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Como país que pasó por sucesivas oleadas de colonización frente a una población indígena diversa, Taiwán es una sociedad multilingüe, pero las relaciones de poder entre las lenguas distan mucho de ser equitativas.
Taiwán estuvo habitado originalmente por tribus austronesias, de las que hoy se reconocen 16, y se hablaban lenguas formosanas de la familia austronesia. Las sucesivas colonizaciones neerlandesa, española y japonesa impusieron otras lenguas. La migración masiva desde China continental en el siglo XVII trajo el chino min, seguidas del chino mandarín, impuesto como única lengua oficial cuando las fuerzas del Kuomintang se refugiaron en la isla en 1949. En la actualidad, Taiwán reconoce muchas lenguas indígenas y chinas como parte de la sociedad taiwanesa.
Sin embargo, en una encuesta reciente de la Fundación Educativa Profesor Huang Kun-huei, el 68.4% de los encuestados considera que las lenguas “nativas” corren peligro de desaparecer. Además, solo el 37.2% considera que las políticas del Ministerio de Educación son eficaces para preservar las lenguas nativas.
Según las estadísticas del Ministerio de Educación citadas por Huang Kun-heui, presidente de la fundación, el uso del hokkien taiwanés ha disminuido un 60% en las tres últimas generaciones, el del hakka un 70% y el de las lenguas indígenas un 90%.
Conflictos de identidad
Encuesta tras encuesta se muestra que más personas se identifican con su identidad taiwanesa en los últimos años, y una disminución en el sentir de identidad china, sobre todo entre los jóvenes. Sin embargo, este aumento en las tendencias de identidad no ha traído un impulso significativo hacia la revitalización lingüística.
Esto puede deberse a varios factores. Los jóvenes taiwaneses contemporáneos han adoptado cada vez más una forma cívica de identidad nacional a raíz del Movimiento Girasol de 2014 que rechaza el etnonacionalismo «benshengren» de la década de 2000. Del mismo modo, en comparación con Hong Kong, por ejemplo, el temor a la “continentalización” (por la que pueden ser reincorporados a China continental como ocurrió con Hong Kong y Macao en el siglo XX) en Taiwán no es una amenaza directa, en la medida en que las amenazas de China se producen desde fuera, y Taiwán ya no ve gran cantidad de turistas chinos, como había años anteriores a la pandemia de COVID-19.
Sin embargo, a pesar de estas aparentes preocupaciones de la población, la atención del Estado suele centrarse en otros temas. En 2022, los académicos se opusieron a la política de bilingüismo 2030 de la actual administración de Tsai Ing-wen, critican que el inglés haya avanzado en detrimento de las lenguas locales. La Sociedad de Lenguas y Literatura de Taiwán inició una petición que rápidamente consiguió 1700 firmas, incluidos 400 maestros universitarios y 400 de profesores escolares.
En este sentido, la petición apunta a la historia de la colonización de Taiwán y a la imposición de la hegemonía lingüística por parte de los colonizadores, como prueba de una campaña contra las lenguas locales. Apunta a lo que se percibe como la fijación de la administración de Tsai por parecerse a Singapur en política lingüística.
Por ello, la petición argumenta que no solo es probable que fracasen los planes de una política bilingüe que incluya el inglés, sino que además no tiene en cuenta la diversidad lingüística de Taiwán. En su lugar, busca un “Taiwán multilingüe” que también “trate bien al inglés”, en lugar de un plan que intente hacer pasar al país por anglófono.
Ciertamente, como resultado de la política educativa de la administración de Tsai, en los últimos años, varias escuelas han intentado reposicionarse como bilingües para atraer estudiantes. Esto se debe a que el descenso en la tasa de natalidad se traduce en un menor número de estudiantes que nunca, y como ocurre con el excesivo número de sistemas educativos no regulados en Taiwán, se prevé que esto pueda acarrear problemas en el futuro.
Por otra parte, desde hace mucho tiempo existe una controversia política sobre los recursos gubernamentales dedicados a promover las lenguas locales, como los conflictos surgidos sobre la conveniencia de crear una red de televisión pública en hokkien, cuya financiación aún es escasa. A pesar de las declaraciones oficiales del Gobierno sobre la importancia de las cuestiones indígenas, en muchos casos estas no han venido acompañadas de acciones, como se evidencia en las dificultades para reconocer los nombres indígenas en los documentos de identidad oficiales.
En muchos casos, quienes están a favor del Kuomintang siguen mostrándose hostiles a las iniciativas para preservar las lenguas autóctonas, lo que refleja su nacionalismo panchino. Por ejemplo, ha atacado a la administración de Tsai, la acusa de intentar una «desinización» cultural por las iniciativas ara reducir el porcentaje de chino clásico que se enseña en las escuelas. Por lo tanto, el llamado a preservar las lenguas nativas sigue siendo controvertido. Esto es irónico considerando que la razón del rechazo de esas lenguas fue el intento del Kuomintang de dejar de lado otros idiomas con prohibiciones y castigos para promover el mandarín. Sin embargo, incluso décadas después de la democratización, y cerca de un siglo después del retiro de este partido a Taiwán tras la Guerra Civil China, continúa atacando para defender la hegemonía del mandarín a expensas de otros idiomas.