
Ilustración hecha por Probox. Usada con permiso.
Este artículo forma parte de las entregas de la Coalición Informativa “C-Informa”, equipo periodístico venezolano que tiene como objetivo hacerle frente a la desinformación y está integrado por Medianálisis, Efecto Cocuyo, El Estímulo, Cazadores de Fake News y Probox con el soporte del Consorcio para Apoyar el Periodismo Independiente en la Región (CAPIR) y la asesoría de Chequeado de Argentina y DataCrítica de México. Una versión editada fue publicada bajo un convenio entre medios.
Desde hace años, el discurso del chavismo en redes sociales se expande gracias a la labor pagada por el gobierno de Nicolás Maduro, de ciudadanos que ayudan a imponer narrativas a favor de su gestión, en medio de un ecosistema de propaganda y desinformación que se sostiene por pilares muy sólidos como el cierre de medios, persecución a prensa e influencias comunicacionales.
La estrategia de que ciudadanos y trabajadores públicos impulsen tendencias en redes sociales no es reciente en Venezuela. De hecho, son ellos quienes realmente mantienen el volumen del despliegue comunicacional del chavismo en espacios como Twitter, Instagram y Facebook.
Sin embargo, y contrario a lo que desde el gobierno hacen creer, este volumen no viene en su mayoría por la convicción de la ciudadanía de alabar las políticas públicas del gobierno de Maduro, sino que esconde una estrategia comunicacional muy bien orquestada y perfeccionada en los últimos años que emplea a venezolanos comunes, quienes a cambio de recompensas como bonos o teléfonos celulares, siguen lineamientos específicos para publicar y replicar tendencias en redes sociales sobre temas de los que no se harían eco sin ningún tipo de beneficio.

Infografía hecha por C-Informa. Usada con permiso.
Una historia detrás de cientos de tuiteros
A Jesús, quien pidió ocultar su identidad por razones de seguridad, le prometieron una oportunidad para conseguir un dinero extra en un momento en el que su sueldo no le permitía sobrevivir a pesar de haber trabajado desde hace 15 años en educación. Desde hace años, la crisis, la hiperinflación y los salarios congelados pulverizaron su salario, que actualmente se aproxima a unos 20 dólares al mes.
El día de la reunión, Jesús no estaba solo. Al menos otros 10 compañeros llenaban la pequeña sala donde fueron convocados en el estado Trujillo, al oeste de Venezuela.
“Esto es un curso de capacitación para que expandamos la comunicación de los logros educativos en Venezuela”, empezó a escuchar. Dos hombres se presentaban en la sala como los coordinadores regionales del proyecto. Poco a poco, Jesús fue tomando nota de lo que decían.
A los minutos, Jesús entendió que la idea era impulsar regionalmente los mensajes del Centro de Desarrollo de la Calidad Educativa (CDCE), institución gubernamental que opera a nivel nacional. Para eso estaba Jesús allí. Para integrar ese grupo que a inicios de 2024 se encargaría de impulsar en redes sociales, principalmente X (Twitter), la narrativa de los logros de la educación en el país.
Impulsar y mostrar los logros educativos tiene un alto contraste con la protesta docente en los últimos años en Venezuela, pues éstas han reflejado el descontento de los trabajadores del sector por los malos sueldos y la falta de recursos para trabajar. La calidad educativa también ha mermado. De hecho, los estudios lo demuestran.
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En Venezuela, 11 millones de niños están en edad escolar, pero sólo 6,5 millones están inscritos en el sistema educativo, mientras que cerca de 200 mil profesores dejaron las aulas para emigrar o dedicarse a otras labores. La deserción escolar va de la mano con la mala infraestructura (60 por ciento de los colegios públicos no cuentan con servicios básicos como iluminación, baños e internet), lo que lleva en parte a que el 80 por ciento de los bachilleres reprobaran un examen de habilidades de matemáticas básicas según un estudio de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB).
Estos trabajadores digitales del chavismo se mueven como soldados que siguen instrucciones para ganar una “guerra comunicacional”, como distintas figuras del gobierno de Maduro le han llamado, y para ello emplean una gran cantidad de dinero, equipos y talento que tienen como objetivo único impulsar propaganda y desinformación a través de redes sociales, una de las únicas formas que gran parte de la población venezolana tiene para acceder a la información.
Un trabajo publicado por Cazadores de Fake News, retrató cómo una tuitera que trabaja con más de 15 cuentas X distintas ganaba alrededor de $80 al mes por impulsar las etiquetas del Ministerio de Información de Venezuela. Así estuvo por varios meses trabajando, hasta que todo cambió cuando no recibió más bonos de recompensas.
No es casualidad que la propuesta a Jesús llegara en un momento en el que las etiquetas impulsadas por el Ministerio de Comunicación e Información de Venezuela ya no tienen tanto alcance como antes. Aunque “Twitterzuela” sigue dominada por el chavismo en cuanto a volumen en la conversación e impulso de etiquetas diarias, una caída drástica en el impulso de propaganda chavista se registró tras la llegada de Elon Musk.
El cierre del acceso al API imposibilitó la publicación de las centenas de tuits que las personas realizaban para impulsar etiquetas, por lo que los bonos por ser “activo en redes sociales”, que se otorgaban a los denominados Tuiteros de la Patria a través del Sistema Patria, fue paralizado y con eso también el trabajo.
Menos pagos, menos tweets
La dinámica para posicionar tendencias en Venezuela por parte del Ministerio de Información (Mippci) ha funcionado desde hace años de la siguiente manera: desde su cuenta en X, el Mippci despliega una etiqueta en la mañana y la cataloga como la etiqueta del día. Tras la publicación de este tweet, las personas que formaban parte de los Twitteros de la Patria, las tropas comunicacionales y empleados públicos acatan la orden y empiezan a escribir tweets con esa etiqueta para generar un volumen y posicionarla como tendencia.
A mediados de 2023, ProBox reportó una protesta digital de “tuiteros de la patria” porque el gobierno no les pagó el dinero prometido. En los reclamos pedían el pago del dinero que a cada uno le correspondía por impulsar las etiquetas del día promovidas por el Ministerio de Comunicación e Información. En la protesta, posicionaron la etiqueta #RespetoParaLosTuiteros, que consiguió más de 10.000 tweets en un día.
Durante el 2023, ProBox registró 821 tendencias sociopolíticas en la conversación digital en X, que concentraron más de 205 millones de tuits. De todos estos, el 95,25 por ciento fueron generados por el chavismo. Sin embargo, el problema no es que el chavismo hable más en X, sino que gran parte de esta conversación no es real. Esta distorsión digital que puede ser medida calculando el porcentaje de usuarios que usan sus cuentas como lo haría una cuenta bot, o automatizada. Es decir, que se comportan de forma “inorgánica”.
A puertas de una elección presidencial, en la que las redes sociales cobran relevancia como uno de los espacios de debate más importantes del país, el poder comunicacional para difundir propaganda y desinformación por parte del chavismo ha demostrado poder inclinar la balanza e influir en la agenda pública nacional.