«Preferiría morir por un misil que de tristeza en otra ciudad»: Por qué los ucranianos no abandonan sus hogares en la línea del frente

Viktor y Nadiia con su nieta Alina en su casa en Hirnyk, región de Donetsk. Foto cortesía de Ryan Carter. Usada con autorización.

Sirenas, bombardeos, lágrimas, destrucción: esta es la realidad de un día normal en la zona de línea de frente en el este de Ucrania. La región de Donetsk, más de la mitad de la cual está ahora ocupada por Rusia, es bombardeada de 1500 a 2500 veces casi todos los días. La mayoría de estos bombardeos tienen como objetivo los edificios residenciales y la infraestructura fundamental, como los suministros de agua y electricidad.

Aun así, para muchos, abandonar su hogar no es una opción. Aunque Mientras varios no se van por necesidad, porque por ejemplo no tienen a dónde ir, otros están decidiendo conscientemente quedarse a pesar de tener la oportunidad de reubicarse en una zona más segura, la mayoría de las veces cerca de sus familias.

Foto familiar, cortesía de Viktor y Nadiia.

Viktor y Nadiia son solo uno de muchos ejemplos. Cuando se conocieron en Hirnyk, en la región de Donetsk, decidieron pasar sus vidas allí, establecerse y formar una familia. Viktor trabajaba en la industria de carbón, como mucha gente en Dombás, mientras Nadiia trabajaba temporalmente en tiendas, aunque en general se quedaba en casa cuidando a sus dos hijos. Para ellos, la idea de dejar su hogar y reubicarse no es discutible, y nunca lo consideraron a pesar de lo difícil que es vivir a tan solo 12 kilómetros de la línea de frente.

Quedarse a pesar de los deseos de la familia

Como es de esperar, las familias de Viktor y Nadiia primero los instaron a mudarse a otra región. Cuando comenzó la última invasión, su nieta, que dirige una fundación de ayuda humanitaria en Dnipro, sugirió que se instalaran temporalmente en el refugio para desplazados internos, con el plan de luego alquilar a sus abuelos una casa más permanente en Dnipro, lo que ellos rechazaron. Alina, su nieta, dice:

I decided not to push them to evacuate, as I know from life experience that it cannot lead to anything good. Many years ago, when my great-grandfather died and my great-grandmother from my father’s side was left on her own, my grandmother decided to move her closer to take care of her. A couple of weeks later, she spiraled down into heavy depression, and in a couple of months, her dementia progressed exponentially. My grandmother always regretted taking away her mother’s independence, so I would never do the same to my older family members.

Decidí no obligarlos a evacuar, ya que sé por experiencia que eso no puede llevar a nada bueno. Hace muchos años, cuando mi bisabuelo murió y mi bisabuela por parte de mi padre quedó sola, mi abuela decidió mudarla más cerca de ella para poder cuidarla. Unas semanas después, cayó en una depresión severa y, en un par de meses, su demencia progresó exponencialmente. Mi abuela siempre se arrepintió de haberle quitado la independencia a su madre, así que nunca le haría algo así a mis familiares mayores.

Sin duda, ahora Nadiia y Viktor se sienten mucho más solos y extrañan pasar tiempo con familia y amigos hacían antes, cuando la familia iba a su casa todos los fines de semana y pasaban el día entero juntos alrededor de una mesa en el jardín. Nadiia agregó:

I certainly understand why people are leaving. Life here is hard and lonely. Our daughter lives pretty far away, so it is hard for her to visit us often. And our son lives in Saint Petersburg with his wife, so we never see each other anymore. For us things like going to the store are becoming increasingly difficult because we are getting older and older, but not seeing our family the way we used to is more painful. I understand why people would move to be closer to their families, but our life is here, and we would not be able to live anywhere else.

En verdad entiendo por qué la gente se está yendo. La vida aquí es difícil y solitaria. Nuestra hija vive bastante lejos, por lo que le es difícil visitarnos con frecuencia. Y nuestro hijo vive en San Petersburgo con su esposa, así que ya no nos vemos. Para nosotros, cosas como ir a la tienda se están haciendo cada vez más difíciles porque nos estamos haciendo viejos, pero no ver a nuestra familia como antes es mucho más doloroso. Entiendo por qué se mudarían para estar más cerca de sus familias, pero nuestra vida está aquí, y no podríamos vivir en ningún otro lado.

«Preferiría morir por un misil que de tristeza en otra ciudad», dice Viktor con una sonrisa ligera en su rostro, mientras camina hacia el jardín. Mira los árboles, las flores y los vegetales de cultivo propio, una extraña sensación surge: serenidad absoluta, incluso con los sonidos distantes de disparos. El cuidado inmenso y el amor por la naturaleza, así como la pasión y el deseo por vivir, son evidentes en este jardín, pequeño pero bien mantenido. Parecería que, para Viktor y Nadiia, este jardín no es solo un recuerdo de sus momentos felices con su familia y amigos, sino también su proyección de esperanza e intenciones para el futuro.

Foto familiar, cortesía de Viktor y Nadiia.

Cuando se le preguntó cómo habían cambiado sus vidas después de la invasión a gran escala, Viktor respondió de inmediato que eso no ha ocurrido. De todas formas, en seguida mencionó que ya no tiene acceso a la televisión ucraniana porque está bloqueada y ha sido reemplazada por canales rusos. Dijo en broma que no sabe cómo hace para mantenerse cuerdo en esas circunstancias.

Al mirar alrededor, la zona que una vez estaba obviamente llena de familias, ahora parece desierta. Mucha gente dejó el vecindario, así que para Viktor y Nadiia, las tareas de todos los días, como ir a la tienda a comprar productos, se están haciendo cada vez más difíciles. «Le pedíamos a algún vecino que fuera a la tienda por nosotros, pero ahora no hay nadie a quien podamos pedírselo. Por suerte, nuestra nieta viene seguido a la región de Donetsk por trabajo y nos trae lo que necesitamos».

Al principio, ni Viktor ni Nadiia mencionaron el acceso inestable a agua, electricidad e internet como una dificultad para ellos. Cuando se les preguntó directamente, solo dijeron que se habían acostumbrado a no depender mucho de esas comodidades modernas. Nadiia dice: «Por supuesto, ayuda el hecho de que estemos en nuestra propia casa, así es más fácil para nosotros almacenar agua para usar más tarde, o simplemente salir y trabajar un poco en el jardín cuando no tenemos electricidad. Si viviéramos en un departamento, sería mucho más difícil».

Quedarse como acto de resistencia

“No les puedo dar la satisfacción [a los rusos]”, dice Viktor. Para él y Nadiia, dejar su casa sería darse por vencidos en un sentido más absoluto: renunciar a su patria y a las raíces familiares. Agrega:

It is true that some people who remain here are waiting for the Russians to come and take over, but most of us just wish for a peaceful life in our own country. We love our land, we have lived here for decades, both alone and with our children and grandchildren, so if we leave it we would feel like we are giving our whole life up to Russians. We are pretty comfortable here, we have our pensions and a comfortable home with lots of happy memories, so the least we could do is stay, continue our life here, and pray for those who are protecting us right now.

Es verdad que algunas personas que siguen aquí están esperando a que los rusos vengan y tomen el control, pero la mayoría solo desea una vida pacífica en nuestro país. Amamos nuestra tierra, hemos vivido aquí por décadas solos y con nuestros hijos y nietos, así que, si tenemos que irnos, sentiremos como si estuviéramos entregando nuestra vida a los rusos. Estamos bastante cómodos aquí, tenemos nuestras pensiones y un hogar cómodo con un montón de recuerdos felices, así que lo menos que podemos hacer es quedarnos, continuar nuestra vida aquí y rezar por quienes nos están protegiendo en este momento.

La estrategia de bombardeo de Rusia, que a menudo tiene como objetivo infraestructura y edificios civiles, busca desmoralizar por completo a la población local y forzar a quienes sobreviven a dejar todo atrás y evacuar. Aun así, para personas independientes y valientes como Nadiia y Viktor, la dignidad de mantenerse fieles a sí mismos, a su hogar y su patria no puede borrarse con miedo.

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