
Captura de pantalla de Reginald Dumas del vídeo de YouTube de CaribNation TV.
En la noche del 7 de marzo, Reginald Dumas falleció en el Hospital General Scarborough de Tobago a la edad de 88 años. Dumas se hizo muy conocido en Trinidad y Tobago como jefe de la administración pública, luego se convirtió en diplomático, analista político, escritor, columnista y defensor de la buena gobernabilidad. Desde hacía unas semanas que estaba ingresado en el hospital por problemas gastrointestinales.
En Facebook, la hija de Dumas, Sonja informó de su fallecimiento, y añadió:
He leaves a legacy of integrity and honesty that I hope to follow as long as I’m on the planet, and perhaps beyond. […] For many, he was a great diplomat, a great orator and great political analyst. He fought tirelessly for good governance. His generosity touched countless people, as did his wit (which was often acerbic). He wasn’t in any way perfect. He was more stubborn than ten mules put together and could dismiss you with a short, tart phrase when he’d had enough of what he thought was nonsense. But his heart was huge and his mind brilliant.
Deja un legado de integridad y honestidad que espero seguir mientras esté en el planeta, y quizá más allá. Para muchos, fue un gran diplomático, un gran orador y un gran analista político. Luchó incansablemente por la buena gobernabilidad. Su generosidad conmovió a innumerables personas, al igual que su ingenio (a menudo ácido). No era en para nada perfecto. Era más testarudo que diez mulas juntas, y podía despedirte con una frase corta y ácida cuando estaba harto de lo que consideraba una tontería. Pero su corazón era enorme y su mente brillante.
En Facebook, Lovell Francis confirmó la intolerancia de Dumas a las tonterías:
I met Reginald Dumas just once in my life…the highlight of which was being royally and expertly buffed for a small stupidness I had done in that former job, which was more than well deserved. And to me, it was an honour just to be scolded by a man who had devoted life, mind and words to seriously serving and understanding and reimagining our Republic. Like many a titan, his accolades are legion, but that now rarer (capital p) Patriotism and the deep and genuine of love of country are the things that I honour most…
Vi a Reginald Dumas una sola vez en mi vida, cuyo punto culminante fue que me regañaran regia y expertamente por una pequeña estupidez que había cometido en ese antiguo trabajo, lo fue más que merecido. Y para mí, fue un honor que me regañara un hombre que había dedicado su vida, su mente y sus palabras a servir, comprender y replantear seriamente nuestra República. Como muchos titanes, sus elogios son legión, pero ese Patriotismo (con p mayúscula), ahora más raro, y el profundo y genuino amor a la patria son lo que más honro…
Como escribió la académica Bridget Brereton en su reseña de la retrospectiva de los primeros 30 años de Dumas, era «el clásico ‘becario'».
Dumas fue hijo de padres tobagoenses, y creció en Chaguanas, ciudad del centro de Trinidad, donde su madre, bien educada y «formidable», era la comadrona del distrito y enfermera del Gobierno. El barrio era mixto, con familias de ascendencia afro e indo, los dos principales grupos étnicos del país, pero él no recuerda «ninguna fricción racial».
Su padre murió cuando Dumas tenía sólo diez años, pero su madre pudo mantener sola su hogar de clase media, dio a su hijo todo el apoyo que necesitaba para sobresalir en la escuela. Ganó una exposición en el prestigioso Queen's Royal College (QRC), una beca para pasar al sexto grado y, a los 17 años, una beca de la isla en 1952 que le valió una plaza en la Universidad de Cambridge.
Su experiencia en Cambridge, según otra reseña de las memorias de Dumas, «le abrió nuevas perspectivas de entender el mundo, le dio algo de visión cosmopolita, reforzó su laicismo, impulsó su confianza como escritor y solidificó su sentido de identidad nacional y racial».
Dumas ingresó en la función pública del Gobierno federal entre 1959 y 1962, año en que Trinidad y Tobago se independizó de Gran Bretaña. Después, tras ser seleccionado para una beca Carnegie para recibir formación diplomática en Ginebra, pasó a trabajar en el Servicio Federal de Asuntos Exteriores. Sin embargo, al igual que otros jóvenes antillanos educados en Gran Bretaña en aquella época, el fracaso de la Federación regional planificada lo desilusionó, pero pasó a trabajar como miembro subalterno de la recién creada embajada de Trinidad y Tobago en Washington DC, donde el floreciente movimiento por los derechos civiles captó su interés. En sus memorias relata el papel que desempeñó en la liberación del activista trinitense y panafricanista Stokely Carmichael.
Tras organizar en el sitio del doctor Eric Williams, primer ministro de Trinidad y Tobago, a África en 1964, Dumas fue el encargado de abrir la embajada del país en Adpis Abrba al año siguiente.
A lo largo de su carrera diplomática, Dumas ocupó cargos como el de representante permanente de Trinidad y Tobago ante la Organización de Estados Americanos (OEA), así como puestos de alto comisionado en Etiopía (con acreditación simultánea en Kenia, Tanzania, Uganda y Zambia), Barbados y el este del Caribe, Canadá e India (con acreditación simultánea en Indonesia, Japón, Singapur y Sri Lanka).
Una reseña de 2015 de las memorias de Dumas publicada en el Trinidad Express calificaba las memorias de «lectura obligada para quienes buscan un camino de vuelta a la integridad y la excelencia en los asuntos públicos», y señaló también que «la gran ironía, para un hombre que pasó toda su carrera en el servicio público, es la patente alergia de Dumas a los políticos y a la burocracia, de la que formó parte. El principio se eleva sobre las personas; las reglas triunfan sobre las relaciones, que es precisamente lo contrario de cómo funciona el político típico».
Muchos de los homenajes en línea a Dumas repírieron esta perspectiva. Enewz lo definió como «una roca legendaria y un constructor de la nación», la Cámara de Comercio de Tobago lo recordó como «un guerrero intrépido de Trinidad y Tobago», y la sección local de Transparencia Internacional, en cuya creación Dumas había participado activamente, lo aclamó como «un firme defensor de la lucha contra la corrupción, que defendió sin vacilar la integridad, la probidad y la rectitud. En nuestro pequeño Estado insular, cuando la controversia arreciaba, el señor Dumas intervino con una voz de sabiduría astuta, fría, sensata y racional».
Dumas cofundó el Instituto de Transparencia de Trinidad y Tobago (TTTI) en 1998. Antes de eso, formó parte de varios grupos de trabajo y comisiones de investigación, incluido el Grupo de Trabajo para la Reforma de la Función Pública, que presidió y del que siguió siendo un firme defensor.
En 2004, tras el golpe de Estado que destituyó al presidente de Haití, Jean-Bertrand Aristide, el entonces secretario general de Naciones Unidas, Kofi Annan, nombró a Dumas asesor especial sobre Haití. También fue un comentarista de referencia en muchos temas sociales.
En 2011, la Universidad de las Indias Occidentales le concedió el título Doctor Honoris Causa en Derecho en reconocimiento a su trayectoria profesional en la diplomacia y la administración pública, y por su contribución como comentarista político.
Como recordó Brian Harry en Facebook:
Reginald Dumas was simply brilliant! A man of mettle, with a sharp mind and deeply analytical. Not one to pull punches but he did it with grace. […] A man who understood process and occasion. Reggie understood how the world was evolving even better than many half his years.
He had conflicts with leaders at all national levels, [but] his love for country […] remained, everlasting! These conflicts were born of his desire to do the right thing, and to hold individuals to the highest standards of performance and competence. […] A man who did not know fear. I don’t believe in patriotism but if I can be convinced, he’s the only TT patriot I know.
Reginald Dumas era sencillamente brillante. Un hombre de temple, con una mente aguda y profundamente analítica. No se andaba con rodeos, y lo hacía con gracia. Un hombre que entendía el proceso y la ocasión. Reggie entendía cómo evolucionaba el mundo incluso mejor que muchos de la mitad de su edad.
Tuvo conflictos con líderes de todos los niveles nacionales, pero su amor por el país permaneció, ¡perenne! Estos conflictos nacieron de su deseo de hacer lo correcto, y de exigir a las personas los más altos niveles de rendimiento y competencia. Un hombre que no conocía el miedo. No creo en el patriotismo, pero si se me puede convencer, es el único patriota de Trinidad y Tobago que conozco.