For many years, everyone said that whoever will liberate Karabakh will be our eternal president. I think that Ilham Aliyev has earned this position and title with the policy he implemented for 20 years, by serving the people of Azerbaijan and liberating the occupied territories. Every patriotic Azerbaijani is of this opinion.
Durante muchos años, todo el mundo ha dicho que quien libere a Karabaj, será nuestro presidente eterno. Creo que Ilham Aliyev se ha ganado este puesto y este título con la política que ha aplicado durante 20 años de servir al pueblo de Azerbaiyán y liberar los territorios ocupados. Todos los azerbaiyanos patriotas opinan así.
Esta declaración del vicepresidente del gobernante Partido Nuevo Azerbaiyán (YAP), que lleva 30 años en el poder, refleja el discurso dominante y paternalista de las élites de hoy en día en Azerbaiyán. Tras una década en la «zona gris política«, desde mediados de la década de 2000, académicos y expertos de la democracia han clasificado a Azerbaiyán como un régimen autoritario hegemónico o consolidado. Tras haber frustrado la transición hacia alguna forma de democracia, que muchos grupos sociales esperaban desde hacía tiempo, Azerbaiyán esta completando ahora una transición inversa y se dirige hacia un régimen dictatorial en toda regla.
Pocas semanas después de celebrar los 20 años de su presidencia con un desfile militar en Karabaj el 7 de diciembre de 2023, Aliyev fijó una nueva fecha para elecciones presidenciales anticipadas a llevarse a cabo dos meses después. Aunque no se ofreció ninguna justificación formal, algunos funcionarios consideraron la medida como «adelantarse a algunos rápidos procesos regionales». Sin embargo, la decisión de celebrar elecciones anticipadas revela un preocupante patrón. Serán las terceras elecciones consecutivas, presidenciales y parlamentarias combinadas, en las que las autoridades recurren a votación anticipada sin justificación. Esta incertidumbre institucional se está convirtiendo en una norma más que en una excepción. El aprendizaje autocrático es real, el presidente turco Recep Tayyip Erdoğan, con dos elecciones presidenciales anticipadas en 2018 y 2023, aunque con motivos distintos, ha servido de ejemplo de ruptura de ciclos electorales para facilitar el apego al poder.
La diferencia en el caso actual es que el período entre el plazo electoral prescrito constitucionalmente y la fecha reprogramada de la votación es significativamente más largo. Tras un polémico referéndum en 2016 que le permitió ampliar el mandato presidencial de cuatro a siete años, Aliyev celebró otras elecciones sin oposición en noviembre de 2018, lo que significa que las próximas elecciones presidenciales estaban previstas constitucionalmente para noviembre de 2025. Se celebrarán 14 meses antes.
Aunque muchos especulan sobre los motivos de las elecciones anticipadas y apuntan a factores geopolíticos y económicos, la clave está en la política interior, o que no haya política interior. Aliyev adelantó los comicios simplemente porque no enfrentaba ninguna restricción constitucional ni política.
Mientras que las elecciones anticipadas estén pensadas para periodos de agitación política en las democracias, son todo lo contrario en entornos autocráticos. En Azerbaiyán, la estabilidad política se basa en represión regularizada; extrema popularidad ganada tras la recuperación de Karabaj en 2020 y 2023; captación discursiva de actores no estatales a través de narrativas nacionalistas, y sin embargo, apatía sostenida de la población, en particular hacia el proceso lectoral. Esos son los determinantes claves de la despolitización que permite a Aliyev tomar decisiones arbitrarias sin ninguna contestación, pero hay más.
En los últimos 20 años, el régimen azerbaiyano ha suprimido gradualmente a todos los posibles desafiantes y a las voces prodemocráticas. Estás últimas, que también tienen sus propios retos de desvinculación de la sociedad, nunca han estado tan desoladas. La represión reglamentaria y la persecución penal han obstaculizado el desarrollo del sector de las ONG financiadas por Occidente desde 2013; dos partidos opositores claves suelen ser objeto de frecuentes ataques y de privación de recursos cruciales, incluido el derecho de reunión, y los ciudadanos de a pie son oprimidos cuando se oponen colectivamente a las políticas gubernamentales, como se vio en la violenta respuesta a la protesta ambiental en el distrito de Gadabay en junio. En 2023 entraron en vigencia nuevas leyes estrictas sobre medios y partidos políticos, que crearon un sistema de registro centralizado y regularon excesivamente sus actividades. Detuvieron por motivos políticos a quienes no accedieron a las restricciones impuestas por el Gobierno, como el estudioso de la economía Gubad Ibadoghlu, que pretendía fundar un nuevo partido político de oposición.
Justo antes de las elecciones anunciadas, lo que quedaba de los medios independientes que no se alineaban con el sistema mediático centralizado y censurado, y que sacaban a la luz cuestiones políticas, fueron objeto de demoledor ataque. Desde finales de 2023, el Gobierno tomo medidas enérgicas contra Abzas Media, conocido por sus exhaustivas investigaciones sobre corrupción, allanaron sus oficinas y detuvieron a su director: Ulvi Hasanli, a su redactora en jefa, Sevinj Abbasova y a tres de sus periodistas. Los medios estatales los calificaron de «espías estadounidenses«, como parte de una propaganda antioccidental más amplia, reflejo de las narrativas del Kremlin. La misma suerte corrió el mayor canal de televisión por internet del país, Kanal 13, que informa sobre problemas sociales, y su director y los miembros de su equipo fueron detenidos. La nueva generación de jóvenes activistas, como el defensor de los derechos laborales Afiaddin Mammadov, también están sometidos a ciclos de represalias.
Junto con la represión, o como resultado, los dirigentes azerbaiyanos han conseguido la aceptación pasiva de diferentes generaciones de la población en los últimos 30 años. En una encuesta representativa realizada entre los jóvenes del país (edades: entre 14 y 29 años; número de respuestas: 1605) en 2022, el 43% de los encuestados indicó que no estaban interesados en absoluto en la política y un 26% adicional dijo que no les interesaba mucho.
Los jóvenes que viven en la capital, Bakú, se muestran aun más desinteresados por la política. Casi el 75% de los jóvenes del país no participó en ninguna actividad sociopolítica en medio año, ya fuera voluntariado, peticiones o participación en línea. El apoyo a la democracia tampoco es muy elevado, especialmente en Bakú, donde el 43% de los encuestados se mostró contrario a la proposición de que «la democracia es el mejor sistema de gobierno para Azerbaiyán», y casi una cuarta parte no tuvo opinión. El acceso a la información política es también muy escaso. Aun así, cuando se trata de la percepción de los mayores problemas del país, el alza de los precios ocupa el primer lugar (58%), mientras que la integridad territorial, sobre la que el régimen construye su retórica populista, suele considerarse el segundo asunto más importante.
Mientras que el Ejército es la institución más confiable (97%), el presidente goza de un 93% de popularidad entre los jóvenes.
Aliyev está aprovechando otros dos factores para forjar un modelo de Gobierno totalmente centralizado. El primero es su condición de comandante en jefe victorioso y cerebro de la política exterior con un apoyo público en su cúspide. Sin embargo, era poco probable que Aliyev perdiera significativamente su legitimidad hasta el período electoral ordinario de 2025, con importantes reservas económicas y capital político. Pero el momento es propicio para él, ya que el mundo esta constatando la desaparición del orden internacional liberal y el salto de la era multipolar con alianzas autocráticas empoderadas. Además, se esperan algunas turbulencias para los próximos dos años con la finalización de un acuerdo de paz con Armenia en los próximos meses, las elecciones presidenciales en Rusia y Estados Unidos, la esperada pero incómoda retirada de las fuerzas de paz rusas de los territorios azerbaiyanos en 2025 y la posible evolución de la guerra entre Ucrania y Rusia. Así pues, Aliyev está intentando renovar su mandato antes de estas elecciones para completar la transición a un sistema político en el que como hombre fuerte, tenga pleno control sobre la dinámica social y los flujos de información.
El discurso del «presidente eterno», cada vez más expresado por funcionarios y personajes públicos vinculados al Gobierno, no es solo palabrería. Azerbaiyán avanza hacia un régimen dictatorial similar al de Turkmenistán. Aquí, el régimen tiene menos motivos para imitar la democracia y el constitucionalismo aunque sea con fines autocráticos. Ha habido algunos signos audaces. Las fronteras terrestres del país han permanecido cerradas durante casi cuatro años sin ninguna explicación razonable. Además, como ha señalado constantemente el encarcelado académico Ibadoghlu, la esfera económica está totalmente concentrada en manos de la familia gobernante a través de empresas estatales y familiares. A diferencia de lo que ocurría antes, cualquier grupo político prodemocrático emergente es aplastado de inmediato.
Mucho dependerá de si los actores no estatales podrán proteger su espacio, cada vez más reducido y de cómo lo harán. Los partidos de la oposición boicotearán las elecciones con el argumento de un terreno de juego desigual. Muchos otros están en modo de sobrevivencia, con la energía limitada desviada a los casos de cada vez más presos políticos. Sin embargo, a pesar de la pesadumbre y el miedo, siguen surgiendo algunas iniciativas políticas. Una notable es la Third Republic, plataforma creada en diciembre de 2023 por un grupo de conocidos expertos con pasado político, cuyo objetivo es restaurar el estado de derecho, transformar el «gobierno unipersonal» en una república parlamentaria, descentralizar la gobernanza y frenar la corrupción sistemática. Aunque ya han sido objeto de represión y vigilancia, el tiempo demostrará si consiguen navegar con éxito por aguas turbulentas.