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En Surinam, pequeña excolonia de los Bajos ubicada a lo largo de la costa norte de América del Sur, la reciente condena de Dési Bouterse, controvertido político, exlíder militar y expresidente, ha encendido un acalorado debate.
Tras la confirmación de la condena del Tribunal de Justicia de Surinam, emitida en Paramaribo el 20 de diciembre de 2023, Bouterse enfrenta circunstancias que desafían su complicado legado personal y la historia colectiva de la nación. Como subrayaron las tres juezas: asesinato es asesinato.
Es un recordatorio impactante de los asesinatos de diciembre, las ejecuciones de 15 disidentes en el régimen militar de Bouterse en 1982, y de los turbulentos años que dieron forma a la Surinam moderna. Las profundas cicatrices que esta historia conflictiva ha dejado aún pueden rastrearse entre la población, dentro y fuera del país: si eres surinamés, estás a favor o en contra de Bouterse.
Para quienes están en contra, la reciente condena de Bouterse trae una sensación de justicia tardía. En 2019, fue condenado a 20 años de cárcel por los asesinatos y el 31 de agosto de 2021, a pesar de las apelaciones, el tribunal lo volvió a condenar por su participación en los homicidios.
Esta última sentencia, por lo tanto, es más que un cierre legal: representa una victoria significativa sobre el poder sin restricciones y un paso crucial hacia la sanción nacional. Como lo describió un familiar de una de las víctimas, el sentimiento fue «de euforia y, al mismo tiempo, de una sensación de liberación de toda esta tensión».
Los surinameses que viven en Países Bajos, también tienen fuertes sentimientos sobre la sentencia. Ramón, de 41 años y dueño de un restaurante, comentó a Global Voices que está aliviado: «Crecí viendo a mis padres preocupados por Bouterse; era a menudo tema de discusión en la mesa. Un pariente mío resultó herido en aquella época yeso marcó a nuestra familia, pero también a Surinam como nación. Crecí en Países Bajos, pero sentí el peso de todo».
Rosanna, directora cultural de transformación de 55 años, comparte el alivio de Ramón: «Me alegra que finalmente hayan condenado a Bouterse. También crecí con personas que fueron directamente afectadas por los asesinatos. Sin embargo, lo más importante, es que esta condena es un mensaje para los jóvenes. Necesitan saber que Surinam es un país de justicia y que pueden confiar en el sistema al final».
Sin embargo, más de 40 años de lucha han dejado a muchos escépticos. Hawa, ama de casa de 55 años, dice que la decisión del tribunal en realidad la ha dejado menos optimista sobre el resultado final: «Apelará de nuevo como siempre lo hizo. Incluso después de explicar que no había más apelaciones posibles según los parámetros del sistema judicial, permaneció firme en su negativa a creer: ―¿Entonces, por qué no está en la cárcel?».
Es una pregunta que, por el momento, queda sin respuesta.
Mientras tanto, los seguidores de Bouterse han expresado un sentir diferente. Ven la sentencia como una maniobra política, un movimiento orquestado para deponer a un líder que, a sus ojos, defendió a los menos privilegiados y luchó contra los vestigios coloniales. Es más, la postura decolonial de Bouterse fue algo ampliamente reconocido tanto por sus seguidores como por sus detractores.
Más recientemente, después de que la famosa escritora y ganadora del Premio Literario Neerlandés 2021, Astrid Roemer, declaró de manera controvertida que Surinam «necesitaba» a Bouterse, a quien describió como «inolvidablemente valiente», los organizadores cancelaron su ceremonia de premiación.
Entre las familias de las víctimas y los defensores de los derechos humanos, y los seguidores de Bouterse, las emociones oscilaron entre el alivio y la justificación, y la decepción y la desconfianza. Fue un corte representativo de las más profundas divisiones sociales en Surinam y el desafío continuo que enfrenta el país para llegar a un acuerdo con su complejo telón de fondo histórico, fuertemente entrelazado con el legado neerlandés en la región.
El pasado colonial de Surinam bajo la ocupación neerlandesa y sus interacciones tras la independencia han dejado una historia compleja. La respuesta de Países Bajos al juicio, sus relaciones diplomáticas con Surinam y el interés de la comunidad neerlandés-surinamesa señalan la influencia duradera de esta conexión histórica.
Este juicio y sus consecuencias se han vuelto mucho más grandes que Bouterse, abarcan también la identidad de Surinam y el tipo de futuro que desea forjarse. Las diversas y emocionalmente cargadas reacciones ofrecen un panorama de una nación que lucha por llegar a un acuerdo con su historia mientras se esfuerza por avanzar.
¿La nueva Surinam estará comprometida con los valores democráticos? ¿Mantendrá la integridad legal? Mientras el país navega por estas aguas turbulentas, el mundo observa y muchos esperan un futuro donde la justicia y la reconciliación puedan coexistir.