
Presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdoğan, en una reunión del Consejo de Cooperación de Alto Nivel Rusia-Turquía. Foto del sitio web del presidente de la Federación de Rusia (CC Attribution 4.0 International).
Aunque la hipocresía no es nada nuevo en la política global, el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdoğan, lleva la práctica a nuevos niveles. Es un hipócrita experto, lo que causa un daño irreparable a su reputación, y a los intereses de Turquía.
La postura de Erdoğan sobre la guerra de Gaza demuestra que ve la paja en el ojo ajeno. Quiere que el mundo piense que es defensor y protector de los palestinos. Desde su perspectiva, a los habitantes de Gaza los está masacrando una maquinaria bélica israelí, a la vez “consentida” y “agresiva”, que autorizan las potencias occidentales, sobre todo por Estados Unidos. Su supuesta postura de principios para impedir que Jerusalén continúe su guerra contra Hamás se basa en tres pilares: la negativa de Ankara en designar a Hamás como organización terrorista, y darle apoyo material y también a sus dirigentes. En lo que a él respecta, Hamás es un movimiento de mera resistencia que lucha por recuperar tierras que los invasores judíos han robado a los palestinos. Ankara también entrega la mayor cantidad de ayuda a los habitantes de Gaza, ocupa el primer lugar entre todas las naciones que envían suministros vitales a los civiles atrapados en la guerra contra Hamás. Finalmente, Turquía se inmiscuyó en un proceso judicial contra Israel; declaró su intención de sumarse a una demanda presentada por Sudáfrica ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ), en la que se acusa a Israel de cometer genocidio en Gaza.
Al ser Erdoğan presidente de un país con mayoría musulmana; que es sumamente crítica con las acciones de Israel contra Hamas en Gaza; se le podría perdonar por pensar que simplemente está actuando en consecuencia con el sentir de su pueblo. En especial en el mundo musulmán, Erdoğan quiere que la gente considere que Turquía es el que más condena las acciones de Israel, mientras que muchos Estados árabes (especialmente los signatarios de los Acuerdos de Abraham) han optado por permanecer en silencio. Ya había empleado una táctica similar en 2013, cuando Abdel Fattah el-Sisi derrocó a Mohammad Morsi en Egipto, y llamó a las audiencias mundiales a rechazar el derrocamiento por la fuerza de un líder elegido democráticamente.
La postura de Erdoğan resulta ser una fachada, que ha sido construida en base a mentiras e hipocresía. Si realmente creyera que Israel es el Estado “terrorista” que él lo acusa de ser, que comete un genocidio del que incluso “Hitler habría estado celoso”, ¿por qué Ankara continúa con sus vínculos comerciales? Desde el 7 de octubre, el comercio con Israel ha sido un tema prioritario que ha intensificado las críticas contra Erdoğan en su propio país. Con un volumen comercial bilateral total de 5700 millones de dólares en 2023, Turquía ha sido uno de los principales exportadores de bienes a Israel. Esta cifra es aún más importante si se considera que Ankara es uno de los principales proveedores de bienes estratégicos vitales para la industria de defensa de Israel. Se incluyen 1200 millones de dólares en acero y 563 millones de dólares en vehículos dentro de las exportaciones. Además, Turquía continuó comercializando otros materiales indispensables, desde explosivos y hormigón hasta ropa interior térmica que usan las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI). Muchas élites políticas con intereses comerciales en Israel y cercanas a Erdoğan, incluido el ex primer ministro Binali Yildirim y el propio hijo de Erdoğan, se benefician de los continuos negocios con Israel.
El recrudecimiento de la guerra contra Hamás coincidió con las elecciones locales de Turquía el 31 de marzo. Desde la oposición política dentro del país se expuso la debilidad de Erdoğan y se la explotó con efectos devastadores. El Partido Islamista Nuevo Bienestar (Yeniden Refah-WP), liderado por Fatih Erbakan, apeló al electorado conservador que normalmente votaba por el Partido Justicia y Desarrollo (AKP) de Erdoğan. Erbakan acorraló a Erdoğan expuso de manera directa sus actuales vínculos comerciales con Israel. Erbakan, pese a estar apoyado por enardecidos discursos y revelaciones de estadísticas comerciales del periodismo local, no obtuvo muchos votos, pero pudo haber ayudado a desviar ese 7% del electorado del AKP, mientras que el principal partido opositor, el Partido Republicano del Pueblo (CHP), golpeó al AKP en todo el país. Es posible que por insatisfacción, muchos apelaran al voto castigo contra Erdoğan por su mala gestión en la economía, plagada de alta inflación y altos precios para consumos básicos. De todos modos, lo que sí es seguro es que los votantes más piadosos están bastante descontentos con el AKP.
Erdoğan tuvo que perder las elecciones locales de marzo para que tomara en serio la idea de cortar los lazos comerciales con el Estado judío, aunque se especula bastante que aún se envían mercancías desde Turquía a Israel, a través de otros países. Para recuperar la credibilidad frente a su electorado, el 9 de abril, Ankara anunció restricciones comerciales con Israel, que abarcan 54 categorías de productos como hierro, acero, cemento, aluminio y equipos de construcción. Erdoğan anunció la suspensión total del comercio con Israel el 2 de mayo “hasta que el Gobierno israelí permita un flujo, sin interrupciones y lo suficientemente necesario, de ayuda humanitaria hacia Gaza”.
Estas medidas de Erdoğan demuestran dos cosas: que él mismo y su séquito han estado más motivados por la codicia que por sus supuestos principios, y que su cambio de política comercial para castigar a Israel puede resultar contraproducente. Es probable que el Gobierno israelí tenga el recurso de llevar a Turquía a los tribunales por violar obligaciones contractuales existentes. Congresistas estadounidenses ya pusieron en marcha la iniciativa al firmar y enviar una carta bipartidista a la administración de Biden, en la que solicitan a la Casa Blanca que “invoque las disposiciones antiboicot bajo la ley de reforma del control de exportaciones”. Si se aplican las restricciones al comercio turco, es probable que muchas empresas turcas que hacen negocios con Israel sufran importantes pérdidas de ingresos.
Toda esta saga solo agrava el daño que la hipocresía alimentada de codicia por parte de Erdoğan está causando a la reputación internacional de Turquía. Los aliados europeos de Turquía observan todo esto con desconcierto. En dos reuniones recientes realizadas por separado, una con el canciller alemán Olaf Scholz (noviembre de 2023) y el primer ministro griego Kyriakos Mitsotakis (mayo de 2024), Erdoğan amonestó públicamente a dos aliados que consideran a Hamás una organización terrorista. Durante una conferencia de prensa en vivo, Erdoğan reprendió el apoyo de Alemania a Israel y destacó: “Nosotros [Turquía] no le debemos nada a Israel”, clara referencia al pasado nazi de Alemania. Dados los tratos de Ankara con Israel, las manifestaciones públicas que fingen indignación moral hacia otros Estados caen en oídos sordos y, por consiguiente, nadie toma en serio a Turquía.
Aunque la decisión de defender a Hamás pueda ser una elección personal para Erdoğan, ampliamente representativa de la opinión de los musulmanes de todo el mundo, pasa por alto un punto importante. Turquía no es solo un país musulmán. Es miembro de la OTAN y país candidato a unirse a la Unión Europea. Turquía es el único país de la OTAN y aspirante a miembro de la Unión Europea que defiende abiertamente a Hamás. Hacer esto es muy diferente a ser meramente crítico con Israel. Hay formas más adecuadas de criticar las políticas de un país sin ser claramente hipócritas. Parece que esta idea no pasó por la mente de Erdoğan.