El nombre y la búsqueda de Narin Güran tuvieron conmocionada a Turquía desde que se conoció la noticia de la desaparición de la niña de ocho años el 21 de agosto. El 8 de septiembre, 19 días después, el ministro del Interior anunció el fin de las tareas de búsqueda ya que las autoridades habían encontrado su cuerpo cerca de Tavşantepe, una ciudad de la provincia suroriental de Diyarbakır. El ministro prometió que se aplicaría el más duro de los castigos por el crimen cometido.
En el marco de la investigación, 24 personas han sido detenidas, incluidas familiares de la víctima. Según informa el medio Hurriyet Daily News, «los primeros hallazgos apuntan a que Narin fue asesinada, luego metieron su cuerpo en un saco y lo llevaron al río para sumergirlo». La confesión de uno de los detenidos, que vive esa ciudad, impregnó de más horror una historia que resulta demasiado familiar para un país que se retiró de la Convención de Estambul en 2021 y que lucha por brindar protección adecuada a mujeres y niñas contra la violencia de género y la violencia doméstica.
Se estima que al menos catorce niñas han sido asesinadas durante los primeros siete meses de 2024. El nombre de Narin encabeza la lista del contador que lleva la iniciativa local We Will Stop Femicides [‘Pararemos los femicidios’], que se ocupa de documentar casos de mujeres asesinadas. Hasta septiembre de 2024, 268 mujeres han sido asesinadas. El último informe de niñas desaparecidas del comité estatal de estadísticas se publicó en 2016; a partir de entonces, la institución dejó de publicar estos datos.
La confesión
El tío de Narin, Salim Güran, es el alcalde de la ciudad. Fue detenido el 31 de agosto y procesado el 2 de septiembre por el cargo de homicidio intencional luego de que la investigación determinó la presencia de restos de ADN en su vehículo que coincidían con el de su sobrina desaparecida. El 9 de septiembre, otro de los sospechosos detenidos confesó que, el 21 de agosto, Salim le había dado instrucciones para deshacerse del cuerpo y le ofreció 200 000 liras [unos 5800 dólares]. El sospechoso contó que sacó el cuerpo del vehículo de Salim y, con su ayuda, lo metió en un saco que tenía en el baúl de su propio vehículo y condujo hasta un riachuelo cercano según las instrucciones del tío de Narin. Este hombre también dijo que, tras haberse desecho del cuerpo, volvió a su casa, hizo sus oraciones y salió para unirse a las operaciones de búsqueda y rescate.
El sospechoso también declaró que le tenía miedo a Salim y que temía que lo inculpase. Por eso, cuando la gendarmería se presentó en su casa, decidió confesar lo que había hecho.
La plataforma de noticias T24 informó que otros miembros de la familia habían borrado sus intercambios de WhatsApp. Ahora, entre las tareas de investigación, se está colaborando con Meta para recuperar las conversaciones borradas.
El informe completo de autopsia estará disponible en dos semanas. Los resultados preliminares no muestran indicios visibles de heridas con objetos punzantes ni armas de fuego, tampoco hemorragias internas. No obstante, por el tiempo que permaneció en el saco, el cuerpo de Narin ya se encontraba en estado avanzado de descomposición, según informa Bianet.
El 9 de septiembre, el órgano regulador de radiodifusión de Turquía, El Consejo Supremo de Radio y Televisión (RTÜK), levantó la veda de transmisión impuesta desde el 29 de agosto.
Cifras crecientes y políticas fallidas
Numerosas organizaciones de mujeres llevaron a cabo una serie de protestas e iniciativas en Diyarbakir, Estambul, Ankara, Elazig y otras provincias. En todas las protestas se destacaron la exigencia de responsabilidad estatal y las críticas a las políticas estatales impregnadas de valores religiosos y normas obsoletas.
La veterana periodista Sedef Kabas publicó un video en que el exministro de Justicia, Bekir Bozdag, justificaba la violación a niñas diciendo que «no son violadores, no son personas que hayan cometido el delito de abuso sexual usando la fuerza. Son cosas que han sucedido con el absoluto consentimiento de las familias y de las niñas». El exministro hizo estas declaraciones durante el debate parlamentario sobre una propuesta presentada para indultar a violadores de menores en el caso de que estos decidieran casarse con sus víctimas. La propuesta fue desestimada debido a la fuerte indignación que mostró la gente en todo el país.
Tales negligencias estatales son hechos demasiado habituales en Turquía. Luego de los devastadores terremotos de febrero de 2023, el organismo estatal religioso Diyanet dijo que se permitiría a los adultos contraer matrimonio con niñas adoptadas que hubiesen quedado huérfanas a consecuencia de la tragedia. Ese comunicado también fue eliminado debido al rotundo repudio de la ciudadanía.
En 2022, tras la publicación de un informe, Emma Sinclair-Webb, directora asociada de la División de Europa y Asia Central de Human Rights Watch, declaró en una entrevista que eran múltiples las razones por las cuales la violencia de género prevalecía en Turquía:
The government’s approach to combating violence against women is framed in paternalistic, conservative terms. The authorities see it as part of a national duty to protect women, whom they see as vulnerable and breakable, and to support the institution of the family. Turkey’s president is on record opposing gender equality and it has been written out of government policy. So while we are seeing government efforts to tackle violence against women, the government simultaneously undermines its own efforts by not seeing the fight against domestic violence as part of promoting women’s rights or ensuring gender equality.
El enfoque del Gobierno para combatir la violencia contra las mujeres es paternalista y conservador. Las autoridades consideran que es un deber nacional proteger a las mujeres, a quienes perciben vulnerables y frágiles, y apoyar la institución familiar. El presidente de Turquía ha declarado abiertamente su oposición a la igualdad de género y la han eliminado de las políticas públicas. Entonces, aunque vemos un esfuerzo del Gobierno por abordar la violencia contra las mujeres, al mismo tiempo, socava sus propios esfuerzos al no incluir la lucha contra la violencia doméstica dentro de la promoción de los derechos de las mujeres ni garantizar la igualdad de género.
Otro informe publicado en 2023 por la Federación de Asociaciones de Mujeres Turcas (TKDF) y el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) de Turquía reveló que 8 de cada 10 personas objeto de violencia eran mujeres, que 73% de las mujeres que sufrían violencia estaban casadas, y que los hombres eran los perpetradores de la violencia en el 90% de los casos registrados; de ellos, 63% eran cónyuges y 21% otros familiares.
Según señala la plataforma We Will Stop Femicides en sus registros de 2023, 315 mujeres han sido asesinadas por hombres, y 248 fueron encontradas muertas en circunstancias sospechosas.
Turquía firmó la Convención de las Naciones Unidas por los Derechos del Niño en 1990. Según las estadísticas criminales del Ministerio de Justicia turco, en 2023 se han reducido en 4% las denuncias que incluían abuso sexual de menores. Sin embargo, en su informe de 2022, la cifra mostraba un incremento de 33% en comparación con el año anterior.
En 2023, en una entrevista con Turkey ReCap, Ezgi Koman, especialista en desarrollo infantil y cofundadora del Centro por los Derechos del Niño FISA (FİSA Çocuk Hakları Derneği), comentó sobre la creciente cantidad de instancias de abuso sexual infantil, y dijo que se debía a la falta de políticas y a la normalización de estos abusos en el país: «Solo vemos los casos de negligencia, abuso y violencia contra niñas y niños en la agenda pública cuando estos conllevan acciones ‘de mucha crueldad’. Entonces, casi todas las otras formas de abuso parecen ‘aceptables’ o, peor aún, legítimas».
La periodista Nevsin Mengu criticó la decisión de los padres de poner un traje de novia sobre el ataúd de Narin, con el argumento de que era muy emblemático de la situación de Turquía que una niña de ocho años fuese asesinada el día en que iniciaba el año escolar, y que sus padres pusieran un vestido de novia sobre su ataúd. «Si buscas simbolismo, aquí lo tienes. ¿Por qué querría una niñita usar un vestido de novia? Porque ese es el prospecto de vida que se ofrece a las niñas en estos pueblos: ser la esposa de alguien. Y aquí estamos, la gente está diciendo que ella hubiese empezado clases hoy». Luego, los padres explicaron que se aproximaba la boda de su prima, y Narin habían pedido que le compraran un vestido de novia para usar en la boda.
En su alocución del 9 de septiembre, tras una reunión de gabinete, el presidente Recep Tayyip Erdoğan prometió seguir de cerca el curso de la investigación y llevar a los perpetradores ante la justicia. Pero este tipo de declaraciones suenan vacías cuando ya se han hecho tantas veces en el pasado. Hace solo dos años, el vocero del partido gobernante Justicia y Desarrollo, Ömer Çelik, aseguró que seguiría de cerca la investigación del caso de una niña novia que escandalizó al país hasta sus cimientos. «Condenamos el abuso infantil. El abuso de niñas es un crimen maldito que nunca perdonaremos», tuiteó Çelik en respuesta a la escalada de críticas. Ese caso sigue en juicio, y la siguiente audiencia será el 23 de septiembre.