
Manifestantes en Aruba contra la crisis ambiental de la isla. Foto cortesía del movimiento ‘No Más Hoteles’, utilizada con autorización.
Con una historia rica y diversa forjada por sus habitantes indígenas, la colonización europea y su estratégica ubicación geográfica, muchos en el primer mundo conocen el Caribe como simple destino vacacional. Con sus playas de arena blanca y aguas azules, es el lugar al que acuden los privilegiados para relajarse y desconectar del mundo, a menudo sin ninguna consideración por la población local y su cultura. Sin embargo, la gente y su entorno son mucho más que extensos hoteles, con todo incluido.
Este sentir se hizo evidente cuando los habitantes de Aruba tomaron las calles de la capital, Oranjestad, e interrumpieron el protocolo del Día del Rey, cuando todo el Reino de Países Bajos celebra el cumpleaños del monarca. La protesta fue por la actual crisis ambiental que enfrenta Aruba, y muchas otras naciones caribeñas. Se dio especial atención al crecimiento insostenible y desregulado de la industria hotelera y turística, exacerbado por el impacto colonial que Países Bajos han tenido en Aruba y las demás islas ABC (que comprende a Aruba, Bonaire y Curazao) y el Caribe neerlandés (SSS, por Sint Maarten –parte neerlandesa de la isla de San Martín–, Saba y San Eustaquio).

Policías intentan contener recientes manifestaciones en Aruba. Fotos cortesía del movimiento ‘No Más Hoteles’, utilizadas con autorización.
Lo que comenzó como una protesta pacífica no tardó en agravarse cuando la Policía y los guardias de seguridad sometieron a los manifestantes en el suelo, los intimidaron con amenazas de arresto, los insultaron y atentaron contra sus derechos constitucionales a la libertad de expresión y protesta.
«¡No Más Hoteles! ¡Devuelvan la tierra!»
La protesta se organizó para urgir al Gobierno a enfrentar la crisis ambiental, detener la construcción excesiva de hoteles, priorizar la naturaleza y exigir justicia climática para la población local de Aruba.
Con carteles de “No más hoteles”, “Devuelvan la tierra”, “La madre naturaleza está gritando” e incluso de “Descolonicen Aruba”, los lugareños mostraron su preocupación por el estado actual del bienestar ambiental de Aruba y por el futuro de su principal pilar económico, el turismo.

Nigel Madura, activista indígena de Aruba y científico especializado en sostenibilidad, cuyos grafitis iniciaron el movimiento. Foto cortesía del movimiento ‘No más hoteles’, utilizada con autorización.
Este movimiento se originó en octubre de 2023, cuando Nigel Maduro, activista indígena arubeño y científico especializado en sostenibilidad, fue detenido por pintar las palabras “No más hoteles” y “Devuelvan la tierra” por todas las zonas turísticas de la isla. Esto provocó un gran debate entre la población local, los turistas y el Gobierno, ya que dio a conocer el actual turismo masivos y cómo la isla está perdiendo tierras de forma sistemática en favor de ricos inversionistas extranjeros para construir hoteles y condominios de lujo.
En conversación con Nigel Maduro por WhatsApp, le pregunté qué espera conseguir. Cuenta que todo empezó cuando regresó tras estudiar en el extranjero. Estaba impresionado por lo «fuera de control» que se había vuelto la industria hotelera y turística en Aruba, y sintió que tenía que hacer algo al respecto: “Me di cuenta de que estamos perdiendo muchas tierras indígenas, así que decidí pintar con aerosol algunas palabras que sabía que empujarían a la gente a debatir al fin sobre este desarrollo insostenible”.
La lucha continúa: ¿llegará el cambio?
Desde entonces, Maduro y sus camaradas no dejan pasar la oportunidad de protestar. Otra manifestación pacífica tuvo lugar el 18 de marzo, Día de la Bandera y el Himno Nacional de Aruba, cuando los habitantes de Oranjestad interrumpieron el discurso protocolar de la primera ministra, Evelyn Wever-Croes, desplegaron carteles que daban a conocer sobre la necesidad de dar prioridad a la naturaleza y cuestionaban la falta de acción del Gobierno.
La censura que enfrentaron los manifestantes en este caso ha hecho sospechar a Maduro que el Gobierno está empezando a sentir la presión. El movimiento se está expandiendo, y cada vez son más los ciudadanos que buscan formas de expresar su frustración por la situación de la industria hotelera y turística. La protesta del Día del Rey de este año, por ejemplo, contó con una participación aún mayor que la del 18 de marzo, prueba del aumento del número de lugareños que se han sensibilizado e involucrado, y han llevado su descontento a las calles.

Los manifestantes (izquierda y abajo a la derecha) pusieron sus carteles a la entrada del Parlamento de Aruba (arriba a la derecha). Fotos cortesía del movimiento ‘No Más Hoteles’, utilizada con autorización.
Poco después de la manifestación del 18 de marzo, el Gobierno anunció su apoyo al movimiento «No más hoteles», y el ministro de Turismo, Dangui Oduber, presentó recientemente una nueva política según la cual los hoteles que todavía no estén en obras no recibirán autorización para construirse.
Aunque Maduro cree que se trata de un paso en la dirección correcta, todavía se están construyendo hoteles con todo incluido, previstos para inaugurarse entre 2024 y 2025. La población local teme que, si se completan estos proyectos, la infraestructura de la isla podría colapsar, ya que las aguas residuales siguen vertiéndose al océano por la sobrecapacidad del sistema actual y a los elevados volúmenes de residuos generados por los hoteles.
El colonialismo en el centro de los desafíos
Las protestas, sobre todo la del Día del Rey, han dado la oportunidad de reflexionar sobre las estructuras coloniales de la isla, así como sobre las desigualdades entre el Caribe neerlandés y Países Bajos.
Por ejemplo, las islas ABC-SSS no pueden representarse independientemente en conferencias internacionales sobre cambio climático, como la COP, pues se supone que Países Bajos representa a todo el reino en estas reuniones. No obstante, en estas convenciones no se ha mencionado la situación de crisis climática de las islas ABC-SSS, ni existen planes de adaptación climática para los territorios del Caribe neerlandés.

Manifestantes exhiben sus carteles frente a una estatua de la reina Guillermina en la capital de Aruba, Oranjestad. Foto cortesía del movimiento ‘No Más Hoteles’, utilizada con autorización.
“La falta de representación da a las islas ABC-SSS un escenario en el que son presas fáciles a la espera de que el cambio climático llame a sus puertas”, lamentó Maduro. “Por otra parte, deben existir reparaciones en cuanto al cambio climático, ya que nuestros recursos naturales han sido explotados y extraídos en gran medida durante el colonialismo. Nuestros bosques tropicales y otros sistemas naturales actuaban como un mecanismo natural de resistencia a los impactos del cambio climático, pero como Países Bajos extrajeron la mayor parte, no nos queda demasiado”.
El objetivo principal es la sostenibilidad
A preguntarle cuál sería la situación ideal para Aruba dentro de cinco años, Maduro dijo que espera ver mayor protección de los árboles autóctonos de la isla y una disminución absoluta de la industria hotelera y turística, lo que implicaría dar prioridad a la calidad de vida, la sostenibilidad ambiental y la justicia social por sobre una expansión económica ilimitada.
El concepto de decrecimiento engloba varias ideas y prácticas, entre las que se incluyen el reducir el consumo, redefinir el trabajo y el ocio, replantear la producción, abordar la desigualdad económica y restaurar los ecosistemas. Se trata de una respuesta a los retos que plantean el cambio climático, el agotamiento de los recursos y las injusticias sociales exacerbadas por la búsqueda del crecimiento a toda costa.
¿Es mucho pedir? Los defensores de la justicia climática en el Caribe no lo creen así. Es más, quizá sea lo mínimo, sobre todo considerando cómo los amos coloniales explotaron los recursos caribeños de forma irreparable para desarrollar sus propios países.

Manifestantes en Aruba piden un decrecimiento. Fotos cortesía del movimiento ‘No Más Hoteles’, utilizadas con autorización.
“Me gustaría que aplicáramos por fin los derechos a la naturaleza en nuestra Constitución, para así poder salvaguardar nuestro ambiente y nuestros medios de subsistencia», explicó Maduro. «Me gustaría ver medidas a largo plazo para la adaptación climática y planes de resiliencia, para que podamos estar más preparados para cualquier desastre climático. Y también ver a más lideres en sostenibilidad y clima avanzar para intentar cambiar el rumbo de cómo estamos funcionando como sociedad. Y, por último, me gustaría que se reconociera más a los pueblos indígenas de Aruba, que llevan siglos protegiendo nuestro ambiente, e incluso que aprendiéramos de las formas de vivir con la naturaleza de nuestros antepasados indígenas”.
La situación en Aruba refleja gran parte de lo que está ocurriendo en el sector hotelero y turístico de la región, donde la construcción excesiva y el desarrollo insostenible representan no solo una amenaza para los frágiles ecosistemas de la región, sino también una injusticia para su pueblo.
Con movimientos como «No más hoteles» que replantean el turismo como una fuerza para el desarrollo sostenible, aunque enraizados en los principios de equidad, resiliencia y respeto por el medio ambiente, el Caribe y otros Pequeños Estados Insulares en Desarrollo (PEID) podrían situarse en una mejor posición para construir un futuro en el que su entorno siga siendo un ejemplo de belleza, cultura y diversidad para las generaciones futuras.