Simbólica, pero en un futuro distante: Una represa sobre el río Naryn en Kirguistán

El río Naryn recorre la ciudad de Naryn en Kirguistán. Foto de Vlad Ushakov. Usada con autorización.

Paolo Sorbello escribió este artículo para Vlast.kz. Global Voices publica una versión editada en virtud de un acuerdo de colaboración de medios.

La represa Kambar-Ata-1 y una central hidroeléctrica, que se plantearon por primera vez en la era soviética, se podrían construir finalmente sobre el río Naryn en Kirguistán después de que Kazajistán, Kirguistán y Uzbekistán firmaron un convenio el 15 de abril que constituyó una empresa conjunta para iniciar la construcción.

Según los expertos entrevistados por Vlast, es probable que este gran proyecto, que agregará un 40% a la hidroelectricidad generada en Kirguistán, termine después de los 15 años previstos. Además, podría costar más de los 5000 o 6000 millones de dólares que el presidente de Kirguistán, Sadyr Japarov, previó en uno de sus discursos en abril.

Según el Centro de Liquidación de Energía de Kirguistán, el país produjo 13 800 millones de kWh de electricidad en 2023. Por la escasez crónica, en 2023 también hubo que importar un total de 3500 millones de kWh, principalmente desde Kazajistán. La central hidroeléctrica del Kambar-Ata-1, que se prevé que genere 5600 millones de kWh, podría mejorar la seguridad energética de Kirguistán y permitir que las exportaciones aumenten.

El plan a largo plazo

El proyecto Kambar-Ata-1 se planeó a finales del periodo soviético dentro del marco de la cooperación por el agua entre las repúblicas que están aguas arriba (Kirguistán) y las que están aguas abajo (Kazajistán y Uzbekistán). Después de la independencia de esos países en 1991, se paralizó el proyecto por su alto costo.

El nuevo convenio trilateral podría cimentar la construcción y presionar a los países para que encuentren financiación internacional en un esfuerzo por marcar un hito en seguridad energética regional. El convenio contempla a Kazajistán (33%), a Kirguistán (34%) y a Uzbekistán (33%) como copropietarios de la empresa responsable de la construcción. Las partes deberán mantener esta estructura empresarial hasta que la obra de construcción culmine. Después, la propiedad de la represa y de la central hidroeléctrica se cederá a Kirguistán.

Según Rahat Sabyrbekov, profesor visitante del Centro Davis en Harvard e investigador en la Academia de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa en Biskek dedicado a la transición y la cooperación energética en Asia Central, habrá repercusiones a largo plazo en la seguridad energética de Kirguistán cuando el proyecto culmine.

Represa de la central hidroeléctrica de Toktogul en el río Naryn. Foto de Vlad Ushakov. Usada con autorización.

“La estacionalidad, la infraestructura obsoleta y la falta de cooperación fueron los principales motivos por los que una región rica en recursos sufrió un déficit de energía. En la actualidad, los países de Asia Central se han dado cuenta de que se necesitan mutuamente, no solo en cuestión de cooperación por el agua, también en cuestión de seguridad energética”, contó Sabyrbekov a Vlast.

Un cambio de paradigma

Durante décadas, tras la caída de la Unión Soviética, el principal opositor a cualquier proyecto nuevo que alterara el equilibrio entre los abastecimientos de agua en Asia Central era el primer presidente de Uzkebistán: Islam Karimov.

“Cuando Kirguistán y Tayikistán intentaron construir represas para centrales hidroeléctricas más pequeñas, Uzbekistán cortó los suministros de gas como represalia. Fue solo después de que el presidente Karimov murió que se cambió de estrategia para los recursos hídricos y la cooperación energética. En cambio hoy en día, (el actual presidente Shavkat) Mirziyoyev impulsa la construcción de centrales eléctricas conjuntas”, relató Sabyrbekov a Vlast en una entrevista.

En 2017, Mirziyoyev anunció la disposición de Uzbekistán para construir la represa Kambar-Ata-1 y la central hidroeléctrica en colaboración con Kirguistán.

Filippo Costa Buranelli, profesor titular de la Universidad de Saint Andrews dedicado al regionalismo de Asia Central, dijo a Vlast que el anuncio fue una de las primeras señales de cooperación entre Estados centroasiáticos.

Filippo Menga, profesor asociado de la Universidad de Bérgamo dedicado a política del agua, pide precaución dada la separación entre la firma de un convenio y la ejecución de un proyecto. El profesor señaló que el convenio “es ciertamente sorprendente en consideración de lo polémicas que han sido las grandes centrales hidroeléctricas en la región desde 1991”. La labor diplomática que los países involucrados han desempeñado, especialmente desde 2016, parece que ahora da buenos resultados.

“Kazajistán ha estado bastante activo recientemente en cuanto a cooperación por el agua. Por ejemplo, con el Gobierno de Francia ha organizado la Cumbre One Water, al margen de las próximas sesiones de alto nivel de la septuagésima novena Asamblea General de Naciones Unidas”, sostuvo Menga.

A la vez “sorprendente” por el progreso hecho, y “sencilla”, por los pocos pasos que precedieron al convenio, la construcción de la represa Kambar-Ata-1 y de la central hidroeléctrica se puede considerar una victoria diplomática para los tres países.

“De una competencia contenciosa, avanzamos a una cooperación mutuamente beneficiosa, y este convenio es prueba de que la diplomacia por el agua funciona actualmente en Asia Central”, explicó Costa Buranelli a Vlast.

Multilateralismo y conexiones

En octubre de 2023, el Banco Mundial aprobó la financiación para un servicio de asistencia técnica de cinco millones de dólares para el proyecto de la Kambar-Ata-1. El banco ya había apostado en proyectos de energía eléctrica alrededor de Asia Central, de los cuales el más destacable es quizá el ambicioso tendido eléctrico del CASA-1000. Con este proyecto, Tayikistán y Kirguistán suministrarían electricidad a Afganistán y a Pakistán.

El proyecto CASA-1000 se había presentado hace años, a pesar de los problemas infraestructurales en Tayikistán (por la lentitud en la construcción de la central hidroeléctrica Rogun) y en Kirguistán (con el déficit energético estacional) y de las dudas sobre Afganistán, donde los talibanes tomaron el poder en 2021, lo que congeló todo el proyecto. En febrero, el Banco Mundial decidió reanudar la financiación para el CASA-1000, lo que resucitó un proyecto que había tenido dificultades para encontrar otros inversionistas privados.

“Los planes para la Kambar-Ata-1 se adhieren perfectamente al proyecto CASA-1000. Ha habido muchas críticas porque no había suficiente electricidad para exportar”, contó Sabyrbekov a Vlast.

Dado que el CASA-1000 está listo para depender principalmente de Tayikistán, que suministrará el 70% de electricidad mientras que Kirguistán suministrará el 30% restante, la central hidroeléctrica Kambar-Ata-1 no será suficiente para que el proyecto sea viable.

Menga dijo a Vlast: “Tayikistán está construyendo Rogun, otra gran represa, y siempre y cuando, y resalto esa posibilidad, las dos represas se terminen, el proyecto CASA-1000 finalmente tendrá sentido”.

Este video de YouTube es sobre la actual construcción de la central hidroeléctrica Rogun en Tayikistán.

Sabyrbekov también se muestra escéptico con respecto al cronograma del proyecto. El profesor previó que, muy probablemente, “tardará mucho más de lo programado”, ya que “es la primera vez que los países se unen para construir algo”. “La financiación internacional es otro problema porque el Banco Mundial no es conocido por su puntualidad con los pagos”, agregó Sabyrbekov.

Fabricación de ecosistemas

Los proyectos hidroeléctricos a gran escala impactan en los ecosistemas y en las sociedades que viven cerca de las cuencas hidrográficas. Según Menga, podría haber tensión entre la necesidad de llenar lo más pronto posible la represa proyectada y el impacto que podría tener en la población cercana que depende del flujo del río Naryn.

Timur Nusimbekov y Malika Autalipova, fundadores del proyecto multimedia Adamdar/CA, han trabajado en el proyecto documental JerSu (traducido como “Tierra y Agua”) y han visitado todas las principales fuentes de agua de Asia central, incluido el río Naryn. Los autores argumentaron que la nueva central hidroeléctrica podría beneficiar innegablemente en cuestión de seguridad energética para los tres países, pero advirtieron sobre peligros latentes.

Los fundadores señalaron que es necesario seguir estrictamente “todos los criterios y normas modernos de seguridad técnica y ambiental”, y considerar posibles consecuencias adversas para el ambiente y para la gente de la región. En este sentido, la corrupción es un elemento preocupante que podría jugar en contra de la culminación apropiada del proyecto.

Nusimbekov y Autalipova comentaron: “La influencia de la corrupción y de la incompetencia puede ser tan destructiva como la de los incendios, las inundaciones y el calentamiento global”.

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