia para Bosnia Herzegovina, porque resultaría informativo y útil para futuras generaciones, las fotografías de la guerra tienen también un valor único: sirven como ventanas a la dura realidad que se vivió durante el conflicto, y ofrecen un testimonio visual de las vidas afectadas por el sitio.
«Es importante para quienes viven, y aún más importante para quienes ya no están, quienes solo pueden hablar con la voz de los vivos», explica Hodžić. Recientemente recibió fotos de la colección privada de una anciana, que era la idea inicial del proyecto.
Para mantener el proyecto en marcha, archivarlo y documentar su contenido, Hodžić confía en la experiencia de un grupo diverso que incluye historiadores, periodistas, fotógrafos y activistas. Su contribución es esencial, ya que colectivamente transforman el proyecto Sniper Alley en una extensa plataforma de valor histórico. De esta forma, Hodžić aspira a facilitar el trabajo a futuros investigadores y periodistas, y reconoce el potencial del proyecto como recurso inestimable para quienes intentan explorar o arrojar luz sobre atrocidades y sucesos pasados, o sobre la vida diaria durante el sitio de Sarajevo.
Cada imagen tiene su propia historia, importancia y significado que podrían no estar claras hoy, pero se revelarán en su momento. Ya sea un arquitecto o alguien que busca una foto de un familiar que perdió, o de una calle conocida, estas imágenes tendrán una profunda trascendencia que subrayará la relevancia de este proyecto.
Hasta ahora, Hodžić ha conseguido inlcuir 113 galerías al sitio web del proyecto. Su red se extiende ahora a 170 fotógrafos más, muchos de los cuales han aceptado ceder sus imágenes, lo que promete ser una significativa incorporación al siempre creciente archivo del proyecto. Hodžić se mantiene pacientemente optimista, a la espera de sus entregas. La respuesta de estos fotógrafos ha sido notable, y revela la perdurable vitalidad de sus imágenes incluso a través de los años que han pasado. En general, las reacciones de los fotógrafos están marcadas por la gratitud, la amabilidad y el entusiasmo. El proyecto Sniper Alley es un intenso tributo a su trabajo, y representa una gran oportunidad de dar a conocer su experiencia en formas que no fueron posibles durante la guerra.
En cuanto a expandir la colección de fotografías del proyecto, Hodžić reconoce que queda mucho trabajo por delante. Según sus cálculos, tiene 350 fotógrafos en su lista de contactos, y todavía no va ni por la mitad. Esta cifra da una idea del gran tamaño potencial de la reserva de imágenes aún por descubrir, y resalta el continuo crecimiento y significado del proyecto Sniper Alley.
Es de señalar cómo el proyecto Sniper Alley conecta a víctimas, sobrevivientes y fotógrafos. Para explicar esta dinámica, Hodžić dice que las voces de las víctimas se suelen olvidar, su memoria se pierde al morir. De muchos no ha quedado ni una sola foto, ningún testamento visual de su existencia, ni siquiera un recuerdo anterior a la guerra. El sitio y la guerra provocaron que innumerables familias perdieran preciosas imágenes por fuego o robos, con lo que se borraron estos vínculos con el pasado. Son los fotógrafos que trabajaban en esa época quienes consiguieron capturar las únicas imágenes de esos niños. Por desgracia, estas fotografías muestran a menudo niños que cayeron víctimas de la implacable violencia de la guerra.
Por tanto, la única evidencia física de su existencia está en esos trozos de papel. Cada fotografía tiene su propia historia de un fotógrafo a menudo ignorado. Hodžić insiste en que estas fotos no aparecieron por arte de magia, y las circunstancias de su creación merecen nuestro reconocimiento. Mediante el proyecto Sniper Alley, Hodžić quiere honrar la memoria de las víctimas, y también quiere dar las gracias a los valientes fotógrafos que arriesgaron la vida para capturar estos inestimables atisbos de historia. «Para mí, los periodistas gráficos son auténticos héroes ignorados, y espero al menos haberles devuelto un poco», dice Hodžić.
No obstante, reconoce que tiene la limitación del tiempo y los recursos financieros. Sin donantes institucionales, el proyecto depende de la propia dedicación de Hodžić y las recientes donaciones de algunas personas por medio de una campaña de PayPal que él inició. La urgencia de su misión queda aún más clara por el lamentable fallecimiento de cuatro fotógrafos durante el tiempo que colaboraron con él, lo que le hizo darse cuenta de la necesidad de progresar más deprisa.
El futuro que prevé Hodžić está lleno de planes e ideas. No obstante, el tiempo siempre es un obstáculo. Incluso después de cuatro años de incansable dedicación, sigue frustrándose por el hecho de que, aunque existen incontables posibilidades para el proyecto, no hay suficiente tiempo para realizarlas todas. Los testigos de la guerra están desapareciendo rápidamente. «Lo que no se ha dicho desaparece con ellos, su testimonio, pruebas, experiencias, y en muchos casos, sus fotografías», lamenta. Pese a estas dificultades, Hodžić se muestra esperanzado. Para él, el proyecto es la misión de una vida, una búsqueda incansable para preservar la historia y hacer oír las voces.