
Imagen principal creada con elementos de Canva Pro.
Este artículo es de Emma Lewis, colaboradora de Global Voices, y se publicó originalmente en Substack. Publicamos una versión editada con su autorización.
El berilo es un mineral translucido muy bonito, que a veces puede ser verde, a veces azul, a veces dorado o incluso rosa.
Beryl también es un nombre de mujer inglés anticuado, que se deriva de la piedra ya mencionada. Parece que el nombre se origina de la palabra griega «beryllos», que significa «color del mar». Todo suena muy hermoso.
Beryl también es el nombre de la segunda tormenta de la temporada de huracanes de 2024.
Esperar la llegada de un huracán siempre es difícil (lean la perfecta descripción de mi amiga Diana McCaulay y lo que piensa sobre el origen de todo este infierno). Mi esposo y yo estuvimos agobiados por el COVID (que aparentemente contrajimos en un viaje) y estábamos tan cansados que no recordamos mucho de este período.
El tiempo de espera de un huracán suele ser un día o dos de conciencia, dudas e incertidumbre graves, análisis de los mapas de huracanes y los «conos» de la trayectoria prevista de la tormenta que prepara el Centro Nacional de Huracanes de Florida. Los funcionarios del Gobierno hablan de preparación, listas de refugios y números de emergencia. Nuestro primer ministro, Andrew Holness, no habló con su tono grave de «voz de Dunkerque» cuando fue evidente que Beryl iba a golpearnos de un modo u otro, y hubo debates sobre si aventurarse en el frenesí de comprar comestibles antes de la tormenta que ocurre en las zonas acomodadas de la ciudad. He oído que hubo peleas por el pan en cuanto aparecía en los estantes.
Durante el paso de Beryl, agradecimos tener correas para huracanes en el techo. Los perros se amontonaron en el porche. Los árboles del jardín se sacudieron con el viento, pero no perdieron ninguna rama, solo algunas ramitas pequeñas y hojas. Los mangos Bombay que quedaban en el árbol se desprendieron desde la copa, y fueron bien recibidos. Si bien estábamos listos para que sucediera, tuvimos suerte de no quedarnos sin electricidad ni agua.
En general, el momento más difícil para la isla es después de la tormenta. Cada vez es más evidente la destrucción enorme que se ha producido en varias partes del país. Los habitantes de la ciudad que vivimos cómodos tuvimos muy poco de qué quejarnos. Además, poco después tuvimos otra oleada de lluvias, que afectó aún más las zonas inundadas y provocó el derrumbe de puentes y carreteras.
El lunes 8 de julio hubo sol por primera. Y para quienes piensan que los huracanes son emocionantes, interesantes y fascinantes (Beryl batió varios récords), permítanme recordarles que no lo son para quienes viven en medio de estas tormentas. Son momentos agotadores, tediosos, peligrosos y angustiantes. Ponen a prueba tu resistencia. Luego de una gran tormenta, muchos suelen desarrollar depresión.
Sientes cansancio antes, durante y después. Solo cansancio. Mi más sentido pésame a quienes perdieron seres queridos (la tormenta se llevó a una mujer mayor, y encontraron su cuerpo el 8 de julio). Y mi solidaridad con quienes tienen que lidiar con las consecuencias físicas, mentales y espirituales. Espero que la ayuda llegue pronto.
Por otro lado, la temporada de huracanes recién comienza. Después de todo, “B” es solo la segunda letra del alfabeto. Ya estamos cansados, y tristes. Deséanos suerte para el futuro… quizá la necesitemos.