Basada en sus investigaciones, Vlada Baranova sostiene que la guerra de Ucrania ha provocado la racialización de los conflictos y enfrentamiento entre las autoridades federales, que se perciben como “rusas”, y la población indígena. El activismo lingüístico y ambiental también se tiñe de nacionalismo. El estudio se hizo en el marco del programa de Nemsow Fund “Incógnitas conocidas: Estudio de Rusia después de 2022”, que se publicó en RussiaPost. Global Voices reproduce el artículo con ediciones para mayor claridad, con autorización de RussianPost.
El 17 de enero de 2024, durante la condena del activista Fail Alsynov, de Baskortostán condenado a cuatro años de prisión, varios miles de personas (se estima que 6000) se reunieron en la pequeña ciudad de Baymak. La Policía utilizó la fuerza para dispersar a los manifestantes y detuvo a varias personas. Después, se denunció la muerte de un detenido, otro con heridas graves y diversos procesos penales y administrativos.
Los cargos contra Alsynov derivan de un discurso que pronunció en bashkir en una asamblea en un pueblo en abril de 2023, en el que arremetió contra la extracción de oro en la región. Se conoce a Alsynov por su participación en protestas ambientales en Baskortostán, especialmente por su papel en la defensa de la colina Kushtau (2020), cuando los lugareños se opusieron a la extracción de sosa. Por aquel entonces, los activistas consiguieron detener la minería industrial y proteger la reserva natural de la zona.
Alsynov presidió la organización Bashkort fundada en 2014. Las iniciativas ambientales y el cuidado de la tierra bashkir/bashkort ocupaban un lugar central en el movimiento, estrechamente relacionadas con el apoyo a la lengua y la cultura, y al autogobierno local.
Entre 2017 y 2019, Alysnov participó en protestas contra las enmiendas a la ley federal de educación que convertían las clases de lengua minoritarias en opcionales en lugar de obligatorias. En 2020, la Suprema Corte de Bashkortostán reconoció a Bashkort como una organización extremista y la prohibió, y alegó que promocionaba el “nacionalismo“ y el “separatismo“. Los abogados de Bashkort señalaron que la traducción de los discursos pronunciados por los participantes en el kurultai (reuniones de las ONG bashkires) estaba distorsionada, pero eso no logró persuadir a los jueces.
Protesta por la desigualdad social
En otras de las llamadas “repúblicas étnicas“, se observa una evolución similar. Durante varios años, las protestas por la desigualdad social, el uso descuidado de los recursos naturales y la violación de la autonomía de las repúblicas (a veces criticada como “desfederalización”) fueron perseguidas como manifestaciones de “nacionalismo“ y “separatismo“. Incluso se prohibieron iniciativas en apoyo de una lengua o cultura local. Por ejemplo, entre 2015 y 2016, los jóvenes que participaban en manifestaciones espontáneas con bailes kalmukos en el centro de Elista (Kalmukia) llamaron la atención de las fuerzas de seguridad por considerar que eran manifestaciones de nacionalismo. Uno de los organizadores se vio obligado a emigrar.
Un ejemplo de la protesta contra la designación en 2019 de Dmitri Trapeznikov como alcalde de Elistá (Trapeznikov había sido transferido de un puesto ministerial en la “República Popular de Donetsk«. Mi trabajo de campo muestra que la movilización en Kalmukia fue en torno a la idea de que el alcalde de la capital debía ser de etnia kalmuka o lugareño (o ambas cosas). Los manifestantes empezaron a utilizar el kalmuka primero en lemas políticos, y después, como parte de una protesta política más amplia contra el partido Rusia Unida y lo que consideran un fraude electoral.
A menudo se forma un círculo vicioso. Las autoridades federales, ansiosas por evitar el separatismo y demostrar la “unidad” de la nación, no respetan la autonomía concedida a las repúblicas en la Constitución rusa, lo que ocasionalmente conduce a la radicalización del activismo étnico. Desde la invasión a Ucrania en 2022, las políticas lingüísticas y étnicas se han endurecido. Las enmiendas a la ley de lingüística del país aprobadas en 2022 destacan “el papel unificador del ruso como idioma estatal de la Federación Rusa en un Estado multiétnico unificado”.
En septiembre de 2023, el Gobierno propuso retirarse del Convenio marco para la protección de las minorías nacionales, al que Rusia se adhirió en 1996. En 2022 y 2023, los funcionarios se han pronunciado en apoyo de las leguas minoritarias, al tiempo que han subrayado que el ruso incorpora la cultura de los pequeños grupos étnicos. Por ejemplo, al dirigirse a los niños rusos en febrero 2023 como parte de clases nuevas llamadas “conversaciones sobre cosas importantes”, el ministro de Asuntos Exteriores Sergei Lavrov dijo: “Es importante para la unidad de Rusia que su lengua una a todos… En Yakutia, Daguestán, Ingusetia y Chechenia se celebran festivales culturales nacionales. Todo esto forma parte de la cultura rusa. Nunca ha intentado apartar las culturas de sus pueblos, que son uno con el Estado ruso”.
Estas declaraciones se producen en un contexto de creciente desigualdad étnica y regional durante la guerra en Ucrania. Cabe señalar que el impacto de la guerra ha sido desproporcionado, con un mayor número de víctimas mortales en las repúblicas étnicas.
Habitantes de repúblicas étnicas están en posición contradictoria
Entre 2022 y 2023, circularon por redes sociales mensajes en lenguas nativas, como buriato, kalmuko y chuvasio, tanto a favor como en contra de la guerra. Debatir los problemas en la lengua materna de cada uno sugiere una visión étnica o localizada de la guerra.
Los habitantes de la república étnica están en una posición contradictoria, con discursos variados sobre autonomía, soberanía y pertenencia. En 2023, recogí entrevistas con kalmukos y buriatos que abandonaron Rusia tras la “movilización parcial” anunciada en septiembre de 2022. Muchos huyeron a Mongolia, país con una lengua y cultura estrechamente relacionadas. Aunque algunos terminaron regresando a Rusia, otros se quedaron en Mongolia o se fueron a otros países: Estados Unidos, donde existe una gran comunidad kalmuka desde finales de la década de 1940, o a Corea del Sur, destino frecuente de los trabajadores migrantes de las regiones “asiáticas” de Rusia y los países de Asia Central.
Una vez que emigran, muchos encuestados discuten las cuestiones políticas y sociales que han conducido a la situación actual. Quienes viven en el extranjero se convierten en un foro de debate sobre la historia y el futuro de los grupos étnicos. Las ideas sobre el futuro de posguerra reflejan diversas actitudes hacia la posible independencia de las repúblicas étnicas y opiniones sobre el federalismo en Rusia.
Los interrogados hablan del desarrollo de la identidad regional, el federalismo y la posibilidad de un referéndum que determine el destino de su república de origen, que incluye la total independencia. Aunque las opiniones difieren, todos los interrogados se muestran dispuestos a debatir estas cuestiones. Hasta no hace mucho, los habitantes de estas repúblicas étnicas no contemplaban la idea de la independencia. Hoy, se habla de esta posibilidad, aunque más a menudo, como un discurso con el que los entrevistados no están de acuerdo.
Los entrevistados buscaron respuestas a través de referencias al contexto actual de la guerra de Ucrania o a través de la historia familiar. El recuerdo de las represiones estalinistas se asocia a menudo con la muerte de intelectuales locales y el cese de la enseñanza en lenguas nativas en 1938.
Para los kalmukos, un recuerdo importante es la deportación entre 1943 y 1944. Cuando hablan de su decisión de huir de Rusia para evitar la movilización durante la guerra actual con Ucrania, los entrevistados suelen mencionar la experiencia de deportación. “Desde mi infancia, me enseñaron que la guerra nunca llevaría a nada bueno, y mis antepasados, abuelas, abuelos, ava, eeji («abuelos», en kalmuko) fueron deportados a causa de la guerra, y todos se exiliaron, nacieron en el exilio”, dijo un joven que salió de Kalmukia rumbo a Mongolia tras el anuncio de la movilización.
Un activista mencionó el trauma de la deportación como motivo de su temor a participar en protestas contra la guerra: “En nuestras mentes, cualquier protesta se asocia con el trauma que quedó del genocidio de diciembre de 1943. Es decir, he oído (a la gente decir) que los rusos vendrían otra vez, deportarían a todos, matarían a todo el mundo y demás”.
Cambiar el lenguaje del discurso
Términos como “descolonial”, “imperio”, “opresión” e “indígena” no las utilizaban antes las personas de Buriatia y Kalmukia. Sin embargo, ahora se ha convertido en un elemento del discurso que describe las relaciones comunidad-Estado. Mis entrevistas revelan cómo la terminología, por lo general asociada a medios de los activistas étnicos, está entrando en el lenguaje de la “gente corriente”; en concreto, términos como “colonia” e “imperio” se utilizan para describir la relación entre Rusia y sus repúblicas étnicas.
El lenguaje y el activismo étnico también ha cambiado a lo largo de la guerra. Antes, la mayoría de los activistas se centraban en cuestiones culturales o lingüísticas más que políticas. Según mi investigación anterior realizada entre 2019 y 2021, las iniciativas lingüísticas étnicas de base incluían principalmente música popular, video, blog y proyectos artísticos como también programas educativos. En comparación, rara vez se ocupaban de reivindicar los derechos lingüísticos u otros derechos de los grupos nativos. Sin embargo, el contexto actual ha provocado un cambio en el enfoque de los activistas étnicos y lingüísticos, y una reevaluación de sus objetivos y valores.
Entre 2022 y 2023, surgieron organizaciones en línea con objetivos antibélicos o descoloniales. La primera fue la Free Buryatia Foundation (ver RussiaPost al respecto), cuyo objetivo era ayudar a los jóvenes a evitar ser enviados a Ucrania, especialmente en la movilización de septiembre 2022. Después, surgieron Free Kalmykia, Free Yakutia y otras.
Más allá de la agenda antibélica, varios movimientos y medios que operan desde el extranjero se centran en historias y culturas nativas, así como en debates sobre el racismo y la discriminación. Por ejemplo, en el pódcast The Republic Speaks se debatió sobre el abandono de las autoridades federales a la cultura en las repúblicas étnicas como forma de discriminación étnica. Beda Media explora la historia de varios grupos étnicos, detalla las deportaciones estalinistas. Otros debaten cuestiones políticas, como la reivindicación de la independencia. Una idea común, e incluso un lema, de los medios opositores es “no es nuestra guerra”, por ejemplo, este era el lenguaje de una publicación de diciembre de 2023 en un canal de Telegram llamado “Movimiento por la independencia de Sajá -Resistencia”.
La mayoría de estas iniciativas operan desde el extranjero, pero algunas, como las del ya mencionado activista bashkir Fail Alsynov, intentan hablar sobre la guerra y la etnicidad estando en Rusia. Tras la movilización de septiembre de 2022, Alsynov hizo una publicación en la que destacaba la naturaleza étnica de la guerra de Ucrania, con un número desproporcionadamente alto de bashkires movilizados: “¡Esto es un genocidio contra el pueblo bashkir!… No es nuestra guerra”.
Al igual que mis entrevistados entre los jóvenes kalmukos y buriatos, Alsynov relacionó la situación actual con los recuerdos del pasado y afirmó que la historia de los bashkires en el Estado ruso siempre ha incluido la violencia: “A los hijos de bashkires, este imperio siempre los ha llevado a la guerra”. Esa publicación, en bashkir, fue bloqueada por los autoridades.
El panorama político actual generó la reevaluación de las perspectivas convencionales en la relación entre las minorías étnicas y el Estado. El Gobierno ruso les niega cada vez más a los grupos étnicos su capacidad de acción y destaca la superioridad de los rusos, mientras que los activistas étnicos y descoloniales subrayan su capacidad y su propia historia.
El debate dentro de las comunidades lingüísticas minoritarias gira ahora en torno a comprender la relación entre el Estado y grupos minoritarios. Estas discusiones incluyen una reconsideración de la historia del Imperio ruso, la URSS y Rusia. La conversación sobre el futuro de las repúblicas étnicas se perfila como un aspecto crucial.