
La imagen se utiliza con permiso del autor, Kelvik Pineda.
Es completamente irrefutable que la migración, ya sea forzosa o no, trae consigo diferentes tipos de dolencias en la comunidad migrante, así como en la familia, amistades y todo tipo de relaciones interpersonales que dejan detrás. Muchas personas sabemos -o mejor dicho, aprendemos a- sobrellevar esta carga múltiple, o bien, las circunstancias nos obligan a priorizar la supervivencia antes que el sentimiento.
Sin embargo, ya sea en mayor o menor medida, tarde o temprano, las personas migrantes nos veremos invadidas por episodios de añoranza; sentimientos que son detonados por fechas que nos hacen recordar, mensajes de texto, contenido en redes sociales e incluso la coyuntura social que se vive en el nuevo país donde habitamos.
En mi caso, el detonante que me trajo nuevamente a pensar todas estas cosas y recordar cómo era mi vida antes de salir de Nicaragua, fue darme cuenta que ya han pasado más de cinco años desde mi partida. Por lo tanto, este momento me arrastró nuevamente a emociones, que no necesariamente son negativas, que sentí cuando recién salí, reviviendo mi duelo migratorio.
El duelo migratorio, tal y como es descrito por el psiquiatra español Joseba Achotegui, tiene particularidades que lo diferencian del duelo más común, como es la pérdida de un ser querido. Una de las características que más llama la atención es la multiplicidad del mismo, es decir, que la persona que sufre este duelo, experimenta muchas pérdidas derivada de un mismo factor de riesgo: la migración.
Consecuencias del duelo migratorio sobre la salud de las personas
No se debería considerar el duelo migratorio como un sinónimo directo de migración, porque, cómo indica Achotegui, “supondría negar la existencia de toda una serie de aspectos positivos en la migración, la existencia de beneficios”. El acto de dejar un país puede representar muchas cosas positivas: nuevas oportunidades laborales, mejores condiciones para estudios, aportar en la mejoría de la economía de la familia o bien, algo que damos por sentado muchas veces, seguir respirando.
Dejando esto claro, no se puede obviar que el acto de la migración conlleva experimentar multiples estresores constantemente, por lo que Achotegui diferenció el duelo convencional del duelo migratorio.
El estrés fué definido por el endocrinólogo Hans Selye en 1973 como “la respuesta no específica del cuerpo a cualquier demanda que sobre él se ejerce”. Dicho esto, ¿cómo afecta el estrés a la salud de las personas?.
Una hipótesis elaborada por Maddock y Pariante en 2001 dice que “el estrés puede provocar la liberación de citocinas proinflamatorias que a su vez induce cambios hormonales y de comportamiento (sickness behavior)”. Considerando el estrés psicológico como un proceso fisiopatológico, la liberación de estas citocinas, entre otros factores, participa incluso en cambios neurodegenerativos y en la disminución de la neuroplasticidad.
En estas afecciones, podemos encontrar la participación del eje HPA (hipotálamo-pituitario-adrenal), que es el principal mecanismo de respuesta ante el estrés; este eje termina con la liberación de hormonas al torrente sanguíneo, una de ellas es la famosa “hormona del estrés”, el cortisol.
Aquí algunos efectos sobre la salud provocados por exceso de cortisol, obtenidos del tratado de fisiología Best & Taylor:
- A nivel circulatorio, provoca aumento de la tensión arterial.
- A nivel óseo, a través de mecanismos intestinales y renales, disminuyendo la absorción del calcio y aumentando secreción, provoca osteopenia (disminución de la densidad osea) marcada.
- En casos muy graves, como en el Síndrome de Cushing, puede inducir a estados de depresión, euforia e incluso manía.
Esto, en líneas muy generales, son consecuencias directas de un elevación prolongada de esta hormona; sin embargo no se debe olvidar que el cortisol también cumple con un papel fundamental en la adaptación al estrés, además de cumplir funciones antiinflamatorias, cardiovasculares, metabólicas e inmunomoduladoras.
El hecho de sufrir duelo migratorio o atravesar un estrés constante por todos los detonantes a nuestro alrededor no será un sinónimo inmediato de que sufriremos enfermedades graves relacionadas al mismo. Aquí es importante que como personas migrantes, consideremos que todas las realidades son diferentes y por lo tanto las condiciones en las que migramos y la evolución de nuestra vida como migrantes también lo es.
El objetivo de este escrito dista de ser alarmante o fatalista, sino busca ser un pequeño recordatorio de que todo lo que atravesamos como migrantes, el estrés que esto provoca y las consecuencias emocionales, no son independientes de consecuencias físicas y por lo tanto no deberíamos banalizar patrones de salud que tengamos ahora y es probable que antes de migrar no tuviésemos.
A todo esto, ¿Podemos evitar el duelo migratorio?
Hace un par de años, junto a una amiga, realizamos una serie de entrevistas a personas exiliadas de Nicaragua en mi podcast La Guarida del Oso, en las que recordábamos desde diversos puntos de vista, los sucesos de Abril 2018 en el país, la experiencia de salir forzosamente y el afrontamiento a la nueva realidad, entre otras cosas. En estas conversaciones, desarrollamos momentos de reflexión sobre cómo cada persona elabora su concepto de patria y qué es lo que extraña de la misma; por lo tanto la nostalgia nos puede atacar por diversos factores: la comida, los familiares, amistades, incluso mascotas, objetos personales, actividades cotidianas.
Esto significa que en cierta forma siempre habrá algo que detone recuerdos y sensaciones extrañas y nostalgias sobre nuestra anterior vida en nuestros países; experimentar esas sensaciones son necesarias porque -al menos a mi parecer- esto nos ancla a la realidad de que somos seres humanos, capaces de sobreponernos a una adversidad tan grande como es abandonar tu zona de confort, círculo cercano, familia, gastronomia, e incluso idioma.
No se puede evitar sentir este duelo, pero si se puede lograr tomar acciones para evitar que sus consecuencias trasciendan a lo emocional y transitorio, convirtiéndose en un problema de salud más crónico que, con el paso del tiempo, no podamos controlar.
A nivel personal, te invito a que -dentro del tiempo que te sea posible- practiques alguna actividad física, intentes rehacer colectividad con personas nuevas, abrirte a nuevas experiencias gastronómicas e intercambios culturales con personas que muestren interés en conocer tu cultura; sobre todo, no sintamos culpa por las emociones que sentimos o las decisiones que tomamos y nos han traído a una realidad diferente, en un país diferente, con personas totalmente diferentes, porque la migración atenta con desvincularnos de nuestra identidad y todo este cúmulo de factores son parte de la misma.