El conflicto diplomático con Ecuador favoreció a México

Jorge Glas, ex vicepresidente de la República del Ecuador. Previamente asilado en la embajada de México en Quito y ahora en prisión ecuatoriana por presunta corrupción. Foto del Asamblea nacional de Ecuador/Flickr modificado por Melissa Vida. CC BY-SA 2.0

La noche del 4 de abril, las fuerzas ecuatorianas allanaron la embajada mexicana en Quito, violando el tratado internacional de Viena que regula derechos y obligaciones entre estados internacionales. Allí subyugaron al encargado de la embajada y tomaron como prisionero al asilado ex vicepresidente ecuatoriano Jorge Glas, buscado por la justicia por corrupción en el caso la compañía brasileña Odebrecht y una de las figuras claves en la mistificada administración del expresidente Rafael Correa.

Su captura tenía un claro significado político para el presidente de Ecuador, Daniel Noboa. Demostraría su firme convicción con sus políticas de seguridad y daría un golpe a la moral de las bases izquierdistas, el correísmo, la primera fuerza del congreso ecuatoriano.

Para Noboa bien valía la pena entrar en una pequeña disputa diplomática con México, realmente no hubo mucho que perder. En su primer discurso de la nación, Noboa no mencionó la disputa diplomática con México. Para Daniel Noboa de centroderecha, pesaba más el comercio. Y las relaciones comerciales entre Ecuador y México eran casi inexistentes. El 9 de julio Daniel Noboa expresaría que “México es uno de sus peores socios” refiriendo a lo desigual que resultaba el intercambio comercial entre los dos países.

En diciembre del 2023 llegaría Glas a la embajada mexicana, y desde ese momento habría un impase en la relación Ecuador–México. México no soltaría a Glas por considerarlo un perseguido político, y Ecuador alegó su corrupción. El hombre lleva tres meses encerrado en la prisión de maxima seguridad de Guayaquil, el 8 de julio, la justicia ecuatoriana negó a la defensa de Glas un “habeas corpus” para continuar su proceso en libertad, el cual fue rechazado al no encontrar supuestos maltratos físicos y psicológicos en su estancia en prisión. 

México liderando el escenario progresista

En este momento, América Latina se encuentra dividida en dos polos: un frente con con dirigentes como el mexicano López Obrador y ahora su sucesora Claudia Sheinbaum, Lula da Silva en Brasil, Gustavo Petro de Colombia y Gabriel Boric de Chile. Quienes comparten ideas comunes del progresismo social y buscando el fortalecimiento de lazos entre países latinoamericanos.

Y por el otro lado, en respuesta a los comicios electorales de Ecuador y Argentina, se abrió un frente de derecha liberal no necesariamente unido que busca ser disruptiva y con políticas unilaterales, con críticas a la seguridad nacional y la búsqueda de inversión extranjera. Aquí encontramos figuras como Javier Milei de Argentina, el salvadoreño Nayib Bukele, y Daniel Noboa, que potencian la idea de un escepticismo latinoamericano, donde se retorna a una política de afianzar lazos con los Estados Unidos y países occidentales, pues la búsqueda de inversión pesa más que en los proyectos de desarrollo regional. 

En México, el discurso patriótico había estado presente a lo largo de la administración de López Obrador, comúnemente conocido como AMLO. El acercamiento con la Argentina de Alberto Fernández, la protección a la familia del ex presidente izquierdista peruano Pedro Castillo, el asilo al ex presidente boliviano Evo Morales en 2019 y las visitas a homólogos de Chile y Colombia, Petro y Boric, le habían dado a AMLO una enorme notoriedad en la región. Reivindicó la posición de la izquierda latinoamericana, mal retratada con las administraciones de Venezuela y Nicaragua. 

México se sintió con la fuerza de convertirse en la voz de América Latina, propuso en su reunión con la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) la creación de una organización que sustituyese a la Organización de Estados Americanos (OEA). A los ojos de AMLO, la OEA había fallado con la crisis política en Bolivia en 2019. México afianzó lazos con la región, esperando una retribución.

Tal retribución llegaría cuando el presidente Petro saltó en defensa de México en la debacle de la embajada, Nicaragua y Venezuela cortaron lazos con Ecuador. Brasil, Uruguay, Cuba, y Centroamérica exceptuando El Salvador, salieron en defensa de México, dejando a Ecuador completamente aislado en el plano regional.

Cuando el Reino Unido, la Unión Europea, Noruega, China, incluso Rusia salieron a defender la posición mexicana, fue cuando los Estados Unidos y Canadá, tímidamente tomaron partido por México. Se afianzó la posición de AMLO en la región y se fortaleció internamente, mientras que en Ecuador Noboa perdería el acuerdo con la bancada de Revolución Ciudadana el partido correísta.

Sin embargo, la flagrante violación a la Convención de Viena representaba un dilema aún para políticos de derecha, pues cualquier asilado podría ser sacado a la fuerza de las misiones diplomáticas. El acontecimiento fue tan disruptivo que la presidenta de Perú Dina Boluarte, a quien AMLO calificó de «usurpadora«, y al mismísimo Javier Milei de Argentina, quien había intercambiado insultos con AMLO, cerraron filas en el flanco mexicano. 

En Ecuador se provocó la pérdida del apoyo a Noboa en la asamblea ecuatoriana y una animadversión internacional, pero por el lado positivo, le permitió conseguir una victoria aplastante en el referéndum del 29 de abril, en el que nueve de sus once propuestas fueron aprobadas por la población. A fin de cuentas, la agenda de seguridad fue la razón que le llevó al poder.

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