Líderes religiosos de Nigeria explotan la desesperación de personas con discapacidades

Damilola Olawoyin. Foto de Toheeb Babalola, utilizada con autorización.

Por Toheeb Babalola

Nigeria es el hogar de 29 millones de personas con discapacidad, a menudo dispuestas a recorrer grandes distancias en busca de curación espiritual o de aliviar su discapacidad. Lamentablemente, muchos acaban descubriendo que les han engañado solo después de perder sustanciosas sumas de dinero y recursos.

Según el informe de valoración de la discapacidad del Banco Mundial, se estima que en Nigeria, el 7% de los miembros de más de 5 años de una familia (y el 9% de los mayores de 60) sufren algún grado de discapacidad en al menos un ámbito funcional, como vista, oído, comunicación, conocimiento, movimiento o cuidado personal.

En lo que respecta a la búsqueda de cura espiritual, Damilola Olawoyin, profesor ciego de 32 años, ha pasado por suficientes experiencias para sufrir un trauma emocional y psicológico a largo plazo.

Olawoyin comenzó a sufrir problemas de visión a los 10 años, pero sus padres no lo supieron hasta que su visión empeoró más de lo que podía ocultar. Sus padres lo llevaron de hospital en hospital, buscando una solución médica, y tras llevar a cabo varias pruebas en el Hospital Universitario (UCH) de Ibadan, en el estado de Oyo, los doctores le diagnosticaron glaucoma, enfermedad que afecta al nervio óptico.

Se aconsejó a los padres que no tocaran sus ojos tras el tratamiento para permitir una recuperación gradual. N0 obstante, el tratamiento no fue efectivo, por lo que conforme Olawoyin crecía, su visión se reducía y él debía recurrir a la ayuda de otros para moverse.

En 2009 se embarcó en un viaje de 208 km desde Ikotun, en el estado de Lagos, a Ile-Ife, en el estado de Osun, en el suroeste, con la esperanza de encontrar una solución. Un familiar de su abuelo materno lo invitó a acudir a una cruzada abierta en el estadio de Ife, durante la cual una de las organizadoras se le acercó y le dijo: «permíteme rezar por ti para que puedas ver de nuevo».

«Afirmó conocer mi ceguera sin siquiera preguntar», relató Olawoyin en una entrevista con Global Voices. «Antes de darme cuenta, dos hombres me arrastraron al estrado para que testificara que había recuperado la vista. Me obligaron a decir algo que no era cierto».

Después de dar ese falso testimonio, cuando Olawoyin volvió a su sitio, la evangelista lo invitó a reunirse con ella al día siguiente. Su padre también viajó a Ile-Ife para conocer a la mujer que afirmaba poder devolverle la vista a su hijo.

La evangelista le presentó a una profetisa, que les pidió que compraran un carnero blanco sin imperfecciones y una caja de huevos, que se usarían para preparar una sopa para restaurar la vista de Olawoyin.

«Me dijeron que me pusiera sobre el carnero y lo bañara en sopa. Después comencé a romper los huevos uno a uno. A pesar de mis objeciones, al final pidió 17 000 nairas (10 dólares) explicó.

La visión de Olawoyin empeoró, y perdió a su padre. Tiempo después, su madre volvió a casarse.

En 2014, tras volver a Lagos, Funmilola, madre de Olawoyin, buscó cura espiritual de un profeta de la iglesia Querubín y Serafín de Ikotun-Egbe que le había presentado una profetisa amiga de su nuevo marido. «Le dijeron que el profeta tenía el poder de resucitar a los muertos. Si podía hacer eso, devolverme la vista no sería un problema», señaló Olawoyin. En este video de YouTube, Olawoyin y otros cuentan sus experiencias:

Tras una larga espera, Olawoyin y su madre se encontraron por fin con el profeta, que presionó los ojos de Olawoyin sin ninguna profesionalidad, hizo varias preguntas y les pidió 60 000 nairas (37 dólares), precio que mantuvo a pesar de que la madre insistió en un descuento.

Al final, accedió a pagar el dinero, el profeta rezó por su hijo, y Olawoyin marchó a su casa con un montón de preguntas en la cabeza.

Dos semanas después, mientras la madre de Olawoyin reunía el dinero para pagar al profeta, hubo un alboroto en la iglesia. Corrió hacia allí y vio un auto de policía aparcado en la puerta, y el altar de la iglesia hecho añicos. Los agentes habían esposado al profeta, y explicaron que dirigía un grupo de violentos ladrones armados, responsables de varias masacres en Lagos y otros lugares.

«Fue devastador. Nadie esperaba su detención. Era el jefe de la banda, y usaba la iglesia como tapadera», dijo Olawoyin.

La Policía encontró dinero, amuletos, siete armas de fuego y otras armas en la iglesia. El profeta fue acusado y más tarde condenado por el tribunal de Lagos.

En Apete (Ibadán, estado de Oyo), el zapatero de 30 años Ridwan Tijani, que usa silla de ruedas, tuvo una experiencia similar con un curandero tradicional llamado Ìyá Ọsun cuando buscaba una cura para su parálisis.

Ridwan Tijani. Foto de Toheeb Babalola, utilizada con autorización.

Tijani no tenía conocimiento de la causa de su discapacidad, que sufría desde su infancia. Recordaba una tarde en que su padre lo llevó a Ijẹbu Ode para reunirse con una mujer en su santuario tradicional, llamado Osun.

Después de viajar 73 km de Ibadán a Ijẹbu Ode, en el estado de Ogun, Tijani conoció a Ìyá Ọsun. Iba vestida de blanco, a juego con su santuario. Osun le hizo cortes en las piernas con una cuchilla, sorbió la sangre con su boca y la escupió en trozos de papel blanco atados con hilo blanco y negro.

«En esa época, había alguien llamada Ifa que desaparecía ante mí, pero seguía comunicándose. No estaba seguro de si era humana. Nada funcionó, y después de unas semanas no volví a verla», dijo Tijani a Global Voices. «Buscábamos una cura, pero los veíamos como magos».

Samuel Oluwasegun Dabiri, también con problemas de visión, se graduó en Relaciones Internacionales en la Universidad Obafemi Awolowo (OAU).

Samuel Oluwasegun Dabiri. Foto de Toheeb Babalola, utilizada con autorización.

Dabiri sufrió sarampión en 1996, y sus padres no buscaron ayuda médica hasta que la enfermedad se agravó y le causó ceguera en ambos ojos.

Su padre lo llevó al santuario de Sango, dios de las tormentas, donde le dijeron que hiciera sacrificios como traer carneros, cabras y aceite de palma, además de sacarle una gran suma de dinero.

«Esas cosas eran más caras entonces de lo que son ahora. Mi padre gastó una considerable cantidad de dinero para asegurar que se realizaba el sacrificio, pero fue un desperdicio de dinero, recursos, tiempo e incluso energía», dijo Dabiri a Global Voices.

Tras sufrir varios traumas psicológicos durante años, Olawoyin, Tijani y Dabiri se reconciliaron con sus circunstancias y siguieron adelante con sus carreras. Todos ellos han apremiado al Gobierno nigeriano para que apruebe la ley de discriminación y prohibición contra personas con discapacidad de 2018.

¿Qué dicen los expertos?

Grace Fehintola, fundadora del Centro de Salud God Grace, expresó su disgusto por los profetas que presionan ojos deteriorados, lo que podría causar un mayor daño a la cavidad ocular. También advirtió que los jabones utilizados en los rituales, sin control profesional, puede dañar la piel.

Yinka Olaito, director ejecutivo del Centro de Discapacidad e Inclusión África (CDIA), señaló que la religión se ha convertido en algo similar a un narcótico muy adictivo, y algunos falsos líderes religiosos están explotando a personas con discapacidad. Olaito sugirió que «las instituciones religiosas y sus líderes deberían recibir formación sobre los peligros de esas prácticas. Para que haya un progreso real, debe hacerse cumplir la ley, y la comunidad de discapacitados debe colaborar».

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