Este texto de Natasha Meneguelli se publicó originalmente en el sitio web de Nonada Jornalismo el 3 de abril de 2024. Global Voices lo reproduce con ediciones en virtud de un acuerdo para compartir contenido.
A la grafitera Mina Ribeirinha, que vive em Belém, estado de Pará, los médicos ya le han recomendado que cambie de trabajo por las pinturas, y también por la lluvia y el sol. Como pasa con otros artistas de la calle, su rutina también se ve afectada por las condiciones del clima.
“Hemos tenido olas de calor cada vez más intensas, y muertes, incluso de jóvenes”, afirma Daniel Bitencourt, investigador de Fundacentro (Fundación Jorge Duprat Figueiredo de Seguridad y Medicina del Trabajo).
Las olas de calor se caracterizan por un aumento de temperatura sobre el promedio por más de cinco días. Según un estudio del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE), publicado en noviembre de 2023, en los últimos 30 años, el promedio brasileño de días con ese fenómeno pasó de siete a 53 días en el año. Y puede empeorar.
Bitencourt, que investiga el impacto delas condiciones atmosféricas en el trabajo a cielo abierto, dice que en las ciudades del centro oeste y del norte de Brasil, muchas actividades ya son insostenibles. Explica que los centros urbanos fueron pensados para mitigación y adaptación al clima no tienen estrategias efectivas para disminuir los gases de efecto invernadero ni medidas que mitiguen sus consecuencias.
“Se habla en São Paulo porque es un gran metrópoli, pero cualquier capital y ciudad mediana tiene lo que se llama islas de calor”, recuerda.
Las islas de calor ocurren en áreas urbanizadas muy densas, cuando hay poco espacio entre las edificaciones, además de arborización insuficiente, almacenan calor por la baja capacidad de reflejo del concreto y el asfalto, lo que intensifica las temperaturas.
El calentamiento global llegó a una nueva altura en 2023, la temperatura global llegó a 1,48°C sobre el promedio. Según el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), la quema de petróleo, carbón mineral y gas natural debe disminuir 43% hasta 2030, y eliminarse hasta 2050. La meta es esencial para que la temperatura global queda dentro del límite de 1,5°C sobre el promedio, índice considerado seguro para la vida en la Tierra.
Estrés térmico
Mina no es la única que siente las consecuencias de las altas temperaturas. Los esposos Agatha Pereira dos Santos y Val Santos trabajan juntos como »payafros» (payasos con inspiración afro), además del teatro de calle y música, tienen más de 10 años en São Paulo y otros estados del Brasil.
“En estos meses (con olas de calor), la temperatura estaba bien alta, y eso nos afectó mucho. Acostumbramos trabajar de mañana, pero en esa época de calor extremo estábamos trabajando más de noche”, cuenta Agatha.
Además de adaptar el ritmo y los horarios de trabajo, ambos congelan una jarra de agua de dos litros, que llevan en una bolsa térmica durante el día. «Cuando no está congelada tenemos que encontrar dinero para comprar agua”, dice Val.
Ligia Corrêa Facciolla, en Abelha Palhaça, vive en São Paulo, donde trabaja en locales cerrados y en parques y calles. A veces, ni el agua ayuda. “Con un sol de más de 30ºC, aún con todo el protector solar del mundo, con toda el agua, aún uno se siente seco”.
Los relatos de los artistas ilustran el estrés térmico: cuando el cuerpo tiene lidiar con una temperatura tan extrema que confunde la regulación térmica, por calor o frio.
Bitencourt explica que, en el caso de las olas de calor, la temperatura y la humedad siguen elevadas, lo que aumenta la incomodidad. “Esto pasa por el sudor, que controla la temperatura y retira energía y calor del cuerpo. Cuando la humedad es muy alta, esta evaporación no se da con la misma eficiencia”.
Un estudio publicado por la revista Nature en marzo de 2024, muestra que el calor extremo también puede impactar el promedio de la pérdida global del producto interno bruto (PIB), con proyección entre 3,75 y 24,7 trillones de dólares, por la pérdida de la salud y la productividad.
“Siento que a veces la presión baja al hacer las cosas, porque hay mucho sol en la cabeza. Y eso afecta bastante”, cuenta Amanda Nascimento, actriz, cantante y acordeonista. “Es para preocuparse, ¿no? ¿Cómo vamos a continuar?”.
Bitencourt explica que por ser trabajadores independientes, los artistas no se benefician íntegramente de la ley, como la Norma Regulatoria del Ministerio de Trabajo y Empleo que trata de “Limites de tolerancia para exposición al Calor”, y tiene características de insalubridad relacionadas con las altas temperaturas, porque son pocas las empresas responsables de garantizar la comodidad térmica de sus trabajadores.
“Como es trabajador independiente, él mismo puede determinar las pausas, beber agua, ir a la sombra cuando sea posible, según las señales de su cuerpo”, añade el especialista. “Mientras tanto, ganan por producción. Al parar, no tienen público. Y no tienen pago”.
Val cuenta que siempre hay incertidumbre sobre la ganancia garantizada con el trabajo en la calle, porque porque hasta las licitaciones tienen plazos y competencia. “Se no salgo a la calle, no pago la renta, ni el agua ni nada”.
Filipe Farinha hace acrobacias, pirotecnia y funambulismo, arte circense de caminar en la cuerda floja, fue el primer brasileño que caminó sobre cables en el Pão de Açúcar, postal de Río de Janeiro. Vive en Porto Alegre, Río Grande do Sul, y dice que en la casa donde vive y recibe artistas, es claro que los ingresos han caído bastante. Además del impacto de la pandemia de COVID-19, considera que el cambio climático es otra causa.
Filipe dice que es la situación actual de muchos artistas es como “vender el almuerzo para pagar la cena”, es decir, que algunos trabajan para conseguir tomar un café o satisfacer necesidades inmediatas.
Daniel Bitencourt explica que se necesitan acciones de adaptación urgentes del poder público. “En los parques, por ejemplo, se debe tener un espacio más preparado, que proteja a los artistas y al público, con una mejor circulación de aire, incluso al aire libre”.
Un estudio de la revista científica de la Sociedad Meteorológica Americana, »Desigualdad Norte-Sul en el impacto del cambio climático en ‘días al aire libre’», los países en desarrollo sufrirán una pérdida grande en esos días durante años. Las zonas tropicales tuvieron una reducción del 13%, entre 1990 y 2020. Se llama días al aire libre a aquellos en los que se considera soportable la temperatura en locales abiertos.
La investigación considera como »agradables» las temperaturas entre 10 y 25 Cº, y mostró una plataforma en las que los usuarios pueden definir días al aire libre según temperatura preferida, y ver cómo el promedio de esos días puede cambiar en su región hasta el final del siglo.
Las lluvias fuertes son un problema
Amanda trabaja como productora de la Décima Sexta de Teatro de Calle Lino Rojas, que tuvo que cambiar el lugar de las presentaciones el 9 de marzo, por las condiciones climáticas.
Originalmente eran al aire libre, en el Territorio Cultural Okaracy en la comuna de la tierra Irmã Alberta, y el parque estatal Jaraguá. Como se preveía lluvia fuerte, el terreno fangoso y otros problemas causaron que se interrumpieran los espectáculos por la tempestad, y tuvieron que ir a un edificio del Centro Histórico de São Paulo.
Los artistas explican que, para el arte de la calle, siempre hay un plan B. Pero se necesita repensar la disposición del público y la posibilidad de intervención de las personas, lo que afecta el trabajo artístico.
“[En la calle] es más mágico, más agradable. Se entiende que se pierde el potencial cuando se está en esos espacio, es angustioso. Es hasta manera de formar al público, de acceso, es una lucha política”, dice Amanda.
A Filipe también le cancelaron varios eventos en 2022. “El año pasado fue complicada lo de la lluvia, de las inundaciones”, dice.
“Cuando llueve, hay que correr para cubrir el material con una lona, y nos quedamos esperando que acabe para volver a trabajar, lo que puede tomar dos, tres horas”, dice Mina.
“À veces terminas pagando para trabajar, porque pasa el plazo y todo”.