
Bicentina Auma, presidente de una cooperativa de pequeños agricultores en el norte de Uganda, cosecha mijo de dedo. Imagen del Departamento de Desarrollo Internacional de Reino Unido de Wikimedia Commons (CC BY 4.0 DEED).
Esta historia es de Maria Andrea Nardi y se publicó originalmente en Peace News Network. Global Voices reproduce una versión editada como parte de un acuerdo para compartir contenido.
En los últimos años, ha habido una “ofensiva” contra los defensores ambientales en Uganda. Periodistas, estudiantes, campesinos y habitantes rurales están defendiendo el ambiente natural, protestan y se movilizan contra el trato injusto y la migración forzada provocada por las infraestructuras para el combustible fósil, la agroindustria, energía hidráulica o la compensación de las emisiones de carbono. Esto ha enfrentado a autoridades e intereses comerciales a gran escala contra los defensores ambientales, que buscan proteger el ambiente de la expansión de las fronteras de extracción de recursos que proponen las corporaciones en su afán de lucro. En este contexto, y 15 años después de la finalización del conflicto armado en el norte de Uganda, nos preguntamos si la paz puede ser sostenible en esta región del país.
Para asimilar por completo las disputas actuales en torno a la tierra o a la defensa del ambiente natural, hay que observar cómo la naturaleza está integrada a las políticas de construcción de paz y desarrollo. Esto se debe a que, por lo general, se entiende poco cómo las comunidades locales integran la naturaleza en su vida cotidiana. Tres aspectos se destacan en relación con las contribuciones que la naturaleza puede hacer para fomentar la paz y el desarrollo sustentable en el norte de Uganda, fuera de su rol como generadora de ingresos a través de la explotación de recursos. El ambiente natural es importante para la paz porque funciona como: (a) sistema semiótico, (b) espacio público y (c) medio para la reconciliación.
La naturaleza como sistema semiótico
En el norte de Uganda, una vez que la gente salió de campamentos para desplazados internos y volvió a casa tras la guerra, la evidencia muestra que surgieron tensiones entre familias y clanes por el menor acceso a la tierra. Una de las causas son las transformaciones en el ambiente natural, ya que se eliminaron características de la zona que funcionaban como delimitantes para formaciones territoriales.
El ambiente natural actúa como un sistema semiótico en el que elementos como ríos, sierras y árboles tienen importantes significados para las comunidades locales. Estas características ayudan a las personas a navegar su ambiente y establecer reclamos de propiedad. Por ejemplo, un árbol de mango en un cruce de caminos o una roca cerca del estanque pueden ser guías para encontrar el camino a casa. Sin sistemas de demarcación formales, la posesión tradicional se torna crucial, y mantener la paz entre familias y comunidades suele depender de estos simbólicos marcadores de paisaje.
La naturaleza como espacio público
En los pueblos de Uganda, los árboles son importantes lugares de reunión. Protegen a la gente del sol: las personas usan su sombra para refrescarse, hablar, jugar, leer, enseñar o estudiar, y discutir el futuro de la comunidad local. Incluso hay algunas especies de árboles consideradas sagradas y varios son venerados por su tamaño, forma o ubicación (como el árbol de Nakayima en el centro de Uganda).
El espacio público bajo un árbol puede ser escenario de participación política, fortalecimiento, cohesión social y saneamiento, y reconciliación colectiva. Por razones políticas y ecológicas, la “naturaleza” en pueblos y zonas urbanas es extremadamente relevante, como lo muestra el trabajo de organizaciones que defienden el ambiente en el norte de Uganda.
La naturaleza como medio para la reconciliación
El Acuerdo sobre Responsabilidad y Reconciliación firmado en 2007 por el Gobierno de Uganda y el Ejército de Resistencia del Señor especifica rituales tradicionales de grupos étnicos locales “para conciliar a las partes formalmente en conflicto, tras la total responsabilización”. Uno de ellos es el ritual Mato Oput: ceremonia de reconciliación que se da cuando matan a alguien de un clan amigo. El nombre hace referencia a ingerir oput, bebida amarga preparada con las raíces aplastadas del árbol del mismo nombre y que se bebe en el punto máximo del rito. Para varios, “probablemente no hay un árbol más importante en el gran trabajo de sanar las heridas de la guerra civil brutal que azotó al pueblo acholi por más de 20 años”.
Se necesitan muchas partes de árboles oput y otros elementos naturales para esta ceremonia que marca el fin de un proceso de mediación tan largo. El ambiente natural es necesario para la responsabilidad local y reconciliación, para sanar y mantener la paz. Hoy en día, los defensores ambientales y los líderes culturales están preocupados por el ritmo alarmante de tala de árboles oput en el norte de Uganda.
Defensores ambientales como constructores de paz
El poco entendimiento y una utilización de la naturaleza que disminuye las posibilidades de las personas para relacionarse entre sí y con su ambiente podría exacerbar conflictos, ya sea por marginar algo de conocimiento o por la destrucción de la base material de las relaciones socioecológicas de las personas.
Por todo esto, es urgente revisar cómo se integra la importancia de la naturaleza en las políticas de construcción de paz y desarrollo en Uganda. También es crucial apoyar a los defensores ambientales que argumentan a favor de la inclusión de perspectivas locales sobre la naturaleza en las estrategias de desarrollo.