Qué hay tras el sombrío problema de la violencia machista intrafamiliar en Asia Central

Kuandyk Bishimbayev, que asesinó a su  esposa Saltanat Nukenova, se presenta ante el tribunal de Astana, Kazajistán. Captura del video ««Me atormentó durante seis horas y media»: Bishimbayev cuenta por qué se vengó de Saltanat» del canal de YouTube de Informburo 31. Uso legítimo.

Este artículo menciona formas de violencia doméstica contra las mujeres que pueden herir la sensibilidad de algunos lectores.

Desde marzo de 2024, Kazajistán está pendiente del juicio contra el exministro de economía Kuandyk Bishimbayev, que presuntamente asesinó a su esposa, Saltanat Nukenova. Lo que hace este caso particularmente perturbador es Bishimbayev la mató a golpes en una bacanal de violencia que duró ocho horas en el restaurante propiedad de su familia. La difusión mediática del juicio ha convertido el caso en el suceso más polémico del país, que suscita acaloradas discusiones sobre la violencia doméstica contra las mujeres.

Mientras se juzga a Bishimbayev en Kazajistán, en el vecino Kirguistán, los titulares sobre el asesinato de dos mujeres han llevado el problema de la violencia machista intrafamiliar a la atención pública. Una de estas mujeres fue asesinada por su pareja, que ocultó el cadáver durante nueve días antes de arrojarlo a un vertedero cercano. La otra fue asesinada por su exmarido, que la apuñaló 27 veces antes de llamar a una ambulancia.

Como resultado del escándalo público y las exigencias de cambios, el 11 de abril, el Parlamento de Kazajistán aprobó una ley que penaliza la violencia doméstica contra la mujer. Aunque es un paso legal muy necesario para tratar este problema, está claro que este tipo de violencia doméstica en Kazajistán y en el resto de Asia Central es un reto complejo que requiere algo más que legislación. UzbekistánKirguistán, que ya aprobaron una legislación similar, siguen plagados de indignantes casos de violencia doméstica contra la mujer. Lo que se oculta tras este generalizado y persistente problema son normas sociales destructivas y una labor ineficiente de las instituciones estatales al prevenir la violencia y castigar a sus perpetradores.

Antiguo problema transfronterizo

La violencia doméstica contra la mujer es un problema muy extendido en los cinco países de Asia Central: Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán. En los medios de estos países aparecen continuamente noticias de ataques y asesinatos de mujeres por parte de sus parejas, esposos y novios, lo que revela la escala creciente del problema y la falta de mecanismos eficientes para proteger a las mujeres.

En 2023, los cuerpos de seguridad de Kazajistán tramitaron 100 000 denuncias de violencia doméstica contra mujeres, lo que triplica la suma de las denuncias presentadas en los cinco años anteriores. En 2023 se supo que 869 mujeres murieron y 2086 sufrieron graves daños físicos a causa de la violencia doméstica en los cuatro años y medio anteriores. En 2017, una encuesta nacional mostró que al menos un 17% de las mujeres del país habían sufrido maltrato por parte de su pareja, y el 51% de estas víctimas dijeron no haberlo denunciado hasta entonces.

Este video es un documental sobre violencia machista intrafamiliar en Kazajistán.

En Uzbekistán, la violencia doméstica contra la mujer se convirtió en delito en abril de 2023, y desde entonces, 9131 personas han sido sentenciadas penal o administrativamente. Es probable que este número se incremente en 2024, ya que el número de convictos ya ha alcanzado las 4477 personas en el primer trimestre del año.

En Tayikistán, la violencia machista intrafamiliar todavía no es delito. En 2023, Tayikistán se clasificó en última posición de 177 países en la categoría «Actual violencia de pareja» en el índice global Women, Peace and Security. Este indicador en concreto mide el porcentaje de mujeres que ha sufrido violencia doméstica por parte de sus parejas. Según un estudio de Naciones Unidas publicado en 2023, un tercio de las mujeres de Tayikistán sufrió este tipo de violencia.

En Turkmenistán, una encuesta nacional de 2020 reveló que el 12% de mujeres del país —una de cada ocho— sufrió violencia física o sexual a manos de sus parejas. El estudio también arroja luz sobre el hecho de que los casos de violencia doméstica contra las mujeres rara vez se denuncian: menos del 12% de las sobrevivientes denunció a la Policía o pidió ayuda a otras instituciones.

Kirguistán, primer país de Asia Central en penalizar la violencia machista intrafamiliar en 2017, sigue registrando altas cifras de casos de esta violencia. En 2022 se denunciaron 9959 casos, un 92% de las víctimas eran mujeres. En 2023, esta cifra creció hasta 13 104 casos, con un 95% de mujeres entre los sobrevivientes. Además, Kirguistán está considerado el país más inseguro de Asia Central en el índice global Women, Peace, and Security.

Este video es un documental sobre violencia machista intrafamiliar en Kirguistán.

Patriarcado e instituciones estatales inefectivas

La naturaleza generalizada del problema se traduce en un interminable ciclo de espantosas historias de ataques y asesinatos de mujeres en la región. Por ejemplo, antes del asesinato de Nukenova en noviembre de 2023, que es objeto de gran debate actual, los lugareños seguían el caso de la kirguisa Asel Nogoibaeva, cuyo exmarido le cortó la nariz y las orejas en un ataque perpetrado en septiembre de 2023.

La razón más evidente de esta inquietante tendencia es la ausencia de un marco legal efectivo, lo que fomenta la impunidad. En 2017, cuando Kazajistán despenalizó la violencia doméstica contra la mujer, Kirguistán se convirtió en el único país de la región donde siguió siendo delito. Las autoridades de Kazajistán revirtieron en abril su decisión de 2017 a causa de las exigencias del público, y Uzbekistán penalizó la violencia machista intrafamiliar recién en abril de 2023. Tayikistán y Turkmenistán todavía tienen que penalizarla, y los perpetradores de esos países pueden librarse de su responsabilidad con multas y órdenes de alejamiento.

Dos problemas dominantes destacan en el asunto de la violencia doméstica contra la mujer. El primero son las normas patriarcales, que justifican la violencia doméstica y conducen a que perpetradores y víctimas acepten esa violencia. Desde temprana edad, a los varones se les educa para ser agresivos, y a las niñas para que se muestren sumisas y obedientes, asuman el papel de esposa que acepta los términos del agresor e intenten resolver el conflicto dentro de la familia.

Los resultados de sondeos en Turkmenistán muestran que casi el 20% de las mujeres encuestadas cree que se justifica que los hombres golpeen a sus esposas si salen de casa sin permiso del marido. En Tayikistán, casi el 48% de las encuestadas consideran que la violencia doméstica es un asunto privado de cada familia, y el 41% cree que está justificado golpear a la pareja por algunas razones. Estas normas patriarcales se complementan con los valores tradicionales que promueve el Gobierno, que enfatizan la integridad familiar a expensas de los derechos y la protección de la mujer.

El segundo problema es la reticencia de las autoridades para adoptar medidas serias, y la indiferencia de las instituciones pertinentes para prevenir la violencia machista intrafamiliar. La investigadora de derechos humanos Svetlana Dzardanova señala que en lugar de intentar solventar el problema de la violencia doméstica contra la mujer, los Gobiernos de la región atacan a las personas que lo exponen. Las autoridades perciben a las organizaciones locales que promueven el debate sobre este tipo de violencia doméstica como grupos ajenos que intentan impulsar normas extranjeras contrarias a los valores tradicionales.

En el día a día, en lugar de registrar las denuncias de las víctimas e iniciar investigaciones, la Policía intenta a menudo reconciliarlas con sus agresores. Los jueces dictan sentencias leves en casos de este tipo de violencia, lo que permite a los perpetradores evitar la cárcel. Por ejemplo, en el caso de Nogoibaeva, el juez impuso un periodo de libertad vigilada a su exmarido, que la atacó al salir de prisión, donde cumplía una sentencia por violar dos veces a su exesposa.

La lucha contra la violencia machista intrafamiliar en Asia Central se mueve lentamente. En este momento, para avanzar y conseguir pequeñas victorias, todavía necesita casos mediáticos, como el juicio televisado de Kuandyk Bishimbayev.

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