La noticia que dio el abogado del destacado activista egipcio Alaa Abdel Fattah de que las autoridades egipcias no planean dejar en libertad a su cliente hasta enero de 2027 generó indignación. Abdel Fattah, que se ha convertido en uno de los más conocidos presos políticos en Egipto, ha pasado gran parte de los últimos diez años tras las rejas, cumpliendo diversas condenas por su rol en protestas contra la democracia y su defensoría de la libre expresión.
El abogado de derechos humanos Khaled Ali afirmó que su cliente, el activista Alaa Abdel Fattah, “ha sido sometido a maltratos, opresión, y manipulación de textos legales”. Su familia pidió su liberación cuando se cumplió con su condena el 29 de septiembre, pero no han contado los dos años que pasó detenido antes del juicio.
Ali tuiteó:
علاء يوم ٢٩ سبتمبر ٢٠١٩، يكون كمل ٥ سنوات فى السجن لأن قبض عليه يوم ٢٨ سبتمبر ٢٠١٩.
الحكم الصادر ضد علاء قضى عليه بالحبس خمس سنوات
علاء عندما قبض عليها وجهت له النيابة عدة تهم منها ما يعد من الجنايات ومنها ما يعد من الجنح
فى ٢٠٢١ تم سلخ الجنح من التحقيقات وتقديمه للمحاكمة أمام… pic.twitter.com/2dfAWMQjvj
— Khaled Ali (@Khaledali251) September 26, 2024
El 29 de septiembre hubiera cumplido cinco años de prisión porque fue arrestado el 28 de septiembre de 2019.
La sentencia en contra de Alaa lo sentenció a cinco años de prisión.
Cuando arrestaron a Alaa, la fiscalía lo acusó de varios delitos, algunos de los cuales son considerados delitos graves, y otros como delitos menores.
En 2021, se retiraron los delitos menores de las investigaciones, y compareció ante la Corte de Delitos Menores, que lo sentenció a cinco años. En cuanto a las investigaciones por delitos graves, todavía no se han procesado. Desde 2021, la fiscalía no lo ha citado para ninguna audiencia de investigación, ni lo ha confrontado con nada en ese periodo.
Durante cinco, no se ha emitido ninguna orden en su contra.
Alaa no ha sido condenado por ningún otro delito.
Detención indefinida
Abdel Fattah, programador de software, escritor y activista, fue arrestado en septiembre de 2019 durante una ola de protestas contra el Gobierno en las que no estaba participando. Su familia anunció que había desparecido de la estación policial de Dokki, en la que dormía todas las noches como parte de una sentencia de cinco años de la que apeló legalmente.
Muchas otras destacabas figuras de oposición fueron arrestadas en una ola de arrestos a gran escala en torno a las protestas, incluidos Hazem Hosny, portavoz del exjefe militar Sami Anan, y el científico político Hassan Nafaa, así como el destacado abogado de derechos humanos Mahienour El-Masry.
En 2021, Abdel Fattah fue sentenciado a otros cinco años de prisión de acuerdo con las draconianas leyes contra el terrorismo del país, acusado de “difundir noticias falsas que socavan la seguridad nacional, usar medios sociales para cometer un delito, y de unirse a un grupo terrorista”.
Tras completar esta sentencia, la familia y el equipo legal de Abdel Fattah esperaba que lo liberaran. Sin embargo, las noticias sobre la posibilidad de que su liberación quedaría postergada fue recibida con críticas internacionales, 59 organizaciones de derechos humanos locales, regionales y internacionales instaron a Egipto a cumplir sus obligaciones legales y que dejara en libertad a Abdel Fattah.
En una entrevista con el medio independente egipcio Al Manassa, Ali destacó que las acciones de las autoridades egipcias infringen el artículo 482 del Código Procesal Penal, que establece que una sentencia de prisión empieza desde la fecha del arresto y debería considerar la detención previa al juicio. También va contra el artículo 484, que establece que la detención previa al juicio se deduzca de la sentencia más leve y cuando se impongan varias sentencias.
Señaló que la fiscalía afirma que la prisión preventiva de Abdel Fattah estaba vinculada a una investigación en curso en el caso 1356 de 2019, pero destacó que la ley exige que la prisión preventiva se descuente de cualquier sentencia, ya sea relacionada con el mismo delito o con otro.
El 26 de septiembre, Amnistía Internacional hizo pública una declaración en la que instaba a las autoridades egipcias a «dejar en libertad inmediata e incondicional al activista egipcio-británico Aala Abdel Fattah, que el 29 de septiembre cumplirá tres días de su injusta condena de cinco años de prisión».
Según Mahmoud Shalaby, investigador sobre Egipto de Amnistía Internacional: «Las autoridades egipcias tienen terribles antecedentes de detención indefinida de disidentes políticos, para lo que inventan nuevas razones para mantenerlos encerrados. Si las autoridades no dejan en libertad a Alaa Abdel Fattah, esto agravaría aún más la crueldad y la injusticia que ya ha sufrido detenido».
Persecución sistemática
El caso de Abdel Fattah es emblemático de la represión más amplia de la disidencia en Egipto bajo el gobierno de El Sisi. Desde que los militares derrocaron al primer presidente elegido democráticamente en el país, Mohamed Morsi, en 2013, decenas de miles de opositores políticos, periodistas y activistas de derechos humanos han sido encarcelados, muchos bajo acusaciones falsas relacionadas con el terrorismo. En 2019, Human Rights Watch estimó que, desde que el-Sisi asumió el cargo, 60 000 personas habían sido encarceladas por motivos políticos.
Para Abdel Fattah, es el más reciente capítulo de una larga historia de persecución. Fue detenido por primera vez en 2006 por su activismo durante la era de Hosni Mubarak, y desempeñó un papel clave en el levantamiento de 2011 que derrocó al longevo dictador. Desde entonces, ha entrado y salido de prisión en múltiples ocasiones, a menudo por cargos relacionados con su participación en protestas pacíficas o críticas al Gobierno en las redes sociales.
En un comunicado en el que pide la libertad de Abdel Fattah, Reporteros sin Fronteras recuerda que «actualmente hay 17 periodistas encarcelados en Egipto, entre ellos Abdel Fattah, de los cuales al menos nueve están en prisión preventiva, táctica usada para prolongar el tiempo que los periodistas pasan en la cárcel».
La lucha de una familia
La familia de Abdel Fattah, que ha defendido incansablemente su liberación, ya había advertido en 2022 que su salud se había deteriorado significativamente durante su estadía en prisión. Su hermana, Mona Seif, tuiteó recientemente:
A sentimental post about my sister @sana2 💙
Today we had a press briefing, and for a moment I was trying to outline to everyone present the bleak scenario we have to face if @Alaa is not out of prison on Sunday, and that this leaves us with an almost open ended prison sentence pic.twitter.com/asQm9amo8g
— Mona Seif (@Monasosh) September 26, 2024
Una emotiva publicación sobre mi hermana Sana.
💙
Hoy hubo conferencia de prensa, y por un momento he estado intentando exponer a todos los presentes el desolador panorama al que nos tenemos que enfrentar si Alaa no sale de la cárcel el domingo, y que esto nos deja con una condena de prisión casi inconclusa.
El 25 de septiembre, su otra hermana, Sanaa Seif, escribió en Facebook: «Quedan cinco días y Alaa habrá cumplido toda su condena (cinco años), pero, por desgracia, no hay indicios de que tengan intención de liberarlo oportunamente».
La madre de Abdel Fattah, Laila Soueif, ha estado al frente de la campaña familiar por la liberación. Soueif, profesora de matemáticas en la Universidad de El Cairo y conocida activista por derecho propio, ha organizado a menudo plantones frente a la prisión donde está recluido su Alaa, exigiendo acceder a él.
Símbolo de libertad
Para muchos en Egipto y en otros lugares de la región, Abdel Fattah se ha convertido en un símbolo de la resistencia contra el autoritarismo. Sus escritos, algunos sacados a escondidas de la cárcel, se han publicado en diversos medios internacionales y se han convertido en gritos de guerra para quienes luchan por la libertad de expresión y los derechos humanos.
La situación de Alaa Abdel Fattah no es un caso aislado. Miles de personas, muchos menos conocidas, permanecen entre rejas en Egipto por delitos tan triviales como expresar opiniones discrepantes en las redes sociales. Bajo el pretexto de la seguridad nacional, las autoridades egipcias han reprimido sistemáticamente la libertad de expresión, reunión y asociación.
Mientras Abdel Fattah languidece en prisión, su caso sirve de crudo recordatorio de las dificultades que enfrentan quienes se atreven a criticar el régimen autoritario de Egipto. Aunque su continua detención muestra la determinación del Gobierno de silenciar la disidencia, también ha inspirado a muchos a continuar en su lucha.