
Consecuencias del bombardeo al hospital pediátrico y de maternidad en Mariúpol, 9 de marzo, 2022. (CC BY 4.0 DEED). Fuente. Autor armyinform.com.ua
Casi dos años y miles de sanciones después, la capacidad bélica de Moscú sigue intacta, y Rusia sigue bombardeando Ucrania tanto o más que aquella fatídica mañana del 24 de febrero de 2022, cuando comenzó la invasión a gran escala. El Kremlin continúa con sus operaciones militares y está lanzando cientos de drones y misiles contra ciudades ucranianas y su gente. La economía rusa ha recuperado los niveles que tenía antes de la guerra y continúa creciendo debido al aumento masivo en el gasto militar. La mayoría de los rusos, en especial quienes viven en importantes zonas financieras como Moscú y San Petersburgo, todavía perciben la guerra rusa como una forma de programa de televisión, y alientan a los agresores que atacan los hogares ucranianos.
Sin embargo, Rusia no ha logrado sus objetivos militares, en gran parte debido al heroico esfuerzo de tantos ucranianos que están arriesgándolo todo y sacrificando sus vidas por su país. Han impedido que Rusia expanda la guerra a otras partes de Ucrania y a los países europeos vecinos. Occidente ha ayudado con suministros de armas y ayuda financiera y humanitaria para que Ucrania pueda defenderse. La ayuda de países democráticos ha sido crucial para fortalecer la resistencia ucraniana, y ha permitido que Ucrania recupere alguno de los territorios perdidos y libere a la población de la ocupación rusa.
Aún así se puede, y se debe, hacer mucho más para ayudar a Ucrania, teniendo en cuenta las dificultades de la contraofensiva, la insuficiencia en el suministro de armas y el incremento de los ataques rusos, en especial mientras las armas y el dinero sigan llegando al Kremlin.
¿Cómo es posible que, tras la imposición de amplias sanciones occidentales, el llamado internacional a boicotear a Rusia y el aislamiento del Kremlin de la escena mundial, Rusia pueda seguir librando una guerra como antes?
Occidente ha tratado de interrumpir la capacidad bélica rusa al imponer sanciones que prohíben la venta de armas a Rusia, limitan sus beneficios por la exportación de energía, e interrumpen los flujos financieros. Más de 26 000 sanciones en total. Al principio, todo parecía ir bien: el rublo colapsó, las empresas extranjeras comenzaron a irse y los analistas pronosticaron una fuerte caída del PIB del país. Sin embargo, Rusia se recuperó, y con bastante rapidez, encontraron alternativas a las prohibiciones de Occidente y buscaron apoyo en aliados autocráticos y aprovechados para seguir enviando armas y equipamiento a las primeras líneas.
Mientras que Occidente ha aplicado una cantidad sin precedentes de sanciones, no ha hecho lo suficiente para reforzar estas medidas, y ha dejado muchas lagunas y vías para evadir las sanciones. Las sanciones energéticas, dirigidas a las exportaciones más rentables de Rusia, no entraron en vigor hasta el décimo mes de la invasión y no afectan a todo el comercio. Mientras que Estados Unidos, principal consumidor de gas de Rusia, compra cuatro veces menos del gas natural ruso, también ha aumentado su compra del gas natural licuado (GNL) ruso en un 40%, por lo que aunque las ganancias de la energía han disminuido, siguen siendo elevadas debido a esta sustitución.
Occidente no actuó lo suficientemente rápido como para evitar que Rusia encuentre mercados alternativos para la exportación de energía. Cuando los Estados occidentales aplicaron un tope de 60 dólares por barril al petróleo ruso esperaban que, dado que Rusia transporta su petróleo principalmente en buques de propiedad occidental, esta medida se aplicara fácilmente. Sin embargo, Rusia está comprando buques para tener su flota independiente, en general de países occidentales como Grecia. En el último año, los rusos compraron más de cien buques de distintos vendedores. A menudo, se trata de buques viejos sin seguro alguno que conllevan grandes riesgos ambientales. Esta flota les permite vender el petróleo al precio más alto del mercado. Aún cuando los rusos utilizan barcos occidentales, que exigen que se aplique el tope de precios, el precio sigue siendo demasiado alto.
Numerosos sectores rentables, tales como el oro o los diamantes, no han sido sancionados, en gran parte por los grupos de presión económica y poderosas empresas de los países sancionadores que no quieren perder los beneficios que tienen al comerciar con Rusia. Éstos han estado presionando a sus Gobiernos para que retrasen las restricciones.
Las sanciones no han podido detener el comercio ilícito de armas y artículos militares, como tarjetas SIM, tecnología y drones, que llegan a Rusia mediante terceros países o por empresas que violan ilegalmente las sanciones. Durante más de un año, Rusia ha podido comprar productos sancionados de empresas occidentales que, a veces, comercian libremente con Rusia, debido a la falta de mecanismos de aplicación adecuados. Rusia también sigue adquiriendo armas, drones y tecnología militar de China, Irán y Corea del Norte.
Por supuesto, las sanciones han obtenido algunos resultados. Los ingresos por la energía han disminuido y Rusia ha tenido que ponerse creativa para encontrar las armas que necesita. Esto complicó la vida en el Kremlin, pero no redujo su capacidad para continuar con la guerra. Ucrania se está quedando sin cartuchos, mientras Rusia puede comprar y producir lo que necesite con los ingresos que sigue generando.
Esto nos lleva a la necesidad de hacer más para ayudar a Ucrania a bloquear las vías de evasión de las sanciones. Se necesitan mayores esfuerzos para mejorar las medidas de ejecución. Las empresas en los Estados sancionadores que tienen comercio prohibido con Rusia deben estar sujetos a sanciones y se les debe prohibir hacer negocios con Estados unidos y Europa. También debería prohibirse el acceso a los mercados occidentales a las empresas no pertenecientes a la coalición sancionadora que facilitan el comercio sancionado. Los países que nunca aplicaron sanciones a Rusia y permitieron el comercio bélico con el Kremlin deben ser presionados y persuadidos para que dejen de beneficiarse de la guerra de Rusia. Las sanciones financieras deben ir más allá de congelar los principales bancos rusos y se deberían utilizar esos activos congelados para ayudar a Ucrania.
Los Gobiernos occidentales han ayudado mucho en la defensa ucraniana, pero han hecho poco al aplicar sanciones contra la continua agresión de Rusia. Las democracias desarrolladas deben actuar en conjunto para endurecer las sanciones a Rusia.