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En una decisión histórica de junio de 2024, el Supremo Tribunal Federal, la corte de mayor jerarquía de Brasil, aprobó despenalizar la posesión de marihuana para uso personal, un paso significativo en la política sobre drogas del país.
La decisión redefine cómo se plantea jurídicamente el consumo de derivados de Cannabis sativa, y estableció medidas objetivas para diferenciar entre tráfico y el uso particular. A partir de este nuevo planteamiento, poseer pequeñas cantidades de la sustancia para consumo propio ya no se considerará delito, lo que puede impactar en millones de brasileños.
Según el nuevo planteamiento de la Corte, se considera que tener hasta 40 gramos o seis plantas madre de hierba es para uso personal, con lo que se diferencia a usuarios de traficantes.
La ley 11.343 de 2006, que instituyó el Sistema Nacional de Políticas Públicas sobre Drogas, aprobado en el primer gobierno del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, ya preveía la distinción entre usuario y traficante. Así, sin criterios objetivos, la diferenciación en cada caso quedaba a cargo de agentes de seguridad o de Justicia. También se señala a los llamados delitos de tráfico como factor en el aumento de la población carcelaria brasileña.
Gabriella Arima, abogada de la Red Jurídica por la Reforma de la Política de Drogas (Rede Reforma), explicó a Global Voices:
O que era para proteger o usuário teve o efeito contrário. Juízes e delegados decidiam se o sujeito seria enquadrado e processado como usuário ou traficante baseados em elementos subjetivos, como natureza e quantidade da substância em posse, local e condições em que se desenvolveu a ação, e condições sociais e pessoais, como antecedentes criminais. Isso permitia que moralismos e preconceitos pessoais influenciassem as decisões, em vez de critérios científicos e técnicos.
Lo que era para proteger al usuario tuvo el efecto contrario. Los jueces y delegados decidían si el sujeto sería calificado y procesado como usuario o traficante según elementos subjetivos, como la naturaleza y cantidad de la sustancia, lugar y condiciones en que se lleva a cabo la acción, y condiciones sociales y personales, como antecedentes penales. Eso permitía que moralismos y preconceptos personales influenciaran en las decisiones, en vez de criterios científicos y técnicos.
Según Arima, la nueva decisión da elementos menos subjetivos para identificar si la marihuana está destinada al uso personal, lo que puede ser positivo.
Una investigación de la Fundación Oswaldo Cruz – Fiocruz y del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística – IBGE de 2015, que se difundió cuatro años después, reveló que el 7,7% de la población entre 12 y 65 años ya había usado marihuana. Sin embargo, datos de 2023 del instituto de investigación Datafolha indican que uno de cada cinco brasileños (20%) dice haber consumido la sustancia alguna vez.
Movimientos como la ONG Conectas y la propia Rede Reforma celebraron la despenalización como un paso crucial para reducir la sobrepoblación carcelaria y de la violencia asociada al tráfico de drogas, que afecta principalmente a personas negras y de regiones más pobres.
No obstante, dos especialistas entrevistados por GV destacaron que la decisión no aborda toda la complejidad del asunto y señalan la necesidad de terminar con la llamada guerra contra las drogas, política prohibicionista considerada ineficaz.
Myro Rolim, educador social que trabaja en reducir los daños para los usuarios, director de la Asociación Brasileña Multidisciplinaria de Estudios sobre Drogas (ABRAMD) y miembro de la Red Brasileña de Reducción de Daños y Derechos Humanos (REDUC), es cauto en cuanto a cambios en las calles.
“[La decisión del Supremo Tribunal Federal] fue tardía, [para algo que] causó daños permanentes al tejido social brasileño. Veo la realidad en las calles, donde no hay inversión en educación para la autonomía y el prohibicionismo es la regla”, dice.

Manifestante pide la legalización de la marihuana en Brasil, en marcha en São Paulo. Foto: Paulo Pinto/Agência Brasil/Usada con autorización
Despenalización vs. legalización
Los ministros del Supremo Tribunal Federal enfatizaron que la sesión no legalizaba el uso de marihuana. En la práctica, el consumo aún es ilícito, pero la no penalización hace que la sanción sea administrativa y no penal. Eso significa que, si atrapan a alguien con hasta 40 gramos de marihuana podrá ser detenido por la Policía, pero no irá preso.
Un estudio del Instituto de Investigación Económica Aplicada – Ipea, señala que la despenalización de la marihuana podría afectar entre 1% y 2,4% de la populación carcelaria brasileña, lo que representa una economía anual al sistema de entre 262 millones y 591 millones de reales (entre 46,6 y 105 millones de dólares).
Brasil tiene una de las mayores poblaciones carcelarias del mundo en números absolutos, por debajo de China y Estados Unidos. Hay más de 850 000 personas encarceladas, y se estima que casi la cuarta parte están en la cárcel por delitos de tráfico de drogas. Cerca de 19 000 están detenidas por tener hasta cien gramos de marihuana, y más de 8500 por portar 25 gramos, según datos de 2023 y 2024.
En Brasil, el castigo a los usuarios de marihuana pasó a ser ley en 1976, según informó UOL. El texto dice que la marihuana habría llegado al país en 1549, y fue liberada y clasificada como producto »de interés de la metrópolis» por décadas. Recién fue penalizada en 1830, con una ley de la Cámara Municipal de Rio de Janeiro que »castigaba a ‘esclavizados y otras personas’ (…) con tres días de detención o latigazos». La prohibición nacional cambió en 1938.
El ministro Luís Roberto Barroso, presidente del Supremo Tribunal Federal, destacó que la legislación brasileña puede tener efecto retroactivo si beneficiara al reo. Por lo tanto, personas que estén actualmente en prisión por posesión de pequeñas cantidades de marihuana podrían solicitar que se revise sus penas.
En agosto, una resolución del Superior Tribunal de Justicia aplicó el nuevo precedente y absolvió a una persona presa por portar 23 gramos de marihuana.

Manifestante con cartel: ‘La marihuana es una cuestión de salud’. Foto: Fernando Frazão/Agência Brasil/Usada con autorización
Educación sobre drogas
Incluso después de la decisión del Supremo Tribunal Federal, los especialistas indican que aún falta un educación amplia sobre sustancias psicoactivas en Brasil.
A pesar de que la actual parece un avance, Brasil aún necesita enfrentar cuestiones como reglamentar la producción y distribución de cannabis, crear programas de apoyo a los usuarios y elaborar iniciativas educativas para la población, sin estigmas.
»Es inherente a la sociedad el deseo de experimentar con la mente, pero es esencial educar sobre quién puede no estar apto para eso, los riesgos existentes, las mejores formas de consumo y dónde buscar asistencia. La educación sobre uso de drogas no debe dirigirse solo a los jóvenes, debe abarcar a toda la sociedad, incluidos profesionales de seguridad, comunidades y trabajadores de salud», indica Rolim.
Las modificaciones en las políticas de drogas en años recientes, en países como Uruguay, cuestionan los planteamientos basados en la penalización. Algunos países, como Portugal, promueven alternativas para salud pública y derechos humanos, y otros, como Australia, trabajan con uso terapéutico de estimulantes clásicos.
“Hay un discurso conservador que dice que la marihuana es la puerta de entrada a otras drogas. Creo que discutir sobre el uso de marihuana ha sido realmente la puerta de entrada para entender mejor el uso de sustancias psicoactivas para la salud y bienestar, individual y colectivo”, dice Gabriella Arima.
Investigaciones recientes indican que los estimulantes pueden ser eficaces en el tratamiento de condiciones como depresión, trastorno de estrés postraumático (TEPT), ansiedad generalizada y dependencia a sustancias. Algunos estados de Estados Unidos retrocedieron en iniciativas de despenalizar drogas pesadas, como cocaína y metanfetamina.
También en Estados Unidos, donde la mayoría de los estados ya permite algún uso de cannabis, la Universidad John Hopkins, líder en investigaciones de ciencia del mundo, creó en 2019 el Centro de Investigación en Estimulantes y Consciencia, con un presupuesto inicial de 17 millones de dólares.
Desde 2014, Brasil permite importar, con autorización de la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria – Anvisa medicamentos a base de CBD extraído de la planta cannabis, para tratar condiciones como convulsiones, aunque aún son costosos e inaccesibles para la mayoría de la población.
En diciembre de 2019, el país avanzó en autorizar, también vía Anvisa, la producción e importación de productos de cannabis para uso medicinal, y estableció criterios para comercializar, prescribir, distribuir, supervisar y fiscalizar, lo que facilita la disponibilidad de medicamentos en las farmacias.