Expansión agrícola en Camerún devasta comunidades indígenas y fauna silvestre

Miembros de las comunidades afectadas por la expansión agroindustrial. Fotografía de Greenpeace África, utilizada con autorización.

El acaparamiento de tierras es motivo de gran preocupación para las comunidades de las zonas boscosas de Camerún, donde el Gobierno otorgó concesiones para proyectos a gran escala de agricultura industrial. Las comunidades locales afirman que esto les priva de su modo de vida tradicional, que incluye agricultura de subsistencia y uso del bosque para forraje y rituales. En consecuencia, miembros de 30 comunidades en peligro por la expansión agroindustrial, incluidos los indígenas bakas de la región de Camerún del Este, se reunieron para escribir una lista de agravios y urgir al Gobierno a finalizar una nueva reforma agraria.

La ley agraria actual, que data de 1974, no reconoce el derecho tradicional de las comunidades locales a la tierra.

El grupo también exige que se integre a la población indígena y local en todos los procesos de toma de decisiones relacionados con sus tierras.

Nkolo Thade, de 43 años, de la aldea de Nyabibete en Djoum, en la Región del Sur de Camerún, es presidente de Adebaka, asociación creada por el pueblo baka para defender su causa.

Thade, padre de cinco hijos, se mostró conmovido al hablar del bosque. “Estamos en peligro. Nuestro poder está disminuyendo a medida que desaparece nuestro legado, porque el bosque está desapareciendo. Si el bosque desaparece, no somos nada”.

Además, afirmó que existe la posibilidad de que el pueblo baka “se quede solo con el nombre, la historia, si Ejengui, el espíritu que vive en el bosque, desaparece”.

Thade está preocupado porque Sud Cameroun Hevea SA (SUDCAM) ha transformado extensiones de bosque en granjas de caucho, sumado a la explotación forestal. SUDCAM ha estado talando bosques para plantar árboles de caucho desde la aldea de Meyomessala hasta Mintom, en la Región Sur de Camerún, una distancia de 229 km (143 millas). Thade dijo que esto afecta negativamente a las comunidades: “Le pedimos al Gobierno que nos devuelva nuestro bosque y nos ayude a protegerlo. Necesitamos el bosque para enseñarle nuestra cultura a nuestros hijos”.

Según Andre Awouma de la aldea de Nyata en Djoum, en la Región del Sur, que lidera Abaguelli, asociación dedicada a preservar la cultura baka, el bosque representa muchas cosas para ellos: su herencia, su farmacia y su supermercado. Antes, los bakas se adentraban unos 5 km (3 millas) en el bosque para montar trampas, recolectar productos de madera no forestal y celebrar sus ritos tradicionales. Con la expansión agroindustrial y la actual tala de árboles, el trayecto hasta un bosque es mucho más largo, de unos 50 km (31 millas).

Nkolo Thade y Andre Awouma. Fotografía de Leocadia Bongben, utilizada con autorización.

Más al sur, en Campo, CAMVERT, empresa agroindustrial que está plantando palmeras para producir aceite, ha talado unas 40 000 ha (98 842 acres) de las cerca de 60 000 ha (148 263 acres) de bosque en peligro. en la zona boscosa, ocupada tradicionalmente por el pueblo indígena Bagyeli, viven unas 6000 personas, los grupos tribales Mvae e Iyasa, cuyo sustento es la pesca y la agricultura.

Martin Ndongo, jefe tribal de una aldea de Campo, explicó a Global Voices que el proyecto se había iniciado sin el consentimiento libre, previo e informado de algunas comunidades, ni una compensación justa, y sin estudios de evaluación de impacto.

Ndongo asegura que CAMVERT ha destruido el Corredor de Elefantes, por lo que se ven forzados a merodear por las aldeas y destruyen los campos de cultivo y las cosechas. Según afirma, los elefantes ya no pueden ir al bosque y regresar en las temporadas de lluvia y sequía.

El caso del bosque de Ebo es un ejemplo de abrir bosques intactos para su tala. En 2020, el Gobierno tuvo que retirar el decreto que clasificaba la zona como concesión forestal (según el FMU 07 005) tras las protestas de las comunidades banen, científicos y otras organizaciones de la sociedad civil de todo el mundo. Ante la indignación, peticiones y publicaciones internacionales, como las del jefe de la delegación de la Unión Europea y los embajadores de varios países europeos, la sociedad civil y una misión independiente de supervisión forestal de la ONG Foret et Developpement Rural (FODER) que desataba varias acciones de tala ilegal, hubo un proyecto de una carretera que se paralizó tras haber penetrado 26 km (16 millas) de bosque.

Su majestad Yetina, líder de la comunidad banen y presidente de la asociación banen MUNEN Retour aux sources dijo: “Nuestros reclamos se dirigen al Gobierno. El bosque de Ebo es el mayor activo del pueblo banen, al que represento aquí. Por el momento, el proyecto de carretera no atiende a los intereses de la comunidad banen, sino que sirve a que se explote salvajemente de la madera y a que se agrave la caza furtiva. Queremos desarrollo inmobiliario, pero solo si es sostenible. Este bosque es una herencia preciosa que queremos dejar a las generaciones futuras y contribuir a la reducción del calentamiento global”.

‘Alto riesgo de deforestación’

El 25 de abril, organizaciones no gubernamentales (ONG) internacionales, que incluían a Greenpeace, dirigieron una carta abierta a los ministerios de Asuntos Exteriores de Reino Unido, Canadá, Países Bajos, Alemania, Francia, Bélgica, Estados Unidos, Noruega, Suecia y sus embajadas, y a la Unión Europea, para advertir que Camerún es un país de alto riesgo de deforestación y degradación. Asimismo, remitieron una copia a la secretaría de la Iniciativa Forestal de África Central (CAFI) y al presidente.

“Les escribimos para expresar nuestra preocupación por la deforestación a gran escala para plantaciones de agronegocios y la degradación de los bosques por la tala industrial ilegal en Camerún. Estos asuntos van entrelazados con la violación de los derechos humanos de las comunidades locales y los pueblos indígenas de la zona, que deriva de la mala gobernabilidad en Camerún y a nivel internacional”, escribieron las nueve ONG.

Las ONG advirtieron que las palmeras recién plantadas están remplazando a los bosques con un alto valor de conservación y grandes reservas de carbono. De igual forma, recalcaron la negligencia del Gobierno con respecto a la legislación nacional y el compromiso con los convenios internacionales en materia de bosques, clima, biodiversidad y derechos humanos.

En una entrevista, Fabrice Lamfu, activista de Greenpeace África, declaró a Global Voices: “Las comunidades forestales están sometidas a presiones de todo tipo, y la más grave es la usurpación de sus tierras tradicionales. La agroindustria y otras industrias extractivas se benefician de estas tierras, mientras las comunidades batallan por subsistir”.

Afirmó que una de las principales vías para resolver este estancamiento es la reforma agraria “porque la actual legislación agraria tiene 50 años y, por extensión, resulta obsoleta y no puede atender las necesidades sociales y económicas de la actualidad”,

No obstante, aseguró que “por medio del seguimiento y la documentación de la madera, hemos identificado a las instituciones financieras asociadas a los proyectos y podremos informarles con pruebas del impacto del lugar donde están invirtiendo”.

Mediante los esfuerzos de Greenpeace y otras ONG, se suspendió la apertura de Ebo a la tala. La zona original asignada a CAMVERT fue reducida, al igual que la de SUDCAM en la Región Oriental y la de granjas Herakles, de 73 000 ha (180 386 acres) a 20 000 ha (49 421 acres) en la Región Suroeste.

¿Las ONG extranjeras empañan la imagen del Gobierno?

El ministro de Silvicultura y Fauna Silvestre, Jules Doret Ndongo, reaccionó a la carta abierta de las ONG y aseguró que era un intento de empañar la imagen de Camerún y socavar los esfuerzos de conservación de biodiversidad:

“Su perspectiva se basa en los estereotipos conocidos, su sello distintivo: la deforestación, la violación de los derechos de los pueblos indígenas y la explotación ilegal de los bosques, respectivamente, en la zona donde se está instalando el proyecto de plantación agroindustrial de aceite de palma de CAMVERT en la departamento de Océano y sus repercusiones en el parque nacional de Campo Ma'an (conflicto humano/vida silvestre), además de la clasificación de dos Unidades de Gestión Forestal en el macizo forestal de Ebo”.

El ministro Doret Ndongo declaró que las zonas protegidas de Camerún cubren 9.83 millones de hectáreas (24.30 millones de acres) o el 20,71% del territorio nacional, que está muy por encima del 12% establecido como objetivo por Naciones Unidas. La tasa de deforestación de Camerún, de un 6%, está entre las más bajas de la subregión de la cuenca del Congo, y Ndongo sostuvo que apoyar el crecimiento agroindustrial era una estrategia para reducir el déficit de 160 000 toneladas en la producción camerunesa de aceite de palma.

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