
Ilustración hecha por CONNECTAS. Usada con permiso.
Este artículo fue escrito por Grisha Vera y publicado en CONNECTAS el 13 de febrero de 2024. Una versión editada es republicada en Global Voices bajo un convenio entre los medios.
«No existe nada que sea realmente un desastre ‘natural’. El desastre es lo que sucede porque la sociedad permite que suceda…», afirmó la periodista estadounidense June Carolyn Erlick en su libro Desastres naturales en América Latina.
Los recientes incendios en Valparaíso, zona centro-sur de Chile, mataron a 132 personas y dejaron a miles de familias sin sus casas. Varias autoridades, incluido el presidente Gabriel Boric, denunciaron que los incendios fueron provocados: “Que sepan, cualquiera que se encuentre prendiendo un foco y desatando la tragedia que hemos visto, los vamos a buscar por todas partes y les va a caer todo el peso de la ley, además del repudio de toda una sociedad entera, porque lo que han causado es inconmensurable”, dijo Boric desde Viña del Mar luego del desastre.
Hubo detenidos por los incendios de Valparaíso, pero la Fiscalía no los acusó porque no halló pruebas. Hubo denuncias de los ciudadanos por presuntos nuevos pirómanos, pero la Policía no los encontró. También hubo desinformación, como que siete venezolanos estaban encendiendo nuevos focos en otra zona. Pero aunque la versión se hizo viral, no era cierta.
Chile, como también al menos otros ocho países de Suramérica, padece miles de incendios forestales cada año y debe preparase para prevenir y atender estos eventos que cada vez ocurrirán con mayor frecuencia y magnitud debido al cambio climático. En octubre de 2023, por ejemplo, en dos de las localidades más importantes de Bolivia, La Paz y Santa Cruz, la mala calidad del aire producto de los incendios forestales obligó al gobierno a suspender las clases escolares.

Infografía hecha por Statista. Usada con permiso.
Estos eventos naturales, cada vez más esperados, evidencian las fallas de las instituciones y de las sociedades. Unas semanas antes de la tragedia de Valparaíso, las llamas también afectaron a Bogotá, la capital colombiana y a otros departamentos de ese país. La emergencia hizo pública, por ejemplo, la reducción presupuestaria al cuerpo de bomberos, y un concejal de Bogotá denunció que también se redujeron los recursos de otras instituciones claves para prevenir y enfrentar los desastres naturales, justo en un momento donde la humanidad espera más y más fuertes eventos de este tipo. En medio de la crisis, además, fue despedido el director nacional de bomberos de Colombia, supuestamente por denunciar esa escasez de recursos.
La Patagonia argentina también arde desde comienzos de año. De acuerdo con un informe de Amnistía Internacional, solo en 2022 se incendiaron más de medio millón de hectáreas en ese país. “Es esencial que el Estado argentino avance en el cumplimiento de sus compromisos internacionales en materia de protección del ambiente y los derechos humanos”, concluye el documento.
Prevenir el fuego
La mayoría de los incendios en Chile se relacionan con la acción humana. Incluso muchas veces puede haber intencionalidad, pero no es solo eso.
Ariel Muñoz, doctor en ciencias forestales y profesor de la Pontificia Universidad de Valparaíso, explica que también tienen mucho que ver las políticas forestales del país, que responden a razones económicas. Primero porque han creado paisajes más inflamables y segundo porque algunas personas provocan los incendios para generar cambios de usos de suelo.
El doctor Eduardo Peña, experto en ecología del fuego, comenta que toda vegetación puede arder, incluso los bosques nativos, como ocurre actualmente en Argentina. Explica que para que ocurra un incendio deben confluir tres elementos: combustible (vegetación seca), oxígeno y una fuente de calor, en la mayoría de los casos por acción humana. Es decir, cuando la temperatura es mayor a 30 grados centígrados, la humedad relativa del ambiente es inferior al 30% y la velocidad del viento es mayor a 30 kilómetros por hora. Los expertos advierten que estas condiciones cada día ocurren más por el cambio climático.
Peña señala los cortafuegos como parte fundamental de las medidas de prevención. Y da un ejemplo: “En el año 2009 en Australia ocurrió un gran incendio, que causó la muerte de 174 personas. En ese momento ese país reflexionó que habiendo combustible los incendios no se pueden detener. Entonces establecieron una ley donde es obligatorio hacer cortafuegos en las propiedades”.
El ecólogo agrega que el mantenimiento de las casas y ciudades también disminuye el impacto y la propagación del fuego. “Una villa en Valparaíso, que se llama Botania, no se quemó y la razón era que estaba limpia alrededor”. Dice que para los expertos los cortafuegos no son suficientes si las ciudades y casas no están limpias de vegetación seca.
Los árboles de Hiroshima, símbolo de duelo y esperanza tras los trágicos incendios en Chile
El fuego que castigó durante días la Región de Valparaíso logró ser extinguido. Los incendios más mortíferos que recuerde #Chile se cobraron la vida de 131 personas y destruyeron… pic.twitter.com/FkmCJpMzKN
— DW Español (@dw_espanol) February 8, 2024
Los expertos coinciden en que la expansión urbana no planificada es otro factor de riesgo. “En muchos países ocurre que la ciudad empieza a expandirse, pero con un sistema no planificado en cuanto al lugar y el tipo de material, diseño y recursos que escasamente tienen. Entonces, en el caso de Valparaíso muchos eran terrenos ocupados y las construcciones eran principalmente en madera y a veces incluso en cartones. Por lo tanto, una vez que se inicia el fuego es prácticamente imposible detenerlo. Entonces vimos imágenes de cuando las personas iban saliendo en vehículo y quedaron trabadas”.
Ambos expertos apuntan además que la educación es esencial para disminuir la probabilidades de incendios y reducir su impacto.
Adaptación al cambio climático
Los incendios de Chile de 2017 obligaron al mundo a crear un indicador más en la escala para medir los incendios forestales por la intensidad y velocidad de propagación: los de sexta generación. Para 2020, según un informe de WWF España, una organización internacional dedicada a la defensa de la naturaleza y el medio ambiente, esos fuegos de sexta generación eran ya “la nueva normalidad”.
“Cuando hay un solo incendio la estrategia es llegar cuanto antes a él. ¿Cuál es el problema? Que ahora tenemos muchos incendios y los recursos no nos dan para llegar oportunamente a combatirlos. Por lo tanto, algunos se quedan sin atención y si hay condiciones favorables de viento y la topografía es de relieve se van a propagar mucho más rápido. Cuando ya son grandes son muy difíciles de controlar”, explica Peña.
Los efectos del cambio climático se sienten cada día con mayor fuerza y sus efectos, como ocurrió en Chile, causan tragedias ambientales, económicas y sociales. Muchas de estas se pueden prevenir o al menos reducir su impacto. Aunque es tarea de todos, sin duda los gobiernos deben dar el primer paso al cambiar su actitud, generalmente reactiva, por una preventiva.