«La voluntad del pueblo chino»: Narrativa de Pekín sobre la invasión a Taiwán

Presidente chino Xi Jinping. Imagen de Kremlin.ru (vía Wikipedia) con licencia (Creative Commons Attribution 4.0 License).

Este artículo de Kuan-shun Yang es parte de un artículo especial conjunto de New Bloom y Taiwan Insight sobre las elecciones de 2024. Se publicó originalmente en Taiwan Insight el 2 de enero de 2024 y en New Bloom el 9 de enero de 2024. Global Voices reproduce una versión editada en virtud de un acuerdo para compartir contenido con New Bloom.

Durante décadas, Taiwán ha vivido bajo la constante amenaza militar de “reunificación” de Pekín. Sin embargo, propagandistas chinos suelen calificar a Taiwán de “problemático” capaz de desestabilizar la región del Indo-Pacífico o de “preocupar a China por todo lo que hacemos [en Taiwán], sobre nuestra existencia”, como señalo Hsiao Bi-khim, exembajadora de Taiwán en Estados Unidos. La independencia de Taiwán, ya sea un llamado político o una realidad objetiva, es provocativa para el Partido Comunista Chino. Los portavoces del Partido Comunista Chino han logrado convencer a numerosos observadores internacionales de desalentar la búsqueda de Taiwán de su independencia, y catalogan la autonomía de Taiwán como una afrenta para el pueblo chino.

Xi Jinping, secretario general del Partido Comunista Chino, y sus predecesores han destacado ante la nación china la importancia de la “cuestión de Taiwán” y la necesidad de unificación. En una reciente entrevista, el Cui Tiankai, exembajador chino en Estados Unidos, describió la cuestión de Taiwán como una “cuestión de vida o muerte para China” sin “espacio para concesiones”. Funcionarios y comentaristas chinos suelen invocar la “voluntad de los 1400 millones de chinos” cuando analizan la criticalidad de la misión histórica del Partido Comunista Chino de integrar a Taiwán.

Algunas narrativas atribuyen el aumento del sentir nacionalista en la sociedad china y el aumento de la “espiral de hostilidad” a través del estrecho de Taiwán al comportamiento de Taiwán. Se citan varios factores para explicar esta creciente hostilidad hacia Taiwán. Por ejemplo, el gobernante Partido Progresista Democrático, a diferencia de su predecesor Kuomintang, nunca aceptó el consenso de China de 1992, que quiere decir que Taiwán es parte de China. El movimiento dde “desinicisación” que el gobierno del Partido Progresista Democrático está promoviendo puede erosionar los elementos culturales chinos en Taiwán. Por lo tanto, es esencial que Taiwán mantenga una sensación de cordialidad en la sociedad china, como barandilla para la seguridad de Taiwán. Alentar la buena voluntad entre el pueblo chino y reducir la necesidad de una unificación forzada podría incluir los esfuerzos de Taiwán de integrarse en China.

Deseo compartido de paz a través del Estrecho

La opinión pública de Taiwán, según revela una encuesta longitudinal de la Academia Sínica de Taiwán, indica que más de la mitad de los taiwaneses encuestados ven favorablemente a China. Las mismas encuestas muestran también que casi dos tercios de los taiwaneses encuestados tendrían una impresión más positiva de China si cesara sus acciones militares contra Taiwán. Una mayoría incluso aceptó que vería a China de forma más positiva si se llegara a un acuerdo para evitar la invasión china de Taiwán a cambio de que Taiwán se abstuviera de reclamar su independencia formal.

Source: Academia Sinica, «Research on the China Image 2014-2019″

Fuente: Academia Sínica, «Investigación de la Imagen de China 2014-2019″

La supuesta «hostilidad» del pueblo chino hacia Taiwán también puede ser exagerada. Una encuesta publicada en mayo en The Journal of Contemporary China indica que el 55% de los chinos encuestados respalda que Pekín lleve a cabo la unificación armada de Taiwán, y solo el 1% aboga por una guerra inmediata contra Taiwán. Además, alrededor de un tercio no apoya la unificación armada. Estos resultados contrastan fuertemente con la impresión de apoyo unánime a la unificación forzosa que el aparato de propaganda del Partido Comunista Chino da a entender a menudo entre la población china.

Sobrestimada “voluntad del pueblo”

Sigue siendo una incógnita si el pueblo chino, gobernado por un régimen no elegido, puede influir realmente en el proceso de toma de decisiones de sus élites políticas, especialmente en el lo referente a la invasión de Taiwán. Los comentarios de «guerrero lobo» y las expresiones de «sentimientos heridos» de los cibernautas nacionalistas «rosaditos» de China pueden estar orquestados por la maquinaria propagandística del Partido Comunista Chino para legitimar la política exterior asertiva del régimen. Aparte de la evidente propaganda distribuida a través de los canales oficiales, ha habido casos en los que el Partido Comunista Chino ha permitido que el sentir nacionalista cobrara fuerza en disputas que involucraban a China y a otros países como Japón, Corea del Sur, Australia y Estados Unidos.

Con la consolidación del poder político de Xi en los últimos años, también puede resultar hiperbólico sugerir que una sola cuestión podría poner en peligro los cimientos de su gobierno. Hace más de 20 años, David Lampton observó que a los líderes chinos les preocupaba que los nacionalistas los derrocaran si no conseguían detener la búsqueda de la independencia de Taiwán. Hoy en día, puede resultar difícil imaginar un escenario realista o un mecanismo práctico por el que el régimen del Partido Comunista Chino pudiera ser derrocado por un sentir nacionalista enfurecido en China por un intento fallido de unificar Taiwán. Dado el intrincado y omnipresente estado de vigilancia existente, cualquier descontento público en China solo puede manifestarse de forma descentralizada y desorganizada, como se ha visto en acontecimientos como la «Revolución del Libro Blanco» de 2023 y el «Movimiento de los Echados Boca Arriba» entre la juventud china.

Es posible que la recesión económica de China, que incluye una crisis del mercado inmobiliario, deudas incobrables y un crecimiento lento, no desencadene de inmediato un malestar generalizado, pero podría poner a prueba la capacidad de control interno del Partido Comunista Chino. Dada la actual trayectoria de deterioro económico, se espera que aumenten los gastos de Pekín en mantener la estabilidad interna para mantener su capacidad de reprimir los agravios internos. Aunque es posible que esto no conduzca a una reducción inmediata del gasto militar chino, podría indicar que la salud económica de China se ha deteriorado hasta el punto de que el presidente estadounidense, Joe Biden, se convenciera de que la capacidad de China para invadir Taiwán es limitada. Como señala Wang Fei-ling, del Instituto de Tecnología de Georgia, hasta un líder asertivo como Xi «tiene que preocuparse de dónde va a sacar el dinero».

Independientemente de lo mucho que Xi considere la unificación de Taiwán como un componente crítico de su mandato y misión histórica, es esencial distinguir entre los objetivos a largo plazo del líder chino y sus prioridades políticas en este momento. Es posible que Xi siga afirmando que la resolución de las disputas a través del Estrecho no puede posponerse indefinidamente. Sin embargo, Chang Wu-ueh, de la Universidad Tamkang de Taiwán, sostiene que Xi puede no dar prioridad a la cuestión de Taiwán cuando su autoridad dentro del partido es indiscutible, y el uso de la fuerza contra Taiwán podría desencadenar una indeseable intervención estadounidense. En su lugar, Xi puede optar por abordar preocupaciones estratégicas más apremiantes, como enfrentar los retos económicos inmediatos de China y gestionar la relación entre China y Estados Unidos, sobre todo antes de las elecciones presidenciales estadounidenses de 2024. Este argumento gana credibilidad si se tiene en cuenta que Xi aseguró al presidente Biden que no tiene planes de invadir Taiwán en 2027 ni en 2035.

Las palabras aparentemente conciliadoras de Xi no dan margen a Taiwán para actuar imprudentemente. En su encuentro con Biden, mantuvo su postura inflexible de que «China tiene que acabar avanzando hacia una resolución». Los líderes políticos de Taiwán, incluido el vicepresidente independentista y favorito a la presidencia, Lai Ching-te, se comprometieron a mantener la situación en el estrecho de Taiwán. Como señala Chang, es probable que Pekín aumente la presión sobre Taiwán tras las elecciones presidenciales, sobre todo si Lai resulta elegido. Esto enviaría un mensaje claro al público nacional e internacional sobre la reivindicación china de Taiwán.

Por lo tanto, es crucial no exagerar las prioridades proclamadas por el Partido Comunista Chino sin verificar su importancia real tanto para el régimen como para el pueblo chino. Independientemente de que el Partido afirme tener un mandato de la «voz del pueblo», es importante subrayar que las declaraciones o narrativas que invocan «la voluntad de los 1400 millones de chinos» no tienen legitimidad para dictar las acciones de Taiwán ni de ningún otro país. Hacer juicios inexactos sobre esas afirmaciones puede conducir a errores de cálculo potencialmente peligrosos y a decisiones erróneas, que en última instancia pueden perjudicar los intereses de Estados Unidos y sus aliados, todo para apaciguar las demandas del Partido Comunista Chino. Todos los países del mundo deben reconocer que son partes interesadas en la paz y la estabilidad del estrecho de Taiwán. Al abordar a China en su totalidad, se hace evidente que la coexistencia pacífica entre Taiwán y China sirve a los mejores intereses de las partes implicadas.

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