
Composición de imágenes con la bandera cubana realizada por Global Voices
En Cuba no son los apagones los que sobresaltan a los ciudadanos, sino los escasos momentos en que disponen de electricidad. Para reflejar esta situación, se dice que «la electricidad no se va, la ponen». Este chiste incide en lo inusual que es pasar un día entero sin largos apagones. La situación empeoró la segunda mitad de octubre, en la que el 84% de los hogares cubanos sufrieron un apagón general que duró más de 70 horas. Ha sido el apagón más largo no relacionado con una catástrofe natural
Según los informes oficiales, el corte fue causado por un problema técnico en una central termoeléctrica ubicada a 104 km al este de La Habana. Hasta ahora, los cuatro intentos de reactivación para restablecer la electricidad han fracasado. Esta «nueva realidad» se añade a lo que ya es la crisis socioeconómica más severa de la historia del país. Con una inflación por encima del 200% y un salario mensual promedio de siete dólares estadounidenses, los ciudadanos no logran pagar necesidades básicas, y sus limitadas reservas de alimentos se están echando a perder a causa del largo apagón.
Hasta ahora solo se han librado los complejos turísticos, gracias a sus plantas generadoras independientes. Sin electricidad desde el 20 de octubre, a los generadores de los hospitales se les está acabando el combustible, lo que deja a los pacientes críticos en grave peligro. El Gobierno ha cerrado indefinidamente las escuelas sin especificar fecha de reapertura. Los servicios de agua y combustible, ya poco fiables, se han suspendido por completo en las zonas residenciales.
El régimen ha perdido el control de la situación. Hasta ahora, los apagones se habían limitado a las zonas rurales para evitar el descontento y las protestas en la capital. Por ejemplo, mientras que en La Habana los cortes de electricidad no eran frecuentes o muy cortos, en las provincias duraban hasta 10 horas al día. En un reciente discurso televisado, Alfredo López, director general de la compañía eléctrica estatal (UNE), instó a los ciudadanos a invertir en paneles solares, y admitió que, aunque puedan producirse ciertas mejoras, el Gobierno no puede garantizar un suministro estable de energía a corto o mediano plazo. Estas declaraciones han sido acogidas con fuertes críticas por parte de los cubanos en el extranjero, pues considerar que el peso económico vuelve a arrojarse injustamente a los hombros de los ciudadanos.
La administración cubana sigue haciendo responsable a Estados Unidos de todos los problemas de energía del país, pero la raíz de estas dificultades tiene muchos más matices. Las centrales termoeléctricas, que tienen en promedio 40 años de vida operativa, exceden con mucho los 25 años de vida útil para los que están diseñadas. Las estrecheces financieras han dificultado aún más la capacidad del Gobierno para asegurar importaciones de combustible de países como Argelia y México, a la vez que la crisis que sufre Venezuela ha provocado una considerable reducción de las exportaciones subvencionadas de petróleo a Cuba.
La cuestión fundamental se mantiene: el régimen no tiene un plan estratégico a largo plazo. Pese al sustancioso apoyo económico recibido de Hugo Chávez (2000-2013), el Gobierno no invirtió en mejorar la infraestructura energética. En 2016, Rusia ofreció un crédito de 1200 millones de dólares para renovar la red eléctrica cubana, pero la ineficiencia burocrática hizo que se perdiera la oportunidad. Además, en las últimas décadas, el Gobierno ha realizado grandes inversiones en expandir las infraestructuras del turismo de lujo a costa de descuidar otros sectores críticos de la economía.
Conforme se deterioran las condiciones de vida, las tensiones aumentan en Cuba. En varias partes de la isla, se están produciendo protestas nocturnas contra el régimen, que, por seguridad, aprovechan la protección de la oscuridad. Para contener la propagación de estas manifestaciones, el Gobierno ha reducido drásticamente la conectividad a internet. La noche del domingo 20 de octubre, el presidente Miguel Díaz-Canel apareció en la televisión nacional con uniforme militar para anunciar que cualquier disturbio del orden público será severamente castigado. En muchas ciudades, largas filas de autos policiales patrullan las calles para disuadir a los manifestantes. Para añadir más complejidad a la situación, un huracán está afectando a las regiones este de la isla, y ha provocado al menos seis muertos hasta este momento. Lo que pase a partir de ahora sigue siendo una incógnita.