
Parque eólico Gouda en el Cabo Occidental de Sudáfrica. Imagen vía licencia de Wikipedia (CC BY-SA 4.0.
Al visitar algunos países de África Oriental, como Burundi, Uganda, Sudán del Sur y Somalia, entre otros, es normal encontrar escuelas y carreteras de pueblos, hospitales, casas y muchos otros lugares sin electricidad. Los estudiantes tienen que repasar sus lecciones con luz de linternas, para algunos hospitales y clínicas es difícil conservar los medicamentos que deben conservarse fríos, como vacunas. Además, las personas viven sin un suministro eléctrico confiable.
Esto es un problema habitual en África Oriental, donde la insuficiencia del suministro eléctrico impide el desarrollo, y afecta la calidad de la educación y la atención de salud. Actualmente, ningún país de África Oriental ha logrado tener cobertura eléctrica completa y hay diferencias importantes en el suministro eléctrico entre países. Kenia tiene la mayor cobertura eléctrica actualmente (tasa de acceso en comparación con la demanda), alcanza un 75% en 2018, mientras que Burundi solamente alcanzó un 10% de cobertura eléctrica ese mismo año.
Al mismo tiempo, África tiene abundantes recursos solares y geotérmicos, lo que ofrece ventajas naturales para su transición energética. Con la ayuda de energías renovables, se espera que países prósperos, como Kenia o Ruanda, alcancen cobertura eléctrica universal en 2030.
Kenia es el mayor beneficiario de los proyectos renovables de China en los Estados de África Oriental. Steve Omondi, conservacionista ambiental y defensor de la energía ecológica, cuya comunidad se beneficia de energía renovable gracias a la cooperación entre China y Kenia, dijo en entrevista de Global Voices: «China ha financiado y construido grandes parques solares y eólicos en Kenia, lo que ha ayudado a aumentar el acceso a energías renovables, sobre todo en zonas rurales». Añade que la energía renovable logró generar casi el 90% de energía en Kenia en 2022.
El papel de China ayudar a África a obtener energía renovable
En las últimas décadas, China se ha convertido en el mayor inversionista en el nuevo mercado energético africano, con proyectos de energía hidroeléctrica, solar y eólica a gran escala valorados en billones de dólares, para intentar transformar el potencial del continente de energías renovables en una realidad.

Campo solar en Ruanda. Imagen vía Flickr (licencia CC-BY-SA 2.0).
Según un informe de la Fundación Africana del Clima, de 2010 a 2020, las inversiones de China en el sector de energías renovables africano han tenido una tasa anual de crecimiento del 26%, principalmente gracias a tecnologías solares, hidroeléctricas y eólicas. Según un informe del Gobierno chino de la Iniciativa de la Franja y la Ruta, en 2022, China hizo una inversión directa adicional de 3400 millones de dólares en África. A finales de 2022, China había establecido más de 3300 empresas extranjeras en África, con una inversión directa que supera los 40 000 millones de dólares.
Lei Bian, investigadora en la Escuela de Economía y Ciencia Política de Londres, dijo en VOA que “las inversiones chinas de energía renovable en el extranjero tienen como objetivo cumplir con los compromisos climáticos internacionales de China de acelerar la transición energética y dejar los combustibles fósiles en África, el mayor socio comercial de China». A su vez, China se ha beneficiado también de la colaboración en términos de desarrollo económico y seguridad energética.
La mayor parte de las inversiones directas de China en África las hace el Banco de Exportación e Importación de China y el Banco de Desarrollo de China. Sin embargo, estas inversiones son controvertidas. Los estudios muestran que las inversiones directas de las últimas décadas de China en África han tenido una correlación negativa con el desarrollo local sostenible. Esto se debe principalmente porque las inversiones chinas han aumentado la contaminación a través de proyectos como la construcción de carreteras y la extracción de recursos naturales.
La prioridad de numerosos proyectos de la Iniciativa de la Franja y la Ruta ha sido el sector eléctrico en África. En Kenia, la empresa estatal china Jiangxi International Economic and Technical Cooperation Co., Ltd. (中国江西国际经济技术合作有限公司) y las autoridades de electrificación rural de Kenia construyeron conjuntamente la mayor central fotovoltaica en Garissa. Este proyecto fue financiado por el Fondo de la Franja y la Ruta que inició China en 2018, que destinó 6000 billones de chelines kenianos (46.16 millones de dólares) para ayudar a aumentar la capacidad de construcción de infraestructuras africana.
China has helped to build over 80 big power facilities for Africa. Most are hydro, wind or solar power plants, like the Noor Ouarzazate Solar Complex, the world’s biggest solar power station, and the Garissa solar power plant, East Africa’s largest photovoltaic power station. https://t.co/g3Muj1knjy
— Chinese Embassy in Kenya (@ChineseEmbKenya) January 7, 2021
China y África se han comprometido con el desarrollo sostenible. Los medios occidentales, como CNN,
se han centrado únicamente en algunos proyectos de energía de carbón con participación china, pero ignoraron deliberadamente tantas centrales eléctricas de energía limpia que ha construido China.
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China ha ayudado a construir más de 80 grandes instalaciones eléctricas para África. La mayoría son centrales hidroeléctricas, eólicas y solares, como la planta solar de Nur Uarzazat, la mayor central solar del mundo, y la estación de energía solar Garissa, la mayor central fotovoltaica de África Oriental.
Además de dar fondos, China ha ofrecido cada vez más apoyo técnico en los últimos años. Los fondos para la central fotovoltaica de Garissa vienen de préstamos concedidos por el Banco de Exportación e Importación de China, aunque la compañía china que inició el proyecto fue la responsable de todo el proceso, incluidos el diseño, la compra, la construcción, la instalación y la formación. La central tiene una capacidad instalada de 54,66 megavatios y puede satisfacer las necesidades de 70 000 hogares, con un total de más de 380 000 personas en Kenia.
La paradoja del exceso de capacidad en países africanos
Numerosos estudios independientes han demostrado que China pasa por sobrecapacidad de su sector energético. El sector está produciendo más bienes de los que el mercado puede absorber, que se exportan a otros mercados a precios más bajos. China ha invertido décadas de tiempo y miles de millones de dólares en construir sus líneas de producción y tecnología en industria solar, eólica e hidroeléctrica. África ha emergido como el supuesto mercado ideal para estos productos.
Como China exporta su tecnología de energía ecológica a nivel mundial y ve un aumento de la demanda en África, algunos competidores en Estados Unidos y la Unión Europea están preocupados por el dominio de China en este campo. Janet Yellen, secretaria del Tesoro de Estados Unidos, ha indicado que el exceso de capacidad de China amenaza a las industrias emergentes en Estados Unidos, y ha advertido que «inundar el mercado con bienes baratos» puede debilitar a la competencia. Mientras tanto, en junio de 2024, la Unión Europea comenzó a imponer aranceles adicionales de hasta un 38% en los vehículos eléctricos exportados de China a los países de la Unión Europea.
El Gobierno chino ha desmentido las afirmaciones de «exceso de capacidad» y ha citado el informe de la Agencia Internacional de la Energía, «Perspectiva mundial de vehículos eléctricos para 2023″, que calcula que la demanda global de vehículos eléctricos nuevos alcanzará los 45 millones de unidades para 2030. Si China mantiene una tasa de crecimiento anual del 20% en la producción, producirá 34 352 millones de vehículos eléctricos nuevos en 2030, aún por debajo de la demanda global.
Según el análisis de Oxford Economics, hay una macroevidencia preliminar que respalda la actual narrativa geopolítica sobre el exceso de capacidad de China. Sin embargo, no hay pruebas convincentes de que China esté debilitando a los fabricantes de la competencia con fijación de precios injusta.
Asimismo, África tiene sus propios problemas de exceso de capacidad, ya que los estudios muestran un severo exceso de capacidad en Etiopía, Ghana, Kenia y Ruanda. Estos países tienen capacidades instaladas que superan en más de un 50% la demanda máxima, pero aún así, todavía falta electricidad en muchos hogares. Los principales motivos de esta paradoja varían dependiendo del país, pero proviene principalmente de pronósticos de demanda real excesivamente optimistas de ministros de Energía nacionales, además de una mala gestión en la burocracia vinculada a la energía.
Otro motivo de los problemas del exceso de capacidad de África se origina en los inversores privados. Por ejemplo, Kenya Power, empresa pública distribuidora, compra electricidad a empresas privadas a precios altos que superan lo que puede vender, lo que lleva a que se eleven los precios de la electricidad para los ciudadanos. La importante participación del sector privado y los contratos de compraventa de energía con empresas privadas chinas han agravado la situación.
La oportunidad de África
Muchos líderes africanos ven las especulaciones sobre el exceso de capacidad como una oportunidad que puede incentivar a China a desplazar la producción de la cadena de suministro a África.
Aunque China ha aumentado sus inversiones en países africanos por la Iniciativa de la Franja y la Ruta, gran parte de las exportaciones africanas a China todavía son materias primas, como petróleo crudo, cobre, cobalto y mineral de hierro. Estos productos representaron más de la mitad del valor total de las importaciones en 2022. Actualmente, las inversiones en el nuevo sector de fabricación de energía, principalmente en el campo de los vehículos eléctricos, están concentradas sobre todo en países africanos relativamente ricos, como Egipto, Marruecos y Sudáfrica.
Algunos expertos financieros africanos sugieren que China debería considerar trasladar parte de la cadena de suministro de esta industria a África, en vez de simplemente ver el continente como una fuente de materias primas.
El mercado chino y el africano parecen preparados para complementarse mutuamente a través de una colaboración simbiótica, aunque algunos obstáculos permanecen. Mientras que el exceso de energía en África puede ser resuelto reduciendo el costo de acceso, lo difícil será garantizar que la relación de compra entre las compañías privadas y los Gobiernos sea transparente y justa, y que la transición energética no perjudique el ecosistema original.