«Crisis y resurgimiento del movimiento nacional tártaro»: Entrevista con el editor de un medio opositor

Foto de Kazán, capital de Tartaristán, Rusia. Foto de Aleksandr Sobolev en Unsplash. Utilizada con Licencia Unsplash.

El segundo grupo étnico más numeroso de la Federación Rusa moderna, después de los rusos, son los tártaros, musulmanes sunitas de habla túrquica, autóctonos de las regiones del Volga y los Urales, incluidas las repúblicas federales de Tartaristán y Baskortostán. También fueron el primer pueblo musulmán conquistado por Rusia en el siglo XVI. Aunque una minoría tártara se convirtió al cristianismo y se volvió un grupo subétnico, la mayoría de la población tártara sigue siendo musulmana. Como musulmanes, estuvieron —cultural y religiosamente— mucho más cerca de los pueblos baskires, siberianos y centroasiáticos que de los rusos. No obstante, los tártaros fueron el grupo étnico no ruso más integrado dentro del Imperio ruso, y de la Unión Soviética después.

Sin embargo, durante los últimos cinco siglos, los tártaros, como otros pueblos minoritarios de Rusia, han participado en la resistencia política y armada contra las autoridades imperiales. Moscú reprimía brutalmente a estos movimientos nacionales o negociaba con los manifestantes. Ahora, en el contexto de la invasión a gran escala de Rusia a Ucrania, estas antiguas tensiones entre Moscú y la República de Tartaristán se han intensificado. Incluso antes de la guerra, el Kremlin abolió el estudio obligatorio del tártaro en las escuelas de Tartaristán, prohibió toda narrativa que contradiga la doctrina imperial, y erosionó sistemáticamente cualquier rastro de soberanía de la República. El número de tártaros enviados a la guerra es desproporcionadamente alto. La tasa de mortalidad —el número de muertes por cada 10 000 hombres entre 16 y 61 años— en Tartaristán es del 15,4 % frente al 1,6 % en Moscú.

El Kremlin también persigue a activistas de Tartaristán. En 2024, la periodista Alsu Kurmasheva pasó 288 días en prisión por «difundir noticias falsas» sobre el Ejército ruso. Asimismo, la periodista Farida Kurbanalieva enfrenta cargos por «justificar el terrorismo», mientras que el politólogo y publicista Ruslan Aysin está bajo investigación.

Global Voices entrevistó a Ruslan Aysin por correo electrónico. Aysin, publicista tártaro y jefe de redacción de la revista Poistine, enfrenta cargos penales del Ministerio del Interior ruso por «reavivar el nazismo», aunque la mayoría de los expertos creen que se trata de una represalia por su oposición a la invasión de Ucrania.

Foto de Ruslan Aysin de sus archivos personales. Utilizada con autorización.

Foto de Ruslan Aysin de sus archivos personales. Usada con autorización.

Global Voices (GV): ¿Le sorprendió que las autoridades rusas abrieran una causa penal contra usted, o esperaba tal medida?

Ruslan Aysin (RA): I certainly expected that criminal cases would eventually be opened against me. It was inevitable, and I was prepared for it. The Russian repressive system operates this way — it's a mechanism of pressure that removes individuals from the legal field, declaring them state criminals and enemies of the people, much like in Stalin's times. As the saying goes, if there is no case against you and you're not in prison, it's not your achievement, but rather the authorities’ oversight. The Russian security apparatus is so powerful and total that it rivals the times of Stalinist repressions. People are being imprisoned for nothing, for thought crimes, just like in Orwell's work, for simply holding a position, even a neutral one. You must openly and passionately demonstrate loyalty to this dictatorship, or you are automatically declared an enemy, which is what happened to me.

Ruslan Aysin (RA): Por supuesto que esperaba que se abrieran causas penales en mi contra. Era inevitable y estaba preparado. El sistema represivo ruso opera de este modo: es un mecanismo de presión que aparta a las personas del ámbito legal, y las declara criminales de Estado y enemigas del pueblo, como en la época de Stalin. Como dice el dicho: «Si no hay una causa en tu contra y estás libre, no es por tus logros, sino por el descuido de las autoridades». El aparato de seguridad ruso es tan poderoso y total que rivaliza con los tiempos de la represión estalinista. Se encarcela a las personas por nada, por delitos de opinión, como en la obra de Orwell, por el simple hecho de mantener una posición, aunque sea neutral. Hay que demostrar una lealtad abierta y apasionada a esta dictadura, o automáticamente te declaran enemigo, que es lo que me sucedió a mí.

GV: Otros periodistas tártaros, como Farida Kurbanalieva y Alsu Kurmasheva, también han enfrentado la represión. ¿Cree qué esto forma parte de un plan deliberado del Kremlin para destruir el movimiento nacional tártaro?

RA: The Kremlin has indeed targeted and declared enemies the most prominent figures within the Tatar community, not only within the national movement but also those who represent public interest, who have an audience, and who can influence people's minds. Many intellectuals and cultural figures in Tatarstan face criminal charges under various pretexts. As the saying goes, “If there's a person, a case will be found.” This is a deliberate strategy aimed at intimidating others, making them fearful of speaking out about the issues facing the Tatar people, their subjectivity, sovereignty, language preservation, and culture. Talking about Tatar identity is already considered a crime, let alone discussing the status of the republic or its independence.

RA: El Kremlin ha señalado y declarado enemigos a las figuras más destacadas de la comunidad tártara, no solo dentro del movimiento nacional, sino también a quienes representan el interés público, es decir, quienes tienen una audiencia y pueden influir en la mente de la gente. Muchos intelectuales y figuras de la cultura en Tartaristán enfrentan cargos penales por diversos pretextos. Como suele decirse: «Si hay una persona, hay un caso». Se trata de una estrategia deliberada destinada a intimidar a los demás. Infunden miedo cuando se habla sobre los problemas que enfrenta el pueblo tártaro, sus subjetividades, la soberanía, la preservación de la lengua y la cultura. Hablar de la identidad tártara ya se considera un delito, cuanto más si se discute la condición de república o su independencia.

GV: ¿Cómo describiría el estado actual del movimiento nacional y religioso tártaro? ¿Cómo encaja en el discurso más amplio de la oposición en Rusia y cómo conecta con el movimiento musulmán mundial que aboga por sus derechos?

RA: The Tatar national movement has always been strong with its leaders, ideas, and projects. In the 1990s, the Tatar people were among the leaders in reclaiming statehood and preserving their identity. In 1994, Tatarstan signed a special Federative Treaty with Russia, which defined Tatarstan as an independent entity with relations with Russia based on a treaty. But Putin's rise to power dismantled this system. Tatarstan was politically and economically surrounded and came to be viewed by Moscow as a rebellious separatist region. We later saw how Moscow systematically worked to suffocate Tatarstan and the Tatar people, eliminating any chance of autonomy.

Tatars are undoubtedly part of the global Muslim community. They built mosques across Russia and were reformers and scholars long before the revolution. They have made significant contributions to the spiritual heritage of Islam and continue to see themselves as part of the Muslim civilization. However, due to their subjugated and constrained state, they are unable to fully realize their potential.

RA: El movimiento nacional tártaro siempre ha sido fuerte con sus líderes, ideas y proyectos. En la década de 1990, el pueblo tártaro fue uno de los que lideraba la reivindicación de la condición del Estado y la preservación de su identidad. En 1994, Tartaristán firmó un Tratado Federativo especial con Rusia, que definía Tartaristán como una entidad independiente que mantenía relaciones con Rusia basadas en dicho tratado. Pero la llegada de Putin al poder desmanteló este sistema. La República de Tartaristán se vio rodeada, política y económicamente, y Moscú pasó a verla como una región separatista rebelde. Luego, vimos cómo Moscú comenzó a trabajar sistemáticamente para asfixiar a Tartaristán y a su pueblo, tras eliminar cualquier posibilidad de autonomía.

Sin duda, los tártaros forman parte de la comunidad musulmana mundial. Construyeron mezquitas a través de toda Rusia, y fueron reformistas y eruditos mucho antes de la revolución. Han tenido contribuciones importante al patrimonio espiritual del islam y se consideran aún parte de la civilización musulmana. Sin embargo, por su estado de sometimiento y limitación, no pueden desarrollar todo su potencial.

GV: ¿Cuál es el plan máximo para su tierra natal? ¿Sería una victoria para los tártaros un Estado independiente o una reforma del Estado ruso sobre nuevos principios?

RA: I believe that, sooner or later, the Tatars, as the second-largest ethnic group in the Russian Federation, will gain the right to sovereignty and independence. The Tatars have a rich history and well-developed political self-consciousness. They remember their roots and know that they once controlled vast territories, covering almost half of what is now called the Russian Federation. Therefore, the Tatars are not just about Tatarstan. Only about 27 percent of Tatars live in Tatarstan today, with the rest spread across the vast expanses of Eurasia, the United States, and Australia. Personally, I support a broad political project for the Tatars. To this end, I developed the “Five Tatars” project, which includes not only the republic itself but also the Idel-Ural region, Greater Tatarstan, the Tatar diaspora, and the Tatar factor — the Tatar logos projected onto all these levels. This project encompasses different forms of political representation for the Tatar ethnic group. Tatars need to develop several models that meet their demands and historical claims in the new geopolitical reality that will inevitably follow.

RA: Creo que, tarde o temprano, los tártaros, como segundo grupo étnico de la Federación Rusa, obtendrán el derecho a la soberanía y la independencia. Su pueblo tiene una historia rica y una conciencia política bien desarrollada. Recuerdan sus raíces y saben que alguna vez controlaron los vastos territorios que cubrían casi la mitad de lo que hoy conocemos como la Federación Rusa. En consecuencia, los tártaros no solo se encuentran en Tartaristán. En la actualidad, un 27 % vive en el país, el resto está repartido por las vastas extensiones de Eurasia, Estados Unidos y Australia. Personalmente, apoyo un proyecto político amplio para el pueblo tártaro. Con este fin, desarrollé el proyecto los Cinco Tártaros, que incluye no solo la propia república, sino también la región del Volga Ural, el gran Tartaristán, los tártaros en el extranjero, y la causa tártara, es decir, los símbolos tártaros proyectados en todos estos niveles. Este proyecto abarca diferentes formas de representación política para nuestra etnia. Los tártaros necesitan desarrollar varios modelos que satisfagan sus demandas y reivindicaciones históricas en esta nueva realidad geopolítica que inevitablemente se avecina.

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