En Turquía vuelve a aumentar el sentir contra inmigrantes

Imagen de Arzu Geybullayeva

El 30 de junio, estallaron violentas protestas contra la comunidad de refugiados sirios en la provincia turca de Kayseri, lo que reavivó el sentir contra los inmigrantes en el país. Según la Agencia Nacional de Inteligencia, la violencia también se extendió a otras provincias, como Hatay, Gaziantep, Konya, Bursa y un distrito de Estambul.

En respuesta a la violencia en Kayseri, se difundieron imágenes de banderas turcas quemadas y contramanifestaciones en el noroeste de Siria, incluso en las zonas que están controladas por las fuerzas que tienen el apoyo de Turquía. El 2 de julio, Turquía cerró varios pasos fronterizos con Siria, incluido el de Bab al Hawa, el principal paso para personas y comercio. La violencia estalló apenas dos semanas después de que el presidente turco, Recep Tayyip Erdoğan, y el presidente sirio, Bashar al-Assad, expresaron su interés en retomar las conversaciones después de que Turquía las interrumpió en 2011 tras la guerra civil siria. El mismo día, un sirio de 17 años murió apuñalado en la provincia turca de Antalya. Los sospechosos fueron detenidos, según informaron los medios locales.

Basta con una chispa

La violencia empezó con la noticia de una agresión sexual a una niña en la provincia de Kayseri. Según la declaración de la oficina del gobernador de Kayseri, «un sirio fue detenido por el presunto acoso a una niña siria de corta edad», que posteriormente fue identificada como familiar del agresor, informó Bianet.

Pero en un país donde el sentir contra los inmigrantes es elevado, el incidente degeneró en ataques selectivos contra viviendas, tiendas y otras propiedades de inmigrantes sirios. La intervención policial tuvo como resultado el arresto de más de 400 turcos, según el ministro de Interior turco, Ali Yerlikaya, mientras que el fiscal jefe de Kayseri abrió una investigación.

Un estudio reciente de IPSOS y ACNUR reveló que el 77% de los encuestados en Turquía se declararon partidarios de cerrar completamente el país a los refugiados. Según el mismo estudio, el promedio mundial de sentir contra los inmigrantes es de alrededor del 44 %, lo que convierte a Turquía en un caso atípico.

La política de refugiados de Turquía

En 2016, la Unión Europea llegó a un acuerdo sobre refugiados por el que Turquía detuvo el flujo de migrantes sirios a Europa a cambio de concesiones de visados y 6000 millones de euros en ayuda para los más de 3,5 millones de sirios que llegan a Turquía. En julio de 2020, Turquía amenazó con poner fin al bloqueo y permitir el paso libre de migrantes a Europa, lo que provocó que el Parlamento Europeo aprobara una partida adicional de 500 millones de euros (562 millones de dólares) para Turquía. En 2021, la Unión Europea destinó 3000 millones de euros a los refugiados para el período 2021-2023. Dos funcionarios de la Unión Europea que hablaron con The Financial Times en ese momento afirmaron que se habían presupuestado fondos adicionales para ampliar la ayuda a Turquía.

Además de los refugiados sirios, Turquía también ha recibido a miles de migrantes afganos que huyeron del país tras el retiro de las tropas estadounidenses en agosto de 2021.

El Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados calcula que unos cuatro millones de refugiados, en su mayoría sirios, viven en Turquía. Los afganos constituyen el segundo grupo más numeroso.

En mayo de 2022, el presidente Erdoğan presentó una iniciativa para devolver alrededor de un millón de refugiados sirios a zonas del norte de Siria bajo su control, lo que supone un vuelco total respecto a las promesas anteriores del presidente de no devolver a los refugiados. Esta decisión se consideró en gran medida un paso táctico del presidente antes de las elecciones presidenciales y parlamentarias, ya que muchos en todo el país culparon a los refugiados de los problemas económicos internos.

Un mes antes de que se anunciara el plan, el entonces ministro de Interior turco, Süleyman Soylu, alertó de que a los sirios que quisieran regresar a Turquía tras visitar sus hogares con motivo de la festividad de Eid al-Fitr no se les permitiría volver a menos que estuvieran exonerados y tuvieran un permiso oficial del Gobierno de Turquía para asistir a ocasiones especiales, incluidos funerales o por cuestiones relacionadas con la salud, informó entonces Hürriyet Daily News.

En febrero de 2022, el Gobierno estableció un tope del 25% de habitantes no turcos en los barrios residenciales. Cuando el número de sirios superaba ese porcentaje, eran reubicados en otros barrios. Mientras tanto, 16 provincias se cerraron por completo a la llegada de nuevos refugiados y migrantes extranjeros.

Los sirios viven en Turquía bajo una protección temporal que, según algunos expertos, ha simplificado el proceso de su deportación. «Desde 2018, ha habido repetidas oleadas de deportaciones», dijo Anita Starosta, de la organización Medico International, en una entrevista con DW.

Entre enero y diciembre de 2023, más de 57 000 sirios y otras personas fueron deportados, según Human Rights Watch, que añadió que estas deportaciones se hicieron con presiones «a las autoridades fronterizas para que clasificasen la mayoría de los casos que cruzaban la frontera como ‘retornados’ o ‘voluntarios'». El presidente Erdoğan dijo en una reunión de su gabinete el 3 de julio que 670 000 sirios ya habían regresado a zonas «limpias de terrorismo en el norte de Siria». El presidente añadió que espera que retornen un millón más «cuando se completen los proyectos de vivienda implementados con el apoyo de Catar».

El incidente en Kayseri no fue el primer ataque contra los refugiados en Turquía. En 2021, una reyerta entre un grupo de migrantes sirios y lugareños en la capital turca, Ankara, acabó con dos ciudadanos turcos apuñalados durante un enfrentamiento, uno de los cuales murió tras ser trasladado al hospital. El incidente provocó más violencia, ya que las bandas saquearon y destrozaron tiendas, casas y autos de inmigrantes sirios en el barrio de Altindag, en Ankara, donde vive un gran número de sirios.

En 2022, el líder nacionalista del partido Zafer (Victoria), Ümit Özdağ, hizo de la «inmigración el eje de la campaña electoral [del partido]» antes de las elecciones generales. Incluso encargó un video titulado «Ocupación silenciosa», que describe un futuro distópico en el que los sirios se han apoderado de Turquía, en que los turcos no son bienvenidos, se les prohíbe hablar su idioma y se les priva de los empleos calificados, todo relacionado con la inmigración incontrolada de refugiados sirios que empezó en 2011.

Los disturbios en Kayseri reavivaron las peticiones de deportaciones masivas.

Esta vez, el incidente en Turquía y su eco al otro lado de la frontera, en Siria, son más preocupantes. Al menos siete personas murieron y veinte resultaron heridas en Siria como consecuencia de la violencia.

Protestas sin precedentes en el noroeste de Siria tras el pogromo en Kayseri, los manifestantes en Azaz impidieron la entrada de camiones turcos y en Efrin (video abajo) intentaron asaltar la oficina del gobernador turco antes de que los guardias dispararan al aire.

La oposición se apresuró a culpar al partido gobernante, Justicia y Desarrollo (AKP), mientras Erdoğan acusó a la oposición de «alimentar la xenofobia y el odio a los refugiados en la sociedad».

El 3 de julio se reabrió la frontera.

Otras cuestiones en juego

«Los incidentes en Kayseri fueron probablemente un detonante, pero las contraprotestas se sumaron a otros acontecimientos como las objeciones a la normalización Ankara-Damasco», escribió la periodista Ingrid Woudwijk en su análisis para TurkeyRecap.

Desde el inicio de la guerra civil siria en 2011, Turquía llevó a cabo cuatro incursiones en el noroeste de Siria en lo que Ankara describió como medidas preventivas y un asunto de seguridad nacional. Turquía también ha estado apoyando a las fuerzas contra Assad en el norte de Siria. El noreste de Siria está controlado por las Fuerzas Democráticas Sirias, aliadas de Estados Unidos, lideradas por las Unidades de Protección Popular. Los combatientes de Unidades de Protección Popular se consideran una rama del Partido de los Trabajadores de Kurdistán, grupo designado como entidad terrorista por Estados Unidos y Turquía.

Según International Crisis Group, los «dos pilares de la política de seguridad nacional [de Turquía] son evitar un mayor influjo de refugiados de entre los casi cinco millones de desplazados que viven de forma precaria en el noroeste de Siria y debilitar, incluso romper, el control del Fuerzas Democráticas Sirias (y por extensión del Partido de los Trabajadores de Kurdistán) sobre el noreste».

Para el régimen de Assad, que tiene el apoyo de Rusia e Irán, la reconciliación implicaría que Turquía retirara la totalidad de sus 10 000 tropas y su apoyo a las fuerzas rebeldes del norte de Siria, «una condición previa que Ankara ha calificado de inaceptable, por razones de seguridad en relación con los militantes kurdos sirios», informó la experimentada periodista Burcu Karakas para Reuters.

En 2022, cuando se iniciaron las conversaciones mediadas por Rusia entre oficiales turcos y sirios, hubo protestas similares en el norte de Siria. Las negociaciones llegaron a un punto muerto cuando Turquía se negó a cumplir la exigencia del Gobierno sirio de retirar las fuerzas turcas del norte de Siria, dijo la periodista Ezgi Akin en un artículo para AlMonitor. La periodista Gonul Tol declaró al TurkeyRecap:

The biggest impediment to normalization with Assad remains what Turkey is doing in northern Syria. Turkey is not there [to secure] its borders. Turkey is engaged in a nation-building process. And that is the biggest problem for Assad's point of view. I don't see Assad backing away from that.

El mayor impedimento para la normalización con Assad sigue siendo lo que Turquía está haciendo en el norte de Siria. Turquía no está allí [para asegurar] sus fronteras. Turquía está inmersa en un proceso de construcción nacional. Y ese es el mayor problema desde el punto de vista de Assad. No veo a Assad dando marcha atrás en eso.

En octubre de 2019, fuerzas lideradas por Turquía organizaron una incursión en la zona noreste de Siria bajo mando kurdo con el objetivo de alejar a los «combatientes de las Unidades de Protección Popular al menos 30 kilómetros de las fronteras de Turquía». La intención era establecer una denominada «zona segura» en partes del territorio sirio para devolver a los refugiados sirios. En respuesta, a Turquía la condenaron la Unión Europea y Estados Unidos, y los «ministros de Asuntos Exteriores de la Unión Europea acordaron detener las exportaciones de armas a Turquía, y Washington decretó sanciones».

«Cuando [los sirios] oyen cosas como negociaciones de paz, sienten que van a perder su futuro», dijo en una entrevista con The New York Times el analista de seguridad Serhat Erkmen. De igual modo, Samir Abdullah, del Centro Harmoon de Estudios Contemporáneos de Estambul, organización sin ánimo de lucro, declaró a Reuters que algunos sirios en Turquía temen que «Erdoğan llegue a un acuerdo con Assad y envíe a los sirios de vuelta» y que «se les retire la ciudadanía turca».

Mientras tando, en un intento de tranquilizar a los grupos armados de oposición sirios respaldados por Turquía, el presidente Erdoğan reafirmó su promesa de «no fallar a nadie que haya confiado en nosotros, se haya refugiado en nosotros y haya actuado junto a nosotros», y de proteger a los sirios que viven en Turquía.

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