Jamaica necesita una nueva prisión, pero la rehabilitación es imprescindible

Imagen vía Canva Pro.

Este artículo lo publicó originalmente Emma Lewis, colaboradora de Global Voices, en su blog personal. A continuación, reproducimos una versión editada con su autorización.

El crimen (y castigo) suele estar en la mente de los jamaicanos. Hablando al respecto, uno de mis autores favoritos de todos los tiempos, Fiódor Dostoyevski —autor del libro— alguna vez dijo: «El grado de civilización en una sociedad puede juzgarse al entrar en sus prisiones».

Si esto es cierto, entonces Jamaica tiene mucho que decir. El 11 de agosto de 2024, hubo una terrible masacre en un lugar llamado Cherry Tree Lane. Debe ser un lugar muy lindo, se podría pensar, pero ahora está bañado en sangre luego de que tres hombres armados mataron a balazos a siete personas durante una fiesta de cumpleaños, incluido un niño de siete años. Otras nueve resultaron heridas, incluido un niño pequeño. Más lejos en la carretera, el hombre se detuvo y abrió fuego contra otra persona que estaba en una reunión en la calle.

A través de las brumas de aire caliente que soplan durante la semana, la pregunta sobre una prisión nueva apareció poco a poco, y no era la primera vez. ¿A qué se debe? Es porque la Policía aseguró que el asesinato en masa fue organizado por alguien que estaba en prisión, con la colaboración de intereses extranjeros.

Existe el constante problema de la corrupción en las prisiones, lo que nos enfrenta una y otra vez pero que se ignora constantemente. Es uno de los varios problemas que los jamaicanos prefieren pasar por alto porque es muy incómodo de enfrentar, en especial en un espacio reducido.

Básicamente, los presos pagan para obtener privilegios, e ingresan varios objetos, como celulares. Tal parece que, con el pasar de los años, no se ha hecho mucho para evitar esto, aunque se dice que las actividades de algunos presos tienen como resultado muertes afuera de la prisión. Se ordenan «ataques». Un guardia de la cárcel, al conversar sobre estos presuntos «ataques», dijo que “no solo provienen de los empleados comunes, los inferiores, también provienen de los altos mandos». Casi no se ha hecho nada para combatir esto.

El asunto de una prisión nueva surgió en 2015, cuando el entonces primer ministro del Reino Unido, David Cameron, hizo una visita bastante controvertida a Jamaica. Propuso que su gobierno construiría una linda prisión nueva para instalar a los jamaicanos que ocupaban espacio en la prisión de su país, y que serían deportados al terminar su sentencia de todas formas.

La idea no sentó bien muchos jamaicanos, aunque Portia Simpson Miller, entonces primera ministro de Jamaica, parecía estar considerándolo. Si se había firmado un memorándum de entendimiento, es probable que ya se haya cancelado. Por su parte, a pesar de que nuestra actual administración política reconoce la necesidad de una prisión nueva, el primer ministro Andrew Holness sugirió que no existen suficientes fondos para un proyecto tan grande. Tal vez debimos haber aceptado la oferta de David Cameron, después de todo.

Así que me siento con la obligación de comentar sobre el estado actual de nuestras prisiones. No es una historia particularmente alegre. Un breve vistazo a la penitenciaria Tower Street en Kingston revela un edificio de ladrillos rojos, sombrío y a punto del colapso que está repleto de alambre de púas y torres de vigilancia, ubicada cerca de las aguas algo turbias del puerto de Kingston.

La mayoría lo pasamos por alto, nos centramos en los grandes edificios del centro de Kingston. Tristemente, creo que muchos jamaicanos no están especialmente preocupados sobre lo que ocurre dentro de esas paredes o en quienes están encarcelados allí (a menos que sea sea una estrella de dancehall). Como lo menciona Carla Gullotta, presidente ejecutiva del grupo de derechos humanos Stand Up For Jamaica (SUFJ), por lo general, las personas “no sienten empatía por quienes están en conflicto con la ley, porque Jamaica es una sociedad agresiva». La actitud que prevalece es la de encerrar a los delincuentes y deshacerse de la llave.

Las prisiones no deben ser lindas, solo funcionales. Deben ser seguras; eso está claro y obvio. La Correccional de Adultos Tower Street se construyó para albergar a no más de 800 prisioneros, pero ahora alberga al menos 1700.

Aún así, para SUFJ, una versión moderna del sombrío edificio Tower Street no es lo mejor; cualquier nueva prisión debe diseñarse teniendo la rehabilitación en cuenta. Deberían saberlo; la organización trabaja mucho en el sistema penitenciario y, a pesar de que el Departamento de Servicios Penitenciarios de Jamaica ha cuestionado algunas de sus conclusiones, ha conseguido la ayuda del departamento para establecer la rehabilitación como la mejor vía para implicar a los reclusos.

En la actualidad, acceder a la educación detrás de las rejas es extremadamente limitado. Se podría hacer mucho más, ya que las condiciones de las prisiones son terribles, muy por debajo de los estándares internacionales.

Como Gullotta de SUFJ mencionó en una entrevista reciente: “Los prisioneros ni siquiera tienen espacio para acostarse en una celda”. Dice que la infraestructura “se está derrumbando”. Tras los recientes temblores, algunas partes de las prisiones Tower Street y St. Catherine quedaron cerradas por ser peligrosas, con lo que la población carcelaria aumentó.

Pero debemos ver la realidad: las prisiones jamás han sido una prioridad, ya sea mejorar las precarias condiciones, rehabilitar o construir nuevos edificios. Esto suena más a una manera de evitar el problema. El asunto ya está fuera del radar de los medios. De nuevo.

La pregunta es: ¿podemos permitirnos no construir una prisión nueva?

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