En abril de 2024, pco antes de la clausura del festival literario anual Bocas Lit Fest en Puerto España, Trinidad, el libro con las memorias de Safiya Sinclair How to Say Babylon (Cómo decir Babilonia), que relatan su lucha por liberarse de la rígida educación rastafari y encontrar su propia voz, fue anunciado como ganador del prestigioso Premio OCM Bocas de Literatura Caribeña. Para la joven autora jamaicana, fue un momento de conmoción y de inmensa gratitud a la vez.
«Me sorprendí porque nos enteramos en la transmisión en vivo de la ceremonia de la entrega de los premios», me cuenta Sinclair a través de la plataforma de Zoom. «Y fue [la escritora haitiano-estadounidense y presidenta del jurado] Edwidge Danticat la encargada de anunciar el ganador. Esto hizo que el momento fuera aún más especial, ya que es una escritora a la que admiro mucho y que nos ha servido de inspiración a muchos, escritores y lectores caribeños».
Para Sinclair, el reconocimiento no es solo un logro personal, es también una ocasión de orgullo para Jamaica. «Si puedo lograr que Jamaica sienta orgullo, ya soy feliz. Bocas es el mayor premio literario del Caribe, y me alegró poder representar a Jamaica. Para mí, eso lo es todo».
Cuando le preguntamos acerca de cómo este premio podría influir en su obra futura o en la percepción de la literatura caribeña de no ficción, Sinclair enfatizó que su con su escritura no busca obtener premios. «En realidad, nunca escribo pensando en los premios», dice. «Desde ya, es un gran honor, pero la obra en sí ya significa una verdadera recompensa. Encuentro la mayor gratitud en el hecho de que el libro esté disponible en el Caribe y que la gente pueda leerlo y sentir una conexión».
No pasa por alto cómo el festival literario de Trinidad destaca la literatura caribeña: «Esto es lo que necesitamos en nuestra región para celebrar a nuestros escritores», dice, «apreciar a nuestros escritores y no solo dejar que primero los valoren en otros lugares para que el Caribe reconozca su valor».
«Siempre pienso en mí cuando era joven», continúa, «mientras escribía en mi habitación a altas horas de la noche y en lo mucho que significaba para mí hasta el más mínimo acto de aliento y apoyo. Si hay algún modo de devolver algo de aquello y de hacerlo en Jamaica, es lo que quiero hacer. Veo el ejemplo que da Bocas como uno que me encantaría ver en tierras jamaicanas».
Reconoce el esfuerzo de personas y grupos en Jamaica que se dedican a la alfabetización y la lectura fuera del sistema educativo formal, y explica: «Destacan en difundir libros con los que la gente se identifique, no solo en términos de complexión o nacionalidad del escritor, sino a las historias que se publican».
La pasión de Sinclair por consolidar la siguiente generación de escritores es evidente: «Necesitamos más poetas jamaicanos. Si hay un niño de 10 o 12 años que podría convertirse en el próximo poeta de Jamaica, ¿qué podemos hacer para incentivarlo y asegurarnos de que tenga el apoyo necesario para que forme parte de la próxima generación?».
Sinclair, que creció en un estricto hogar rastafari, me cuenta que ella y sus hermanos siempre se sintieron diferentes. «Nuestros maestros y nuestros compañeros nos trataban distinto porque teníamos rastas», dice. «Nos sentíamos marginados. Incluso algunos jamaicanos no saben lo que significa crecer como rastafari. Luego, de adolescente, sentía que era algo de lo que escribiría en algún momento porque hay mucho que se desconoce sobre la tradición rastafari, en especial cuando eres una muchacha en una religión centrada en el varón».
Los poemas de Sinclair, cuya primera recopilación, Caníbal, ganó el Premio OCM Bocas de Poesía de 2017, explora cuestiones que se centran en la feminidad, la familia y la historia caribeña. Explica que How to Say Babylon es una ampliación de aquellos temas, al tiempo que destaca el desarrollo de la niñez y la edad adulta de las mujeres en un contexto rastafari. «Mucha gente no sabe cómo es eso».
Por su parte, el título refleja un aspecto importante de la educación de Sinclair. «Siempre se trataba de decirle no a Babilonia«, dice, «pero también de aprender qué significaba cuando lo decías y cómo rechazarla. Formaba gran parte de nuestra infancia y educación, descifrar lo binario de ¿nosotros contra ellos’ o del ‘interior contra el exterior de nuestras casas'».
El padre de Sinclair, a quien en su sitio web describe como «un imprevisible músico de reggae y un militante adherente a una estricta secta rastafari», de adolescente formaba parte de una banda llamada Future Wind. Según los relatos familiares, el grupo musical era popular en la región, y logró alcanzar «una fama casi igual a la de los Beatles».
«Donde fuera que tocaran», dice Sinclair, «las muchachas iban y gritaban entre el público. Eso es lo que me dijeron mi madre y otras mujeres de la familia. Pero yo llegué mucho después, al menos diez años después».
Sin embargo, cuando fue, llegó con un agudo sentido de observación sobre lo que sucedía a su alrededor. Aun así, el hecho de escribir estas memorias trajo una serie de dificultades: «muchos recuerdos eran muy personales y tratar de revivirlos era duro y doloroso. Sabía que si el libro iba a ser verdadero y honesto, debía convivir con esos recuerdos y encontrar la manera de escribirlos sin la sensación de salir lastimada».
Para descomprimir el peso emocional de la escritura, Sinclair recurrió a varias actividades. «Terminé muchos manuscritos durante la pandemia. Me obsesioné con la serie televisiva Survivor, y vi las [entonces] 40 temporadas completas. Era una buena forma de desconectarme; estaban todas ambientadas en una isla, así que estuvo bien. También me apasioné con la serie Yo amo a Lucy, que nunca había visto. Verla todas las noches antes de acostarme era una linda manera de apartarme del pesado ámbito de la escritura». También leía numerosas novelas y poemas, y salía a dar paseos.
Desde la publicación del libro, el 3 de octubre de 2023, Sinclair recibe constantes comentarios de los lectores. Personas de todo el mundo, de diferentes edades y condición social, se comunican para decirle lo conectados que se sienten con su historia.
«Recibo mensajes todos los días, que es algo de lo que más me sorprenden», revela. «Algunas personas crecieron de forma parecida, en entornos familiares fundamentalistas cristianos o mormones, o bien tuvieron un padre como el mío. Los mensajes más sorprendentes son los de los hombres que dicen que lloraron al leer el libro o [que] los hizo pensar en sus hijas y en la clase de padres que son. Si el libro puede lograr eso, entonces hice algo bueno en este mundo».
En cuanto a la reacción de su familia ante el libro, Sinclair señaló: «Fue difícil para mi núcleo familiar, en especial para mi mamá y mis hermanas, que vivieron el mismo trauma que yo. Es duro revivir esos recuerdos para ellas. Mi madre y mi hermana del medio leyeron parte de la obra, pero lloran todas las veces. Todas expresaron lo orgullosas que están de mí. Hablé con ellas durante el proceso de escribir, y les consulté acerca de sus recuerdos para que fuera un trabajo conjunto. Mi tía, que aparece en el libro, lo leyó junto a su marido y ha sido mi mayor animadora».
Sin embargo, su padre no se pronunció al respecto. «Pidió leer el libro el verano pasado», dice, «y le di una copia antes de que se publicara. Al principio, me llamaba mucho y trataba de corregir pequeños detalles. Le pedí que prometiera no decir nada hasta que lo leyera completo, y esa fue la última conversación que tuvimos sobre el libro».
Parte del motivo por el que Sinclair pudo convertir un tema tan difícil en una lectura fascinante y conmovedora es el gran nivel que le dejaron sus influencias literarias. «Pienso que [Toni] Morrison es la mejor escritora que ha existido», dice. «Su estilo de prosa, la profundidad, la complejidad y la genialidad lírica de su obra es algo a lo que aspiro. Si tan solo pudiera lograr una décima parte de eso, sería feliz».
Sinclair recuerda en concreto haber quedado alucinada luego de leer por primera vez El cantar de los cantares: «No podía creer que no lo hubiera leído en ninguna clase, a pesar de tener un doctorado. Es un libro que todos tienen que leer». La «exuberancia, el poder y la intensidad» de la prosa de Gabriel García Márquez, y cita en particular Cien años de soledad, y el relato El otoño del patriarca, que también le dejó una huella duradera: «Cada vez que lo leo [a este último], quedo atónita por lo mucho que el lenguaje puede lograr. Es mágico».
La misma Sinclair ha explorado nuevos formatos en su escritura, y trabajó en libretos, piezas que se convierten en odas corales y óperas cortas: «En la actualidad estoy trabajando en una obra de 80 minutos de duración, que incluye un coro profesional y una orquesta. Es un nuevo desafío para mí imaginar cómo las líneas escritas cobrarán vida en voces e instrumentos».
No sabe leer música, pero le gustaría: «En otra vida, pude. Es algo que admiro y que me encantaría aprender2. También tiene un gusto ecléctico en melodías, que incluye el rock indie, emo y a las compositoras femeninas como Lana Del Rey. «Pero también me gusta la música con la que puedo bailar y desconectarme, como Top 40. No me encasillo en un género específico; solo me dejo llevar por mi estado de ánimo».
Cuando reflexiona sobre su trayectoria literaria hasta ahora, Sinclair reconoce el impacto de su propia resolución y resiliencia. «Creo que de joven lo tomaba como una razón para seguir adelante», dice. «Siempre estuvo el deseo de superación, pero pasaron muchas cosas que desearía volver al pasado y decirle a aquella joven: ‘Muchacha, no tienes idea de lo que está a punto de suceder’. Es gracias a su tenacidad que todo esto es posible».
Desde que ganó el Premio OCM Bocas, How to Say Babylon se tradujo al francés. También se publicó una versión de tapa blanda, que amplió aún más su alcance e impacto. Hacia fines de 2024, estará en Europa para representar a Bocas y hablar sobre la literatura caribeña.