Resolver el problema del maltrato animal en Trinidad y Tobago requiere algo más que legislación

Imagen destacada de un cachorro desnutrido a través de Canva Pro.

En abril de 2020, en pleno apogeo de la pandemia de la COVID-19, el perro negro de Embacadere, pueblo a las afueras de la ciudad de San Fernando, al sur de Trinidad, caló hondo en los corazones y mentes de los usuarios de las redes sociales después de que apareció un video en el que tres hombres lo ahorcaban brutalmente. La indignación fue inmediata, muchos activistas pidieron un duro castigo por lo que creían que era un acto cruel y despreciable.

Sin embargo, no fue el único. Los sitios web y canales de redes sociales de toda ONG local o grupo de adopción suelen estar repletos de historias que parecen renovarse mensual, y hasta semanalmente. Historias de palizas, perros siempre atados e incluso gatitos arrojados en cajas por las ventanillas de camiones llevan a preguntarse si hay una epidemia de maltrato de animales domésticos en Trinidad y Tobago. Incluso una búsqueda rápida en Google muestra varios artículos de periódicos que piden justicia a gritos.

Aunque la mayoría de los delitos contra animales no son tan crueles como el caso del perro negro, no se puede negar que los animales domésticos están protegidos únicamente por la buena voluntad de los amantes de los animales. Sara Maynard, fundadora de AWN; Red de Bienestar Animal y directora de operaciones de la Sociedad por la Prevención del Maltrato Animal de Trinidad y Tobago, comenta que los refugios están completos cuando antes estaban a tres cuartos de su capacidad. «Es normal ver cajas [de animales abandonados] fuera [de nuestras puertas]», lamenta.

Elspeth Ducan cuenta también estas experiencias, opera un refugio animal/ONG de bienestar en Tobago llamado Venus, la Cánida del Amor). Por desgracia, nos cuenta «la gente la ve [la negligencia] como algo normal». Nos cuenta la situación de un perro gravemente desnutrido, «Fui a la Policía con una foto [del perro] y les pregunté: ‘¿qué opinan?’. No reaccionaron, no hubo horror alguno, nada. Y es que es normal ver a un perro sarnoso con mechones de pelo y [suponer] que se trata de uno callejero».

Los apaleamientos o las mutilaciones no son frecuentes, aunque tampoco desconocidas. Duncan contó la historia de un husky siberiano con ocho meses al que, en 2022, dispararon con un arma de perdigones, para después arrastrarlo hasta la carretera y apalearlo hasta la muerte con una pala. Otro escenario desafortunado son los envenenamientos; los perros y gatos suelen estar a la merced de vecinos y granjeros insatisfechos. Es más, cuando se abandona a animales o deambulan libremente, el riesgo de que los envenenen aumenta.

El Pantano Caroní, en Trinidad, lugar popular en el que abandonan animales —especialmente cuando son cachorros— ha sido donde se ha envenenado a muchos gatos durante años, los propietarios de casas en todo el país pueden dar fe de que sus vecinos envenenan a sus perros y gatos si van más allá de los confines de su jardín. Duncan nos comenta que el envenenamiento se percibe como «casi deshacerse de ratas», especialmente en Tobago, donde se prioriza la seguridad de la fauna, común fuente de ingresos. También hay daños colaterales a la población de aves en las zonas donde se deja veneno.

Los activistas de animales han estado haciendo campaña durante años para que la protección de animales quede debidamente consagrada dentro de la ley. Poco después del espantoso final que sufrió el perro negro, se modificó la ley de delitos sumarios – SOA a través del proyecto de enmiendas varias, que anunció la entonces presidenta, Paula-Mae Weekes el 11 de mayo de 2020.

Las principales modificaciones legislativas se refieren a los artículos 79, 80 y 83 de la SOA, y el mayor cambio es el aumento de las condenas por actos de crueldad contra los animales. Los criminales enfrentarían multas de hasta 100 000 dólares trinitenses (algo menos de 15 000 dólares estadounidenses) y un año de prisión; antes eran 400 dólares trinitenses (algo menos de 60 dólares estadounidenses) de multa y dos meses de prisión.

Junto con esto hubo una enmienda a la ley de animales, enfermedades e importación, cuyo propósito era reemplazar a las disposiciones de la SOA con un lenguaje más directo y penas más duras. La enmienda, hecha tras haber consultado a una coalición de activistas, actualizó la ley que ya tenía 65 años con multas de hasta 200 000 dólares trinitenses (algo menos de 30 000 dólares estadounidenses) y cinco años de prisión por maltrato y crueldad hacia los animales.

El proyecto de ley fue defendido por el entonces ministro de agricultura Clarence Rambharat, se aprobó en el Parlamento el 2 de julio de 2020, y entró en vigor en junio del año siguiente. A pesar de que la ley de animales no cubra todo el espectro de maltrato como sí lo hacen las leyes de Estados Unidos y de Reino Unido, abarca los aspectos más importantes.

En octubre de 2020, los delincuentes involucrados en el ahorcamiento del perro negro fueron acusados de su muerte ilegal y maliciosa en virtud del artículo 16 de la SOA, y fueron sentenciados a pagar la entonces irrisoria cantidad de 400 dólares trinitenses (59 dólares estadounidenses). En los tribunales, su abogado argumentó que actuaron con compasión, declaración muy discutida en redes sociales. En particular no se les acusó de delito de maltrato a los animales, algo contrario al artículo 79 de la ley.

Las contradictorias disposiciones legales sobre maltrato y bienestar animal introducen un nivel de incertidumbre en la ley que dificulta su aplicación y protección. En la actualidad, aunque la ley de animales haya derogado las disposiciones sobre maltrato animal de la SOA, no se han introducido modificaciones en las penas que la ley prevé para el delito tipificado en el artículo 16 de sacrificio ilegal de un animal, lo que crea una desafortunada anomalía legal por la que se puede maltratar cruelmente a un animal y enfrentar una multa máxima 200 000 dólares trinitenses (29 500 dólares estadounidenses) o cinco años de prisión (ley de animales), o matar ilegal y dolosamente a un animal y enfrentarse a una pena máxima de mil dólares (147 dólares estadounidenses) trinitenses o un año de prisión (SOA).

Al reflexionar sobre el resultado del asesinato del husky, Ducan se lamenta para un editorial: «Con condenas como esta, ¿cómo podemos tener esperanzas de que alguna vez se haga justicia en [Trinidad y Tobago] cuando los seres humanos cometen tales atrocidades, inimaginables contra miembros del reino animal?». Aun con la fuerza de la ley del ley de animales vigentes, algunos temen que —en el caso del husky, al menos— se haya eludido la justicia: la fecha del juicio se fijó por última vez para agosto de 2022, pero no se ha vuelto a saber nada desde entonces.

Desde que entró en vigor la ley de animales, no se ha procesado a ningún delincuente por maltrato animal en virtud de esta ley —y ya que quienes mataron al perro negro fueron condenados en virtud del artículo 16 de la SOA en vez del artículo 76, es probable que el artículo 16, que todavía no se ha derogado— pueda volver a aplicarse.

A pesar de las peticiones formales de la TTSCPA para regular la ley y de animales —competencia del Ministerio de Agricultura, Territorio y Pesca— no va a ocurrir nada próximamente, a pesar de que las normas de cuidado las estableció el Comité de Consejo de Bienestar Animal desde 2020. Los reglamentos desarrollarían las disposiciones de la actual ley matriz, que de otro modo serían imprecisas, y establecerían disposiciones para tratar cuestiones específicas relacionadas con los animales. También podrían ser más específicos y fáciles de modificar, a diferencia de una ley parlamentaria, que debe pasar por la totalidad del proceso legislativo.

Por el momento, los activistas han de trabajar con la legislación actual. Aunque lo consideran una victoria duramente obtenida, son conscientes de que la legislación solo es efectiva si se promulga. De acuerdo con la activista Nalini Dial, presidenta de «Los animales también son humanos»: «tenemos la legislación, pero solo eso. Simplemente, está ahí».

Dial trabajó con el entonces comisario de policía Gary Griffith para hacer realidad una unidad de maltrato animal. Bajo su dirección, en abril de 2019, el Servicio Policial de Trinidad y Tobago se comprometió a hacer cumplir las leyes pertinentes relativas al trato cruel e inhumano de los animales, y prometió destinar agentes a trabajar con las comunidades y los grupos de bienestar animal para intervenir en virtud de la ley.

Esta promesa se reforzó en la siguiente reunión con «Los animales también son humanos» en octubre de 2019, en la que Griffith señaló que se había asignado a dos policías por división —de entre las nueve que hay— para asistir a las organizaciones de bienestar animal en investigaciones y hacer cumplir la ley contra el maltrato animal. En ese momento, operaban con el SOA sin modificar.

Sin embargo, los planes para establecer una unidad especializada en maltrato animal nunca se hicieron realidad durante el ejercicio de Griffith y parece haber sido abandonado desde su salida del cargo. Aunque Dial certifica que el excomisario «también sugirió un tribunal que se ocupará únicamente de delitos contra animales», también mantiene que «la Policía jamás tuvo agentes interesados en el maltrato animal ya que no lo veían como un delito».

Por otro lado, Duncan insta al público general a dejar de lado cualquier duda que tenga hacia la Policía en relación con delitos contra los animales, ya que pudo denunciar varios delitos. Por ejemplo, consiguió escolta policial para alimentar a un perro que llevaba atado varios días en el patio de su dueño. En otro caso, un dueño se mudó y dejó a su perro atado en el patio de la antigua casa. La Policía intervino a pesar de que no pudieron localizar al dueño para presentar cargos formales.

«¡No teman!», dice Duncan. «Respeten y vayan acompañados si deben. Hasta que la gente empiece a declarar, la Policía no los tomará en serio. No se queden sin hacer nada por el mito de que la Policía no hará nada».

Más allá de la legislación y su aplicación, ambas muy deficientes, el bienestar animal a largo plazo también requiere inversiones y medidas gubernamentales que vayan más allá de los cambios legislativos. Entre las medidas están crear un cambio cultural, financiar y asignar recursos especiales para reducir los casos de abandono de animales, y un planteamiento multilateral para abordar los problemas que incluya la formación y sensibilización de la Policía. El bienestar de los animales no termina con la legislación y su aplicación. Si lo único que hace la ley es acusar a los infractores, no se tiene en cuenta el bienestar del animal después de sacarlo del lado de su abusador. A menudo, estos animales se convierten en una carga para los refugios, ya de por sí escasos de recursos, o son abandonados por completo. Por tanto, el Estado debe desempeñar un papel más importante en la rehabilitación y el cuidado.

La doctora veterinaria Shirelle Sammy afirma que la esterilización de animales de compañía frena la sobrepoblación, y también puede evitar comportamientos erráticos, dar beneficios sanitarios a largo plazo y, en última instancia, reducir el sufrimiento de los animales. Maynard está de acuerdo: «Si no se producen camadas no deseadas, no habrá animales abandonados o envenenados». Junto con la Red de Bienestar Animal, la Sociedad por la Prevención del Maltrato Animal de Trinidad y Tobago alberga durante todo el año un centro de esterilización y castración a un coste de 300 dólares trinitenses (40 dólares americanos) por animal, en colaboración con veterinarios de todo el país, pero la educación es clave.

Con este fin, la Sociedad por la Prevención del Maltrato Animal de Trinidad y Tobago ha estado recopilando datos sobre el maltrato animal, y gran parte se produce por ignorancia, por ejemplo, cazadores que matan de hambre a sus perros antes del inicio de la temporada porque creen que así serán mejores cazadores, o personas que adoptan mascotas sin saber cómo cuidarlas.

Otro aspecto del maltrato animal es el ruido. La música ensordecedora de carnaval, por ejemplo, o las explosiones de fuegos artificiales de diversas celebraciones a lo largo del año son grandes causas de estrés para los animales, domésticos y salvajes por igual. Dial es una de las muchas veces que pide al Gobierno utilizar fuegos artificiales que no hagan ruido alguno o que los prohíba por completo.

Si Mahatma Gandhi estaba en lo cierto, y el progreso de una nación se puede juzgar por cómo trata a sus animales, lo único que puede hacer Trinidad y Tobago es mejorar.

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