La primera vez que escuché el término FOMO (del inglés fear of missing out), que significa miedo a perderse, estaba de regreso al continente después de un fin de semana por las islas Down De, grupo de islas más pequeñas frente a la costa noroeste de Trinidad, que popular refugio de descanso y relajación (rest and relaxation, o R&R). Er tarde, con nosotros iba una niña exhausta pero decidida, que evitaba el sueño con tanta destreza que podría haberle enseñado a Muhammad Ali algo sobre movimientos para esquivar. Sus padres, que claramente sabían cuándo tirar la toalla, atribuyeron su resistencia al FOMO.
Son niños, lo entiendo. Son naturalmente curiosos, todo es nuevo y emocionante, y sus cerebros se desarrollan a una velocidad vertiginosa, crean todo tipo de conexiones neurológicas importantes que los ayudan a entender cómo funciona el mundo y dónde encajan. Sin embargo, con los adultos, los expertos en salud creen que el fenómeno FOMO está vinculado a la percepción de que otros se divierten más que tú. Por alguna arraigada razón, esto desencadena una sensación de ansiedad tal que puedes encontrarte haciendo cosas inesperadas para evitar quedarte fuera. Después de todo, solo se vive una vez (you only live once, YOLO), comprueba en Instagram las personas que viven mejor su vida (live your life better, LYBL).
El lunes 9 de enero, con ansias de asistir al funeral de Estado del ex primer ministro Basdeo Panday, la Karen Nunez-Tesheira, exministra de Finanzas, se apresuró a saltar sobre una barandilla en Academia del Sur para las Artes Escénicas (SAPA), mientras justificaba por qué «tenía que saltar» a los medios, que estaban allí para presenciarlo: «El ministro, que fue mi colega, eligió ignorar mi presencia. […] Así que me ignoraron, y ahora todos me vieron. Y ahora tienen que ayudar al expresidente del Senado a hacer lo mismo, porque no recibió invitación». El video mostró luego que Timothy Hamel-Smith siguió el ejemplo de Nunez-Tesheira y escaló la baranda.
Honestamente, tuve que reproducir el video varias veces en un esfuerzo por entender por qué, aún si estando inclinados a romper las reglas, como tantos en Trinidad y Tobago hacen rutinariamente, deberían hacerlo descaradamente a la vista de cámaras de video, mientras daban justificaciones al saltar la valla. Ninguno parecía especialmente afligido, aunque supongo que el duelo, al igual que el FOMO, puede manifestarse de muchas maneras.
En diciembre de 2022, Nunez-Tesheira compitió sin éxito con el actual primer ministro, Keith Rowley, por el liderazgo del Movimiento Nacional Popular (PNM, por sus siglas en inglés) en una elección interna, renunció al partido en agosto de 2023. Dijo que la democracia del país estaba «bajo amenaza», y se unió al incipiente partido político de Hamel-Smith. No es descabellado asumir que sus colegas del Gobierno aún puedan albergar cierto resentimiento. Como comentó un amigo mío en Facebook, «estamos en 2024 … ¿seguimos irrumpiendo en bodas y funerales?».
Al parecer, la respuesta es sí. Los trinitenses no soportan la idea de perderse algo, desde fiestas hasta velorios, desde el principio hasta el final. Nos gusta ver y que nos vean. Y si necesitamos sacudir la proverbial jaula para evitar las grandes emociones que el FOMO provoca en nosotros, que así sea. Sin embargo, si dos personas comunes y corrientes hubieran irrumpido en la Tribuna Norte en el Panorama, puedes estar seguro de que la narrativa se habría vuelto inmediatamente oscura y despectiva, pero cuanto más alto llegas en la sociedad, parece que el FOMO se tolera, incluso se espera.
Me resulta absurdo, pero claro, yo no sufro de FOMO. Soy trinitense hasta la médula (Trini to the bone, TTTB) como otras personas, pero cualquiera que me conozca dará fe de que generalmente estoy muy lejos de las multitudes bulliciosas. Si acaso, soy la viva imagen de la alegría de perderse algo (joy of missing out, JOMO). Puede tener algo que ver con una fiesta de cumpleaños a la que supuestamente me invitaron en algún momento cuando estaba en primaria. Tendría siete u ocho años, porque lo que sucedió demuestra que ya había alcanzado la edad de la razón.
Era la hora de recoger a los niños, y un compañero de clase —cuyo nombre o rostro sinceramente no puedo recordar, aunque sí recuerdo que tenía gran sentido de la autoridad y muy pocos amigos— corrió hacia mí para entregarme una invitación, acompañada de algún comentario despectivo sobre la necesidad de más chicas en la fiesta. Como era de esperar, hice un gesto de desaprobación, metí la invitación en mi mochila, me fui a casa y la olvidé rápidamente. Más tarde, mi madre encontró la invitación y me preguntó por qué no le había dicho nada. «Porque no voy a ir». Cuando le expliqué la situación, estuvo completamente de acuerdo en que a ninguno de sus hijos se le iba enviar a ningún lugar solo para completar la lista de invitados (sospecho que incluso podría haber estado un poco impresionada).
Esa actitud me ha acompañado hasta el día de hoy. Disfruto de mi propia compañía. Si no sientes lo mismo, me parece bien, pero no esperes que me esfuerce por entrar a la fuerza en un club, concierto, boda o funeral. Tampoco lo tomaré personalmente. Entiendo completamente que quizás te hayas quedado sin entradas para tu fiesta, prefieras una reunión más íntima para tu boda o hayas llenado demasiado tu comedor.
En el caso de los dos que treparon la barandilla, la omisión puede haber sido intencional o simplemente un error. De cualquier manera, si no tienes una invitación para un evento estatal solemne, para el cual es probable que la lista de invitados haya sido discutida o aprobada por la familia del difunto, ¿deberías presentarte? ¿Para qué? ¿Para demostrar un punto político? ¿Hacer que los organizadores parezcan mezquinos en el mejor de los casos y, en el peor, incompetentes? O tal vez, para poder decir que estuviste allí. Al menos obtuvimos muchos memes entretenidos de todo ese fiasco.
En un país donde todavía estamos obsesionados con la posición y la jerarquía, donde los «todo incluido» están diseñados para excluir, donde prácticamente cada evento no solo tiene una sección VIP sino también una sección VVIP, aparentemente siempre hay un aire más exclusivo en el universo de FOMO. La gente olvida que tiene opciones y en mi humilde opinión (in my humble opinion, IMHO), el dúo dinámico podría haberse beneficiado de una de esas opciones. La más simple y digna bien podría haber sido irse y enviar una tarjeta de condolencias. Para ser justos, aunque eso es un secreto que quienes sufrimos de JOMO guardamos celosamente: la ausencia hace que el corazón se vuelva más afectuoso.