
Captura de pantalla de un vídeo de Ognie Foundation Bangladesh. Uso legítimo.
Hace aproximadamente un año, cuando tenía unos seis meses de embarazo, estaba en un acto que yo había diseñado y organizado, que incorporaba historias y expresiones creativas sobre la diversidad de género en Bangladesh. En el acto, un desconocido expresó humildemente su curiosidad por el tema del evento. Tras una breve conversación, preguntó dubitativo cómo eran los genitales de una persona transexual. Suponiendo que quería saber sobre los órganos sexuales de las personas intersexuales, le dije lo que siempre ofrezco como respuesta a esta curiosidad, es una posibilidad diversa, que es exactamente como suena: cualquier cosa entre los genitales masculinos y femeninos. Por lo tanto, solo una persona intersexual puede decir cómo es su órgano sexual. Luego me dijo que se preguntaba si una persona intersexual podía tener un hijo, porque no pudo evitar oírme hablar con mi amiga, y se sorprendió mucho al oír de mi embarazo. Fue entonces cuando me di cuenta de que no solo no conocía la diferencia entre transexual e intersexual, sino que además había dado por sentado que todo el que trabajaba en la diversidad de género tenía que ser una persona transexual o intersexual.
La concepción de la identidad de género
Lamentablemente, no se trata de una situación poco habitual en Bangladesh. La triste realidad es que la percepción media del género en Bangladesh es bastante imprecisa y desinformada. Sexo y género suelen utilizarse indistintamente, y la gente rara vez conoce la diferencia entre transexual e intersexual, o entre sexo y sexualidad. Para aumentar la confusión, en enero de 2014, el Gobierno de Bangladesh reconoció oficialmente a los hijras como el tercer género/sexo, sin ninguna definición ni explicación clara. Los transexuales y los intersexuales suelen ser considerados hijras, y todas estas identidades sufren reacciones negativas de los sectores conservadores de la sociedad, como ocurre con los homosexuales.
La homosexualidad es un debate totalmente diferente y significativo, dado el asesinato de Avijit Roy, el escritor de «Somokamita» (Homosexualidad) en 2015, y el de los activistas por los derechos LGBTQ+ Xulhaz Mannan y Mahbub Rabby Tonoy en 2016. La sexualidad es un concepto binario, y solo las relaciones heterosexuales son social y legalmente aceptables en Bangladesh. La homosexualidad es un delito punible según la sección 377 del Código Penal de Bangladesh de 1860. Me gustaría dejar de lado lo referente a la sexualidad mientras intento despejar la niebla en torno a las identidades de género en Bangladesh, concretamente las identidades trans.
Rechazo de la sociedad
En noviembre de 2023, a la activista transexual Hochemin Islam se le negó la entrada a la Universidad North South cuando estaba preparada para hablar en un acto de la universidad privada titulado Canaval de Carreras de la Mujer. Una facción concreta de estudiantes protestó por su presencia, decían que estaba allí para promover las comunidades LGBTQ+. Hacia fines de febrero, las autoridades de la Universidad BRAC ya habían despedido a Asif Mahtab Utsha, profesor adjunto del departamento de Filosofía, por criticar la inclusión de un tema sobre transexualidad en un libro de texto. Estos incidentes destacan la ignorancia generalizada sobre la identidad trans entre el público en general, y también las posibles provocaciones deliberadas de algunos sectores, alimentadas por sentimientos religiosos, que ya han resultado fatales. De ahí que sea crucial encontrar un equilibrio pacífico entre hechos y suposiciones al educar a un público no iniciado en el concepto de género más allá de las identidades binarias.
Hijras e identidad de género
Es esencial aclarar la identidad hijra al hablar de la diversidad de género en Bangladesh, porque, para empezar, hijra no es una identidad de género. Es una identidad cultural de eunucos, intersexuales o transexuales que viven en comunidades y siguen un sistema de parentesco que defiende valores comunitarios, jerarquía social, prácticas económicas, idioma, profesión, creencias religiosas y estilos de vida únicos: una subcultura independiente, en cierto modo. Aunque muchos hijras son transexuales y algunos intersexuales, no todos los transexuales e intersexuales son necesariamente hijras. Ser hijra requiere una iniciación formal y un proceso de socialización dentro de la comunidad. Al reconocer a los hijras como tercer género, el Gobierno etiquetó una identidad cultural como género, lo que ha inspirado nuevos conflictos en las comunidades de minorías de género que luchan por su reconocimiento y sus derechos. El estigma general que rodea al sexo y la educación sexual en Bangladesh empeora el asunto con debates enrevesados que evitan deliberadamente los detalles técnicos específicos y las experiencias vividas.
Intersexualidad frente a transgénero
Por básico que pueda parecer, entender la diferencia entre intersexualidad y transexualidad exige comprender la diferencia entre sexo y género. El sexo es biológico, y el género es sociocultural. Masculino y femenino son sexos, mientras que hombre y mujer son géneros. La identidad trans no tiene nada que ver con el sexo; es decir, la identidad trans no está determinada por los genitales. Transgénero es como suena: una identidad de género. Es una expresión sociocultural y psicológica de una persona, independientemente de su anatomía física o su composición genética. Una mujer trans es alguien que nació varón (con órganos sexuales masculinos) pero se identifica como mujer. Un transexual es un hombre nacido con cuerpo de mujer. Algunas personas trans pueden optar por la cirugía de reasignación de sexo y la terapia hormonal sustitutiva para cambiar su cuerpo biológico. Sin embargo, no todo el mundo opta por la transformación física para sentirse como su verdadero yo.
Por mi experiencia como activista y facilitadora, he visto que mucha gente cree que ser transgénero es una enfermedad, que es «curable» con medicación o que es una perversión sexual que el matrimonio puede «arreglar». Conocí a Moumita, mujer trans cuya familia la obligó a tomar medicación cuando se sinceró sobre su identidad de género, a pesar de que los médicos le explicaron lo perfectamente natural que era su identidad trans. La medicación la mantenía somnolienta e inmóvil. Para librarse de este arresto domiciliario y de los efectos secundarios de la medicación, Moumita empezó a fingir ser masculina ante su familia. Sin embargo, cuando tenía la oportunidad, se vestía y vivía como una mujer, e inspiraba a otras a vivir como se sentían.
Voces no escuchadas de los transexuales
Neelima es mujer trans y vive visiblemente la vida de un típico hombre casado pero, en el fondo, anhela que se le valide como mujer. En sus palabras: «No parezco una mujer normal. No tengo piel flexible, ni pelo largo, ni rasgos femeninos en mis gestos. Pero es cierto que si me dieran la oportunidad y un entorno adecuado, me gustaría cambiarme por completo. Hace unos días, tomé píldoras anticonceptivas imprudentemente durante unos días. Sabiendo que contienen estrógenos, quizá esperaba que me ayudaran a tener un poco de delicadeza o un poco de feminidad, aunque no hubiera ningún cambio físico drástico. Sin embargo, por el miedo y algunas dificultades físicas, no pude continuar mucho tiempo. La diferencia entre mi deseo y la realidad puede ser responsable de mi persistente depresión, sé que la autoaceptación es real. Sin embargo, anhelo desesperadamente la validación y la aceptación como mujer».
O como dice Piu, una mujer trans: «De niña me encantaba disfrazarme. Jugaba con muñecas. La gente decía que me comportaba y sonreía como una niña. Oía cosas malas sobre mi pelo. Me sentía mal. Así que, para evitar que me hicieran daño, empecé a intentar convertirme en un hombre. Conozco las artes marciales, hacía ejercicio. Cambié mi forma de caminar y la hice masculina. También hice teatro porque me interesaban la actuación y el arte, y esto me facilitó moldearme en una persona masculina. Actué lo suficientemente bien como para pasar por hombre y sobrevivir».
Shammyo, transexual, había comprendido la importancia de sus cambios hormonales durante la adolescencia. Cuando su pecho empezó a desarrollarse, lo presionaba bajo gruesos volúmenes de libros, con la esperanza de sofocar su crecimiento. A veces, tomaba el «Shiil-Pata (mortero) de la cocina, lo ponía sobre su pecho y rezaba toda la noche hasta que llegaba el alba: «No era una sensación agradable; lloraba a menudo en esos momentos. Las mañanas y sus colores a menudo me parecían aburridos, incluso sin sentido. Sin embargo, he vivido miles de entierros míos».
Nayantara es transexual. Se ha visto como mujer desde la infancia. Aún no ha revelado públicamente su identidad. De vez en cuando deja caer pistas sobre su feminidad en las redes sociales para que la gente se vaya acostumbrando poco a poco a su identidad y no se aleje de golpe. Cree que el apoyo emocional de la familia es crucial para personas como ella, y que es esencial difundir conocimientos sobre sexo, género y sexualidad entre las familias, especialmente en las zonas rurales. Esto coincide con Moumita, que cree que la aceptación debe empezar en la familia, por lo que es importante cambiar la mentalidad de la sociedad.
Como me dijo Shomudro, hombre atrapado en un cuerpo femenino: «¿Cómo te sentirías si estuvieras envuelto en una caja hermética? He sentido la asfixia de la misma manera toda mi vida. ¿Sabes qué? Si nos mostraras solo un poco de amor,¡podríamos vivir plenamente el resto de nuestras vidas!».
La persona que supuso que yo era una persona trans abandonó el acto sin conocer mi identidad de género. Ese día no intenté deliberadamente cambiar su opinión sobre mí. No quería «alterar» a mis compañeros transgénero de Bangladesh con mi identidad privilegiada, sobre todo cuando hablar por sí mismos pone en juego su seguridad y su dignidad.
Sueño con un futuro inclusivo que fomente la amabilidad y la tolerancia para todas las vidas. En la era de las redes sociales, cuando es tan fácil propagar el odio y la desinformación como un reguero de pólvora, creo que es importante tener el valor de cuestionar nuestras suposiciones y tener la empatía de ver al ser humano detrás de una idea que puede sonar extraña al principio. Es necesario salir de nuestras burbujas y tratar de ver que el género puede no ser una elección como nuestro gusto por la comida o la ropa, algo que la gente puede adquirir o cambiar. Si el género fuera una elección, probablemente nadie con cuerpo de hombre habría soñado con vivir como mujer, y nadie de sexo femenino habría pasado por tanto sufrimiento para que se les conozca como hombre en una sociedad heteronormativa y patriarcal como la nuestra.