Una extraña preparación: Historias y cultura del té en Rusia

Tetera y bloque de té. Foto de Anastasia Pestova, utilizada con autorización

Una vez, en mis años de estudiante, iba en tren a casa. La clase económica del tren estaba llena de estudiantes, como yo, de varias regiones de Rusia. Rápidamente nos fuimos conociendo y dos chicos se ofrecieron a hacernos un poco de té. Cuando volvieron con las tazas, uno sacó un cuchillo y un bloque de mantequilla de su mochila. Sin titubear, ¡dejo caer al menos 50 gramos de mantequilla en cada taza! Los chicos eran de una pequeña ciudad de Siberia y explicaron que en su hogar, muchos beben té de esa manera. Después, en el estrecho baño del viejo tren ruso, pasaron largo tiempo limpiando con agua fría la mantequilla de nuestras tazas.

¿De dónde viene el té ruso?

En 1638, el té fue llevado de China como un regalo para Miguel I de Rusia. En un principio, el té en Rusia era considerado una medicina y se vendía en farmacias. La gente incluso trató de curar el cólera con té.

La era del té comenzó cuando cambió de ser un producto médico a ser una bebida común. Los primeros que empezaron a beber té de forma regular fueron los habitantes de Siberia en el siglo XVIII, tanto los campesinos de Rusia como los pueblos buriatos. La bebida los ayudaba a mantenerse calientes en el duro clima y les entregaba un aumento de energía durante los viajes largos.

El té más caro en el imperio ruso se llamaba té «baikhovy». Curiosamente, este término existió y sigue solo en el país. Se dice que los comerciantes chinos ofrecían el más valioso té con puntas (la parte de arriba de las plantas de té), llamado «bai hao«. Los mercaderes rusos simplificaron esto a «baikhovy.» Básicamente, este término no se refiere a un té en específico sino a cada hoja de té.

Beber té como experiencia cultural

En el este de Asia, el té es una ceremonia con sus propias reglas especiales y un viaje particular hacia el mundo interior. Si embargo, beber té en Rusia, no tiene (casi) ninguna ceremonia y está marcado por largas conversaciones.

Samovar ruso. Foto de KiriLL para ‘Number One’ via Wikimedia Commons. Dominio Publico.

La hora del té siempre ha sido la ocasión para conversar sobre temas importantes y para socializar. En los siglos XVII y XVIII, el silencio en la mesa era considerado una falta de respeto hacia los invitados. La gente se sentaba mucho tiempo a la mesa ya que el té era algo que  no debía precipitarse.

Una característica distintiva de la cultura del té rusa es la abundancia de dulces que se sirven con el té. Miel, jamón, azúcar, frutas, frutos secos, crema, leche, distintos tipos de bollos y galletas eran los más típicos. A veces, incluso se incluían platos con carne. En algunas regiones, se pueden incluir limones con sal y pepinillos con el té.

Mientras  en el este de Asia, el té se sirve desde la propia tetera en la que se prepara, la tradición rusa incluye un samovar y una tetera.

El samovar, atributo indispensable de la tradicional hora del té rusa, ahora puede encontrarse en museos o restaurantes tradicionales. Sin embargo, las cubiertas especiales que se usan para cubrir la tetera aún pueden encontrarse en casas de algunas familias. Están hechas de materiales gruesos y tienen diferentes formas, como una mujer en una falda amplia, una muñeca, un gallo o animales de cuentos de hadas.

Otro accesorio popular es el podstakannik (portavaso de té). En las tabernas, el té se servía en vasos sin asas, lo que causaba quemaduras en las manos. En el siglo XVIII, un ingenioso artesano inventó el primer podstakannik. Estaban hechos de varios materiales, como latón, cobre o plata. Quienes tenían más dinero podían costear portavasos personalizados adornados con piedras preciosas. En 1892, se comenzaron a utilizar los podstakanniks en trenes, una tradición que continua hasta hoy.

‘Chifir’ y algunos tés extraños

Ninguna discusión sobre tés en Rusia estaría completa si no se menciona el “chifi”, el té de la prisión. Este singular ritual solo se encuentra en los confines de la ex USSR, e incluye preparar un té increíblemente fuerte y amargo con efectos psicoestimulantes por su alto contenido de cafeína. En un tazón de aluminio de 400 ml, se utilizaba un paquete de 25 gr. de té.

Los doctores advertían que el consumo prolongado de chifir podía llevar a enfermedades gastrointestinales y cardiovasculares.

Pero el chifir no es el único té inusual. Al este de Siberia, un té llamado “zatiran” se hacía con hojas de té baratas, sal, leche y harina frito en grasa o mantequilla. Este tipo de té sigue siendo popular entre los habitantes de Buriatia.

En 1960, en un período de escasez, un té llamado “té de elefante” (por la imagen en la envoltura) se volvió increíblemente popular en Rusia. Para mejorar la calidad del té en el país, las autoridades planearon importaciones desde India y Sri Lanka. El “té hindú” en realidad solo contenía 15% de hojas de té hindúes, el resto era té de baja calidad de Georgia. Básicamente, el familiar sabor de las tiendas soviéticas era una mezcla de tés de varias regiones.

Esto podría explicar por qué el limón se ha convertido por excelencia en una adición al té ruso. El sabor del limón puede ocultar otros sabores, tan bien que “rescata” incluso la peor calidad de té. Esta práctica, que se sigue utilizando en la actualidad, “mejora” incluso las bolsas de té Lipton.

El té en el ruso

El té ha encontrado su lugar en cocinas y restaurantes, y también en el idioma ruso. El termino para “una gratificación o propina dada a las personas de servicio” es “chaevie” en ruso, su traducción literal es “dinero de té”,

La expresión “гонять чаи” (gonyat’ chai) significa “beber té de una manera tranquila y con mucho disfrute” y se utilizada para describir a alguien que holgazanea o evade el trabajo. Hay proverbios como “выпей чайку — забудешь тоску” (Bebe té, olvida tu pena) y “чай не пьешь — откуда силу возьмешь?” (Si no bebes té, ¿de dónde sacarás tu fuerza?). De la región de Siberia viene la palabra “чаёвничать”, que significa “conversar” o “socializar con té”.

Por tanto, lo más importante en el té ruso no es lo que está en la taza, si no quienes están en la mesa. Por eso, en Rusia, el té es más que solo una bebida, algunas veces es una verdadera aventura.

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