Este artículo es de Akhilesh Upadhyay y se publicó en Nepali Times. Global Voices reproduce una versión editada como parte de un acuerdo para compartir contenido.
Nepal e India son países de mayoría hindú, pero hay una diferencia entre el nacionalismo de derecha de Hindutva, que se manifiesta en las actuales elecciones de India y la fe hindú que se práctica en Nepal.
La mayoría de los nepalíes están demasiado ocupados tratando de salir adelante en tiempos de dificultad económica como para preocuparse por las elecciones al otro lado de la frontera. Algunos albergan opiniones firmes sobre el resurgimiento hindú de Narenda Modi , y el Partido Rastriya Prajatantra (RPP), el quinto mayor partido político nacionalista hindú de Nepal, en particular, parece querer imitar la capacidad del BJP para establecer una narrativa nacional de Hindutva.
Aun así, la mayoría de los nepalíes ven a Narendra Modi con una mezcla entre indiferencia y el aprecio. El primer ministro indio ha visitado Nepal cinco veces desde que fue elegido en 2014, y muchos aún recuerdan su discurso ante el Parlamento, que comenzó en nepalí en su primera visita de Estado a Katmandú.
Hay un sector en Nepal que apoya un Estado hindú no laico, y los nepalíes han observado que cada vez que Modi viaja a Nepal se toma la molestia de visitar lugares sagrados hindúes y budistas. Pero a diferencia de las políticas de exclusión hindú del BJP en India, Nepal ha disfrutado tradicionalmente de una mezcla sincrética de tradiciones hindúes y budistas.
Para la mayoría de los nepalíes, por tanto, la afinidad con el BJP y Modi podría caracterizarse como algo cultural más que político. La mayoría de los nepalíes aún recuerdan las penurias que sufrieron durante el bloqueo de seis meses que Nueva Delhi impuso justo después del terremoto de 2015 porque no le gustaban lo que establece el nuevo proyecto de Constitución de Nepal.
Los malos resultados del monárquico hinduista Partido Rastriya Prajatantra (RPP) en las elecciones parciales de abril de 2024 en los distritos de Ilam y Bajhang demuestran que, al menos en las montañas, los nepalíes no están tan impresionados con la polarizada política electoral que se exhibe en India. Curiosamente, Bajhang, en el oeste de Nepal, está cerca del estado indio de Uttarakhand, que se ha declarado «Devbhumi», solo para hindúes, y con el que mantiene estrechos lazos culturales transfronterizos.
Aunque facciones de los otros cuatro partidos principales del Parlamento; el Partido Comunista de Nepal (marxista-leninista unificado), el Congreso Nepalí, el Partido Comunista de Nepal (centro maoísta) y el Partido Rastriya Swatantra (RSP), coquetean de vez en cuando con la línea monárquica hinduista, todavía no tienen mucho apoyo público, y ninguno de los cuatro mayores partidos del Parlamento ha expresado oficialmente su apoyo a ese programa.
Cuando Modi gane un tercer mandato en las elecciones indias, si es que lo gana, podría haber inevitablemente repercusiones en Nepal, especialmente si los mentores del BJP en el Rashtriya Swayamsevak Sangh (RSS) adoptan un plan aún más radical, que termine por abolir el laicismo de la Constitución india o impulse la idea de la Gran India de «Akhand Bharat» (India indivisa).
Aún así, despertar pasiones religiosas radicales no será tan fácil en Nepal, que es el Estado-nación más antiguo del sur de Asia y no arrastra el lastre histórico de la Partición. La minoría musulmana de Nepal, que representa el 5% de la población, ha vivido en armonía con hindúes y budistas, aunque de vez en cuando se producen brotes locales de instigación política, principalmente en la frontera sur.
Aunque la población hindú de Nepal supera el 80 % (censo de 2021), la nación en su conjunto es un país de minorías de distintas castas hindúes. Los brahmanes y los chhetri dominan las esferas política y económica, pero representan menos del 30% de la población. Los grupos étnicos e indígenas de Nepal se han ido reafirmando, como se vio en las recientes elecciones parciales de Ilam, en las que Suhang Nembang, del Partido Comunista de Nepal, venció sin dificultades a Dambar Bahadur Khadka, del Congreso Nepalí, por cerca de 6000 votos. Sin embargo, el candidato independiente Dakendra Singh Limbu, sin afiliación política pero que hizo campaña sobre una plataforma de afirmación de la identidad limbu, obtuvo un buen resultado, quedó tercero con 11 457 votos.
Esta política de la identidad, más que un programa religioso, es una respuesta a la exclusión étnica y a la demanda de autonomía regional. Es más, los partidos políticos nepalíes han desistido hasta ahora de mezclar la religión con la política, aunque algunos de sus líderes parezcan tentados a hacerlo.
Faltan más de tres años para las próximas elecciones generales de Nepal, y la política Hindutva al estilo indio aún podría verse incitada. Por ahora, parece más probable que el nacionalismo nepalí sea más eficaz como un movilizador de votos.
Esto ya parece estar ocurriendo, con la acuñación del nuevo billete de cien rupias, en el que aparece el «mapa puntiagudo» del país («chuchhe naxa») con una franja de territorio de 350 km² en su extremo noroccidental, que también reclama India.