¿Por qué quienes más se benefician de la investigación académica nunca leen? ¿Podemos cambiarlo?

Imagen creada con elementos de Canva Pro.

Por Patriann Smith

Al empezar 2024, Scientia Global, plataforma internacional que invita al dialogo entre ciencia y sociedad, publicó en X (antes Twitter) un artículo divulgativo sobre mi trabajo, y acumuló una audiencia de más de medio millón de personas.

La atención a uno de mis artículos académicos al que hacía referencia se transformó casi de inmediato: el artículo pasó al percentil 99 y se ubicó en el cinco por ciento superior de más de 25 millones de resultados de investigación en todas las fuentes, según Altmetric. Es más, ocupó el primer lugar entre 198 resultados de investigación que Altametrics ha venido rastreando de la Revisión Anual de Lingüística Aplicada (ARAL) de la universidad de Cambridge, donde se publicó, con una calificación superior al 99% de sus pares.

Dedicada como estoy a entender la conexión dinámica de los académicos con el público general, estos resultados en Altmetrics me intrigaron bastante. En el mundo académico, se dedica mucho tiempo y energía a nuestras prestigiosas y destacadas revistas académicas, lo que a veces requiere que los académicos pasen años trabajando en la preparación de un artículo para su difusión, solo para reconocer que los lectores, en gran parte, no estuvieron a la altura de las expectativas.

Si bien la relevancia y la actualidad influyen en qué artículos académicos llegan a las grandes ligas, me estaba dando cuenta cada vez más de que un amplio corpus de investigación en tales revistas, leídas o no, a menudo solo eran accesibles para los propios académicos que ya formaban parte de las cámaras de resonancia dentro de las cuales yo estaba conversando. «Si soy una académica pública que trabaja infinitamente para el bien público», pensé, «¿por qué es que la mayoría de mis investigaciones son inaccesibles o nunca las leerá una audiencia no especializada?»

En lugar de publicar para generar impacto en el mundo académico, ¿qué pasaría si pudiera conectarme con audiencias amplias y diversas, las mismas personas cuyas realidades continúan informando mi vida de investigadora? ¿Qué pasaría si pudiera escribir para el ser humano que hay en cada uno de nosotros?

Como una persona de pensamiento abstracto, este objetivo de investigación me presentó el mayor desafío. Me costó construir oraciones de manera natural que no fueran complejas y me resultó difícil cerrar una oración que no tuviera seis líneas. Sé que mi estilo de escritura todavía puede parecer densa para los lectores.

Pronto quedó claro que el camino requeriría mucho más que simplemente identificar vías para escribir y conectarse con el público. Exigiría una nueva forma de pensar, vivir, ser, hacer y trabajar en traducción y en conjunto con el latido del corazón de múltiples y diversas audiencias. ¿Estaba yo a la altura de la tarea?

Presenté un artículo para la revista Literacy Today de la Asociación Internacional de Alfabetización. Los editores fueron muy amables, me ayudaron a traducir mis ideas para que más personas pudieran entender mi investigación. A través de mi perfil de Research Gate, el artículo comenzó a ganar fuerza entre una audiencia más amplia, aunque todavía bastante limitada: ciertamente no medio millón, pero sí un gran comienzo para una entusiasta académica de la «traducción» en ciernes. Y así lo intenté de nuevo

La Federación de Asociaciones en Ciencias del Cerebro y del Comportamiento (FABBS) me pidió que escribiera una entrada de blog sobre un artículo de 2016 que había publicado en la revisa Policy Insights for the Behavioral and Brain Sciences. Le cambien el nombre y, la tercera fue la vencida, me invitó el blog United States American Politics and Policy (USAPP) de la London Society of Economics (LSE) para escribir sobre la investigación que había publicado recientemente. Estos medios internacionales se alineaban con mi planteamiento como académica inmigrante y transnacional con orígenes caribeños. ¡Estaba emocionada!

Después de publicar los enlaces en estas y posteriores publicaciones en redes sociales, estaba decidida a ver cómo interactuaba el público con el contenido. ¿Qué les llamó la atención? ¿Respondieron a las ideas? ¿Qué eligieron compartir? ¿Qué preguntas hicieron?

A partir de este proceso informal y anecdótico de investigación, pude ver que había un margen significativo de mejora. ¿Cómo podría lograr que personas de diversos ámbitos, cuyo énfasis no fuera el transnacionalismo, la inmigración o la racialización, leyeran y se involucraran con el material?

Llegué a comprender que al escribir para académicos tenía que dejarme atrás. Como estar confinada en la torre de marfil, esto requirió una renuncia y aceptación intencional a la vulnerabilidad. Necesitaba hacerme ver. Incluso cuando compartía hallazgos intelectuales, podía ser humana. Alguien me dijo una vez que se sentía más conectada conmigo cuando hablaba que cuando escribía. ¿Cómo podría llevar esa conexión con mi forma de hablar al proceso de escritura y, por lo tanto, transformarlo?

Así fue como me embarqué en una liberación de la mente y de mí misma a través de una nueva asociación con Global Voices (GV), que de manera constante se esfuerza por maximizar su audiencia no solo en términos de contenido, sino también mediante la traducción a varios idiomas, sin mencionar su capacidad de conectarse a través de conocimientos que atienden a personas percibidas como originarias del «Sur Global» y a quienes tienen raíces en el «Norte Global». Mis dos primeros artículos para GV fueron editados minuciosamente en función de estos y otros aspectos, como lemas, títulos y palabras claves, lo que resultó en artículos de fácil acceso, y agradables de leer para el público general alrededor del mundo.

Ciertamente, fue gracias a mi aprendizaje en Global Voices que, sin el menor rubor, escribí un artículo sobre los inmigrantes negros en los Estados Unidos y otro artículo «no tan general» en la revista Journal of Language and Literacy Education.

Para mí, el viaje de traducir la investigación académica para audiencias más amplias no siempre resulta en una gran audiencia, pero no necesita ser así. En las diversas comunidades con las que los académicos se conectan a diario, encuentro cada vez más importante que la investigación que comparto con mis colegas se vuelva parte de cómo me relaciono con el mundo.

Patriann Smith, Ph.D., es profesora asociada en la Universidad del Sur de Florida. Es conocida por su galardonada investigación que considera cómo la enseñanza, la investigación, la evaluación y las políticas de alfabetización se ven influenciadas por la intersección de la raza, el idioma y la (in)migración. Puedes aprender más sobre Smith y su trabajo aquí.

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