Elecciones presidenciales en Venezuela: menos libres que nunca

Ilustración hecha por Connectas. Usada con permiso.

Este artículo fue escrito por Cristian Ascencio y publicado en CONNECTAS el 20 de marzo de 2024. Una versión editada es republicada en Global Voices bajo un convenio entre los medios.

Al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, no le gusta competir. Cuando ve una amenaza electoral impone sanciones o nuevas reglas a sus adversarios. No suelta el balón del poder. Incluso parece que preferiría pincharlo antes que arriesgarse a perder el partido.

Frente a este escenario, hay una oposición que históricamente ha tenido problemas para unirse y hacerle frente al presidente que fue electo por primera vez en 2013, y es candidato presidencial por tercera vez consecutiva. Pero el año pasado pareció llegar un punto de inflexión después de las primarias de la Plataforma Unitaria de Venezuela, que agrupa partidos de oposición: María Corina Machado, dirigente conservadora y una de las más radicales antichavistas, obtuvo el 92 por ciento de los votos en las primarias (poco más de tres millones de votos), en unas primarias históricas por su alta participación.

La esperanza duró poco, ante la reacción de dos entes controlados por el chavismo, como todos los poderes del estado en el país. No solo el Consejo Nacional Electoral desconoció los resultados de las primarias, sino que el Tribunal Supremo confirmó la inhabilitación de Machado para aspirar a cargos públicos durante 15 años, acusada de apoyar sanciones contra Venezuela y —supuestamente— haber formado parte de la ‘presidencia interina’ de Juan Guaidó, durante la crísis presidencial de 2019.

Esto dejó claro que al régimen de Maduro no le importó echar por la borda los avances que había hecho con Estados Unidos mediante los recientes acuerdos de Barbados en las negociaciones con la oposición. En ellos, Estados Unidos exigía, entre otras cosas, garantías para elecciones libres.

El 25 de marzo se venció el plazo para inscribir candidatos, y el gobierno de Maduro no permitió la inscripción de Corina Yoris, la académica elegida por María Corina Machado para asumir su candidatura para encarar su inhabilitación. Es decir: estas elecciones presidenciales serán las primeras en llevarse a cabo en Venezuela sin un candidato opositor elegido en votación primaria desde el inicio del chavismo.

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A su vez, el chavismo se aferra al poder con otras estrategias: impone un calendario electoral apretadísimo para dejar menos margen de acción a sus opositores (las elecciones fueron pautadas para el 28 de julio, y no para diciembre, la fecha tradicional de las elecciones presidenciales); crea obstáculos no planteados en la ley para entorpecer la participación de la oposición en los comicios y entorpece la actuación de organismos internacionales. Por ejemplo, hace un mes expulsó de Venezuela a la oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos.

Eugenio Martínez, periodista venezolano experto en elecciones y director de Votoscopio.com, explica que “el costo de una salida del poder para Maduro es altísimo, mientras que el costo de permanecer es muy bajo… siendo muy pragmáticos, el Gobierno venezolano aprendió a vivir con las sanciones internacionales”.

Javier Corrales, profesor de Ciencias Políticas menciona un ejemplo histórico en Latinoamérica parecido al de la actual crisis electoral. En 1973 la Junta Militar argentina estaba dispuesta a permitir elecciones democráticas, pero con la condición de que no pudiera postularse Juan Domingo Perón. Entonces el general resolvió apoyar a Héctor Cámpora y de hecho, el lema de esa campaña fue “Cámpora al gobierno, Perón al poder”.

Y efectivamente ganaron y el reemplazante estuvo solo dos meses en la presidencia. Llamó a nuevas elecciones, donde esta vez sí pudo presentarse Perón, quien por supuesto las triunfó.

¿Y qué ha dicho María Corina Machado? La noche del domingo 17 de marzo sostuvo en redes sociales que el régimen al inhabilitarla quiere, como ya lo ha hecho, competir contra falsos candidatos opositores. “Esta reacción es una señal de debilidad… Perdieron su base social y sus mecanismos de chantaje ya no le funcionan”, recalcó. “A nosotros no nos van a sacar de esta ruta electoral… mano ganada no se transa”, dijo casi al final del video, pocos días antes de que se supiera que no permitirían la inscripción de Yoris.

La prohibición de inscripción de María Corina Machado y de Corina Yoris han generado rechazo hasta de parte de quienes anteriormente fueron aliados casi incondicionales del gobierno de Maduro: el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva calificó la inhabilitación como un como una acción  «sin explicación jurídica ni política»; el presidente de Francia, Emmanuel Macron condenó «firmemente la exclusión de una candidata seria y creíble» y urgió a restituirle a la candidata la posibilidad de participar en los comicios; y el presidente de Colombia, Gustavo Petro, afirmó que los impedimentos para la inscripción de la candidaturas de las figuras de oposición son «indudablemente un golpe antidemocrático«.

En Venezuela hay más de 1.400 personas inhabilitadas, entre ellas Freddy Superlano, suspendido cuando aún se realizaba el conteo de votos en el estado Barinas, donde se proyectaba para ganar las elecciones al cargo de gobernador. Y Henrique Capriles, quien obtuvo el 49 por ciento de los votos en la elección presidencial de 2013. En 2017, un año antes de la nueva presidencial, fue inhabilitado por 15 años para ejercer cargos públicos, tal como María Corina Machado.

Según Luis Salamanca, doctor en Ciencias Políticas, las encuestas aseguran que el 80 por ciento del electorado quiere un cambio de régimen. “Entonces, para no perder esa oportunidad, la oposición debe pensar en algo. Maduro no es un buen candidato, es derrotable, por todo el peso muerto de estos años terribles de crisis sociales, económicas y humanitarias”, explica Salamanca.

El chavismo tiene ya una larga historia de manipulación electoral. En 2015 la Mesa de Unidad Democrática obtuvo la mayoría en el Parlamento. Pero el régimen le puso toda clase de trabas y finalmente el Tribunal Supremo lo declaró inconstitucional en 2019. Ese mismo año la oposición dio ese gran paso en falso que fue la proclamación de Juan Guaidó como presidente interino.

Por otro lado, muchos opositores no dejan de lamentar la decisión de no participar en las últimas elecciones que ganó Nicolás Maduro en 2018, con un 67,8 por ciento de los votos según el Consejo Nacional Electoral. Esa vez más de 60 países no reconocieron las votaciones como válidas. Poco importó.

Con un chavismo acostumbrado a las condenas internacionales y a las sanciones, la pregunta es qué factores podrían forzarlo a entregar el poder, tal como lo hicieron otras dictaduras en Latinoamérica en el siglo pasado. Posiblemente el presidente y sus cercanos buscarían garantizar algún grado de inmunidad para aceptar ese escenario. Y hay más contrastes: Maduro, a diferencia de los militares del siglo XX, se siente respaldado por potencias extracontinentales como Rusia y China, que se han caracterizado por apoyar regímenes autoritarios alrededor del mundo.

Esto último complica aún más el panorama, porque, como dice el periodista y analista electoral Eugenio Martínez, las cosas solo cambiarán en Venezuela si las acciones nacionales e internacionales generan un quiebre en la coalición gobernante, que derive en un proceso de negociación en que “el costo (para el chavismo) de salir del poder disminuya significativamente, mientras que el costo de permanecer en el mismo aumente”.

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